Es uno de los principales referentes de la economía de un país y su variación sirve para reajustar, por ejemplo, sueldos, arriendos, créditos y pensiones alimenticias.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) permite monitorear mensualmente cómo evoluciona la inflación, sirviendo como instrumento oficial para reajustar arriendos, créditos, pensiones alimenticias, sueldos, salarios y contratos públicos y privados, así como para calcular la Unidad de Fomento (UF) y la Unidad Tributaria Mensual (UTM).
Así de importante dentro de la economía es este indicador cuyo primer cálculo oficial se efectuó sobre la base de una canasta de bienes y servicios creada en 1928, que incluía 42 productos tales como el poncho de castilla, el cigarrillo y el pasaje en tranvía. Desde entonces, la medición ha pasado por una serie de mejoras metodológicas que han buscado situarla en concordancia con los estándares de la Ocde, facilitando así la comparación internacional, informaron desde el Instituto Nacional de Estadísticas.
Y este 2018, se cumplen 90 años desde que se conformó la primera canasta de bienes y servicios que sirvió de base para medir oficialmente la forma en que los precios de determinados productos variaban en un mes, a través de un indicador. Así, en todo este tiempo y gracias a las periódicas actualizaciones efectuadas a dicha canasta, Chile ha podido contar con un índice oficial de precios que ha reflejado los distintos hábitos de consumo de las y los chilenos.
Sobre la relevancia del IPC, el economista de la UDD, Carlos Smith, lo catalogó de “muy relevante, porque nos permite monitorear la evolución de los precios y en definitiva es una herramienta que permite tomar mejores decisiones de consumo e inversión a las personas y empresas respectivamente. De alguna manera, nos da una idea del costo de vida en el país, sin ser un índice específico de costo de vida.
Por otra parte, sumó, hay que considerar que muchos precios están indexados a la UF y UTM, los que cambian mes a mes de acuerdo a este indicador. Por eso, es relevante para quienes tienen créditos hipotecarios y también para el precio de servicios básicos.
En tanto, la directora de Programas Advance de la Facultad de Economía y Negocios de la USS, Karin Bravo, dijo que la medición del IPC es uno de los principales referentes del comportamiento de la economía en un país.
“Su variación nos indica mes a mes el aumento (o disminución) del costo de la vida para los consumidores. Mantener este indicador en rangos de variación aceptables es la principal tarea del Banco Central, quien utiliza la herramienta de Tasa de Política Monetaria para controlar las decisiones de consumo de familias y empresas, y con ello, que los precios se mantengan estables”.
El porcentaje de variación del IPC se utiliza también como base de actualización de unidades reajustables como la UF y UTM, referentes en la economía para establecer valores en el sector inmobiliario y el pago de tributos y sanciones.
Las principales críticas respecto del IPC tienen que ver con la representatividad de los productos y servicios que incluye la canasta. Si bien, la lista se construye sobre la base de una Encuesta de Presupuestos Familiares que se aplica en todas las capitales regionales cada cinco años, existen productos que pueden considerarse poco representativos en el consumo y la tasa de variación del IPC muestra el promedio ponderado de todos esos productos, advierte Karin Bravo.
Por su parte, el Carlos Smith plantea que la desventaja se basa en que mide el precio de una canasta de bienes de una familia promedio, lo cual en estricto rigor no representa a nadie en particular.
Y esbozó un desafío.
“Los precios se miden en diferentes regiones, las realidades son distintas y los precios también, por lo que quizás sería relevante pensar en IPC’s regionales en el futuro, cuando la tecnología permita obtenerlo a un costo razonable”.