Economía y Negocios

Los costos del analfabetismo financiero en la Región del Bío Bío

Sobreendeudamiento, malas decisiones de compra, baja comprensión de los contratos y expectativas irreales respecto a las pensiones. La capacidad de “leer y escribir financieramente” es hoy una habilidad crucial, dicen los expertos.

Por: Silvanio Mariani 30 de Diciembre 2018
Fotografía: Referencial

Juana del Carmen Carrasco (33) está consciente de que ha tomado malas decisiones: “Estoy endeudada por esta vida y por dos más”. Lo dice en broma, pero tiene tarjetas de crédito con tres grandes tiendas y con las tres arrastra una deuda equivalente a 5 veces su ingreso mensual. Compró los útiles escolares para su hija en 12 cuotas y terminará pagando más del doble del precio al contado. Lo mismo con el smartphone que pagará en 18 meses. No tiene alternativa: hace un año que utiliza el pago mínimo en las tarjetas, y no sabe cuándo podrá liquidar la deuda principal. Sin darse cuenta, se enredó en una peligrosa bola de nieve financiera.

Desafortunadamente, el caso de Juana Carrasco no es aislado y refleja lo que en Chile se ha calificado como “analfabetismo financiero”: la falta de competencias mínimas en materias de endeudamiento, ahorro, inversión y consumo.

De hecho, hay abundancia de estudios que comprueban esa realidad. El más reciente fue entregado por la Asociación de Fondos Mutuos, que entrevistó a cerca de 1.800 alumnos universitarios de nueve instituciones a lo largo de Chile y descubrió que más de la mitad no domina nociones básicas sobre inflación, interés compuesto y diversificación. Sólo uno de cada cuatro contestó correctamente las tres preguntas de la encuesta.

Pero fue en 2017 que el asunto ganó los titulares del país. La Prueba Pisa de Educación Financiera (Ocde) destapó el bajo desempeño de los jóvenes chilenos en asuntos financieros. Chile quedó entre los últimos lugares en la muestra de la Ocde, un puesto poco honorable si consideramos que nuestro país figura entre las economías más avanzadas de Latinoamérica.

A su vez, el informe publicado el 2015 por el Sernac Financiero con un total de 1.810 casos, arrojó resultados escalofriantes, ya que un 74% indicó no conocer siquiera un producto financiero. Pese al desconocimiento, el 98% declaró tener algún tipo de instrumento del mercado financiero.

“Para nosotros fue bien fuerte conocer números que muestran estos estudios”, dice la analista de Educación Financiera de la Bolsa de Santiago, Alejandra Cooper. “Es bastante preocupante, porque todos usamos instrumentos financieros, estamos invirtiendo o vamos a invertir de forma indirecta, a través de los fondos de pensiones”.

No saber cuesta caro

El analfabetismo financiero junto con las facilidades de acceso a instrumentos del mercado –tarjetas de crédito, avances de efectivo, entre otros– generan un coctel que se traduce en malas decisiones, baja comprensión de los contratos y sobreendeudamiento.

En el caso de la Región del Bío Bío, uno de cada tres habitantes tiene al menos una deuda morosa. En comunas como Lota y Talcahuano (con altas cifras de cesantía), un 36% de los habitantes registran documentos impagos. Les siguen Concepción (33,5%), Penco (30,6%) y Los Ángeles (29,4%), según los datos del XXII Informe de Deuda Morosa correspondiente al tercer trimestre 2018, elaborado por la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián (USS).

Luis Felipe Slier Muñoz, director de Ingeniería Comercial de la USS, indica que si bien los datos del Informe se explican por la mantención de las cifras de desempleo en comunas como Lota y Talcahuano, resulta fundamental impulsar campañas que promuevan el endeudamiento responsable, como también fomentar una adecuada educación financiera desde la edad escolar: “Debemos insistir en que en esta época del año, Navidad, la población debe tener un endeudamiento responsable y acorde a sus capacidades de pago”.

Cristian Muñoz, seremi de Hacienda de Bío Bío, coincide: “Es importante no endeudarse más allá del 25% de los ingresos líquidos, que son aquellos que surgen entre la diferencia del ingreso total menos los gastos habituales como arrendamiento, pago de luz y agua”.

Lo más preocupante, enfatiza la autoridad, es que la cifra nominal de endeudamiento bancario en Bío Bío representa, en algunos casos, el 30% del ingreso familiar, “y eso le da muy poco espacio para poder asumir alguna eventualidad o los gastos cotidianos”.

Empresas y pensiones

Si vamos de la economía doméstica al mundo de las empresas de menor tamaño, el panorama no es distinto. Las cifras del Ministerio de Economía dan cuenta de que sólo 1 de cada 4 emprendedores tiene conocimientos financieros sobre tasa de interés e inflación. Puesto que es segmento clave para el desarrollo de la economía y producción del país, resultan preocupantes estos indicadores.

La educación financiera también repercute en las decisiones y expectativas  respecto a las jubilaciones. De acuerdo a la Superintendencia de Pensiones, el promedio para los jubilados en Bío Bío es de $132.934, muy por debajo de lo espera la mayoría. La mayor parte de los chilenos, sin embargo, no tiene la cultura de monitoreo continuo de las pérdidas, utilidades, beneficios, y comisiones de las AFP, entre otros aspectos que guardan relación directa con la jubilación.

“Con el desconocimiento nos va mal y, cuando nos va mal dejamos de tener confianza en el mercado financiero. La confianza es el pilar del mercado y su falta impide que este crezca y se desarrolle”, dice Mónica Cavallini Richani, gerente general de la Asociación de Administradoras de Fondos Mutuos (AAFM), entidad que desde 2015 impulsa programas orientados a promover la educación financiera. Cavallini indicó que los resultados del estudio de la AAFM “son una voz de alerta y un llamado a reforzar el compromiso con la educación financiera”.

Industria reacciona

De hecho, la industria del rubro en Chile ha reaccionado y la educación financiera se ha convertido en una materia casi obligatoria. La Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) y la Asociación de Bancos están entre los actores relevantes y  han fomentado exitosamente programas de educación en todo el país.

La Bolsa de Santiago también se incorporó y en Bío Bío impulsó un ciclo de charlas educativas gratuitas en cinco instituciones educacionales del Gran Concepción. La iniciativa tiene como objetivo dar a conocer el mercado bursátil e incentivar la inversión responsable, además de acercar a la comunidad a los temas relacionados con la Bolsa.

El propio Banco Central ha desarrollado algunas iniciativas, como el programa Economía + Cerca, que se aplica en los colegios de todo Chile. Desde el instituto emisor están al tanto de que los conocimientos financieros básicos deberían adquirirse desde edades tempranas, e incluso ser incluidos como materia propia en los planes de estudio escolares. Pero esa es todavía una asignatura pendiente en Chile.

Annamaria Lusardi, experta en educación financiera del Dartmouth College de EE. UU., ha dicho con todas las letras: “Así como leer y escribir fueron habilidades que permitieron que las personas triunfaran en las economías modernas, hoy es imposible ser exitoso sin tener la capacidad de leer y escribir financieramente”.

Una debilidad transversal

Si bien la falta de educación financiera se asocia a los estratos con menor escolaridad, los estudios muestran que el problema es transversal. Juana del Carmen Carrasco, que abre este artículo, no ha completado la enseñanza básica.

Pero Rodrigo M. (que prefiere mantenerse anónimo) es ingeniero comercial y trabaja en una repartición pública. Tiene dos créditos hipotecarios y una deuda que asciende a $4 millones con la tarjeta de crédito bancaria. “Me desordené un poco, pero en 2019 voy ponerme al día”, asegura.

El problema es que entre el dividendo de un hipotecario (el segundo lo paga con el arriendo de la propiedad) y las cuentas de tarjeta suman más de 50% de sus ingresos.

El ingeniero reconoce que no compara los productos financieros antes de asumir compromisos de deuda, “por falta de tiempo”.

Rodrigo M. y Juana del Carmen Carrasco son parte de  un sistema que en Chile suma 12,9 millones de tarjetas créditos y 22 millones de tarjetas de débito. Cifras altas que contrastan con el bajo nivel de educación financiera nacional, una situación que tiene a ambos engordando las filas de los deudores morosos.

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