Editorial

¿En medio de qué está la clase media?

La clase media chilena no es la clase media de países del primer mundo; si bien es cierto, cuenta con ingresos que le permiten cubrir las necesidades básicas, y, bajo el sino del endeudamiento, no dispone de la holgura necesaria para enfrentar factores propios del ascenso social. Por el contrario, las amenazas de caer en la pobreza están siempre latentes.

Por: Diario Concepción 26 de Noviembre 2016

La clase media sigue siendo una condición social y económica ambigua, es un estado más bien por exclusión, si no se es pobre de solemnidad o rico sin duda alguna, aspiracional en permanente situación de lucha y vulnerabilidad, difícilmente ubicada en un confortable y definitivo nivel de seguridad y fácilmente empobrecida.

No es, en consecuencia, en absoluto extraño que experimente mutabilidades y fluctuaciones en cortos lapsos, en la clase media chilena, por ejemplo, se ha observado cambios notables en los últimos cinco años, se la ha descrito con más recursos económicos, mayor escolaridad, pero más individualista.

Para las estadísticas, que tienen la obligación de clasificar a como dé lugar- aunque sea difícil de encasillar un grupo en específico de la población como perteneciente a la clase media- el parámetro más a mano, o más objetivo si se quiere, es el dinero, o los ingresos. De esa manera, la encuesta Casen incluye en esta categoría aquella población que está justo en la mitad de la distribución de ingresos, el grupo conocido como Tercer Quintil.

Así entendido, en este colectivo hay varias tendencias que se han mantenido durante los últimos años, en términos de ingresos; la evolución positiva de los últimos diez años; si en 2006 el ingreso del hogar de este grupo llegaba a $478.066, en 2015 totalizaba $625.593, ambos datos descontando inflación, con lo que el alza real de ingresos fue de 30% en 10 años, ocho puntos por sobre el aumento a nivel de la población total. 

Sin embargo, estas familias, sin el blindaje de la solidez de recursos financieros y dejadas a sus propios medios por el aparato de ayuda estatal, resultan fuertemente afectadas por las alzas de los precios. En Chile la clase media ha sufrido el encarecimiento del costo de la vida principalmente en las ciudades grandes -Santiago, Concepción-, donde los servicios básicos han aumentado de precio, la movilización, la educación, entre otros-, han disminuido su márgenes, limitando sus aspiraciones por un mejor pasar, las vacaciones o sencillamente la posibilidad de ahorrar.

La clase media chilena no es la clase media de países del primer mundo, si bien es cierto cuenta con ingresos que le permiten cubrir las necesidades básicas, no dispone de la holgura necesaria para enfrentar factores propios de ascender de nivel, la casa propia requiere de inversiones, el alto costo de la educación de los hijos, o nuevos compromisos sociales. La duda es hasta qué punto esas posiciones son estables, ya que la vulnerabilidad de este sector determina una permanente amenaza de caer en la pobreza o en endeudamiento.

Mientras no se produzca un sinceramiento de la situación real de la frágil clase media chilena, no habrá políticas para los apoyos que ésta requiere para salvar estas dificultades, su crecimiento, al cual se hace repetida referencia, no tiene una base sólida y la deja expuesta a situaciones de riesgo.

Por no tener una posición social estable, hay en este numeroso segmento de la población un aumento sostenido del individualismo, que se traduce en una falta de sintonía con las normas de una sociedad en la cual no se encuentra claramente inserto, por tanto sus intereses radican en su vida privada. Al no ver en las instituciones establecidas respuesta a esta situación podría ser atraído por ofertas políticas populistas, una posibilidad digna de ser tomada en consideración.

Etiquetas