El angelino hizo un alto en sus estudios de doctorado en Estados Unidos, para llegar en la mejor forma posible a los Juegos ParaPanamericanos, donde es carta chilena para subir al podio en los mil 500 metros planos
Hace casi dos años que Ignacio Sepúlveda (29) está radicado en Estados Unidos, donde hace un doctorado en la Universidad de Carolina del Norte. Y pese a que, como buen ingeniero civil industrial, su vida gira en torno a los números, el deporte siempre está presente.
Lo estaba cuando, siendo estudiante de la Universidad de Concepción, se proyectaba fuerte en el atletismo chileno; lo está ahora cuando se encuentra a solo meses de cumplir el sueño de representar a Chile en los Juegos ParaPanamericanos de Santiago 2023, competencia donde junto a su compañero y amigo, Mauricio Orrego, es gran favorito para subir al podio en los 1500 metros planos categoría T-46.
Por eso no lo pensó dos veces a la hora de decidir tomarse un semestre para preparar la competencia acá en casa, con los suyos y en esa pista del estadio Ester Roa que tantas veces lo vio brillar. Aquí espera ponerse a punto después de una larga lesión, y retomar el nivel que hace un tiempo lo tuvo como indiscutido campeón chileno.
“Estos periodos siempre son complicados, porque son cuando aparecen las lesiones. Hay altos y bajos, en 2021 terminé primero en el ránking, pero el año pasado tuve problemas en la rodilla y debí operarme, lo que me alejó de la competencia. Volví este año, y con solo semanas de entrenamiento, corrí un internacional en México donde clasifiqué a los Juegos Panamericanos”, cuenta.
Fue una marca de 4’:24 que, aunque lejos de los 4’:01 que exhibe como récord personal, le bastó para obtener los pasajes a Santiago 2023. “Había harta presión detrás en esa carrera, porque yo venía semanas entrenando post cirugía y no me sentí capacitado para mucho. Pero sirvió y es la única marca que registro en el sistema este año”, dice.
Pese a la lejanía de su país y a la complejidad de sus estudios en Norteamérica, Ignacio Sepúlveda nunca dejó de entrenar, por más que los comienzos fueran duros.
“Mi doctorado termina en 2025, una experiencia buenísima, aunque debí readaptarme a cosas como entrenar solo, siendo que acá siempre lo hacía en grupo con mis amigos; me tocó aprender a sacar entrenamientos fuertes en soledad. Lo otro es que allá no tengo equipo médico, debo hacer preguntas por WhatsApp, aunque había gente que se preocupaba por mí como el doctor Bueno del CAR, que apoya bastante a los deportistas y tiene vocación por la medicina deportiva. Lo positivo es que entreno en el campus, la universidad tiene pista, gimnasio, piscina, una infraestructura buenísima”, sostiene.
Este semestre asegura que quiso apostar a lo grande, por lo que tomó sus maletas y se vino decidido a sacar lustre a su nivel. “Me estoy dedicando bastante, entreno todos los días, tres veces a la semana en doble jornada y con tres sesiones de kinesiólogo. Significa que, en una semana, son cerca de 10 sesiones de entrenamiento, sumado a exámenes médicos, sesiones con mi psicóloga y viajando harto al CAR en Santiago, para que me vean los equipos médicos”, detalla.
“Estoy apostando harto ya que, a la par, debo trabajar con mi profesor guía en Estados Unidos. Me divido entre lo deportivo y lo académico”, complementa.
Sepúlveda reconoce que el regreso ha sido lento, difícil, pero de aquí a los Juegos espera recuperar toda su capacidad competitiva. “Con el profesor Jorge Grosser partimos con baja carga, lento pero seguro. Tuve que aprender a trabajar la paciencia, con un proceso diferente a otras temporadas cuando era todo mucho más rápido. Ahora ya no se trata solo de ir a la pista y correr, hay una serie de detalles adicionales que debemos cuidar. Pero vamos mejorando y sabiendo que aún queda por mejorar, eso me tiene tranquilo”, expresa.
Y cierra, “creo que junto con Mauricio (Orrego) estamos para podio, nuestro plan inicial es lograr el 1-2, que la plata y el oro se vengan a Chile. Estoy ocupado de dar lo mejor de mí y estoy seguro que veremos los frutos del esfuerzo”.