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La perseverancia y el esfuerzo llevan muy lejos a Martín Riveros

Estudiante del Colegio Almondale Lomas destaca como portero del fútbol joven de Universidad de Concepción, tras superar obstáculos en su corta e intensa carrera. Con sólo 16 años, estuvo en una Copa Libertadores y va por más.

Por: Carlos Campos 14 de Marzo 2022
Fotografía: Futbol UdeC

Habla con la madurez de un adulto y eso es lo que lo ha llevado muy lejos a tan corta edad. Martín Riveros cursa tercero medio en el Almondale Lomas, es arquero y se destaca en la Universidad de Concepción.

Desde que tiene uso de razón que se entretiene con el balón, cuando era un bebé en Valdivia, luego como niño en Temuco y actualmente en Concepción. “Desde que llegué acá, encontré que el nivel futbolístico es muy superior al de Temuco. Fue una sorpresa”, cuenta un chico al que le va muy bien en lo académico. “Tengo NEM 6,5”, afirma. Aún así, sus sueños están en la cancha y allí se sacrifica día a día, haciendo oídos sordos ante quienes algún día le pudieron cortar las alas.

“Un amigo un día me dijo que me fuese a probar a Huachipato como arquero, porque tenía condiciones. Pero yo era insistente, quería ser jugador de campo y me probé como mediocampista. En eso, los profes me quisieron probar de arquero, porque mi compañero habló antes con ellos para eso. Y menos mal, ya que jugando de mediocampista y me estaba mandando un partido horrible. Como arquero di una gran sorpresa y me dejaron. Gracias a mi amigo estoy vivo, él sigue jugando en la Sub 17 allá en Huachipato, se llama Maximiliano Villarroel”.

Pero Martín dejó de entrenar en el CAP, por una sencilla razón que con el paso del tiempo lo hizo más fuerte. “Estuve 6 meses, hasta que un profe le dijo a mis papás que yo no servía para el arco. Ni siquiera me lo dijo a mi, así que mis papás me lo comentaron. Me bajonié y fue duro, pero de los porrazos se aprende”, confiesa.

Y lejos de derrumbarse todo, la historia allí recién se iniciaba para Martin. Pasaron unas semanas y entró a una escuela de fútbol de la UdeC, donde se encontró con John Urquiola. “Ahí partió otra vez mi amor por el puesto de arquero. Con el profe trabajamos a full y con el paso del tiempo me probaron en los cadetes, donde trabajé con un gran profe de mucha experiencia como Hugo Vidal. Ahí yo tenía 11 años y ya entrenaba con los de 13”, añade Martín.

Hoy tiene 16 años, compite con el Campanil a nivel juvenil y ha dado enormes pasos. “Tras el encierro eterno por la pandemia, volvimos entrenar en enero de 2021. Ahí me encontré con John Urquiola, quien me formó, y él me dice que querían subirme a la serie Sub 21 para que tuviese más roce. Significó algo enorme para mí, un orgullo muy grande”, expresa. Y si ascender de categorías ya fue un espaldarazo gigantesco a su trabajo y esfuerzo, la noticia que recibió a fines del año pasado fue aún más satisfactoria. “En diciembre me dijeron que me tenían considerado para ir a jugar la Cop a Libertadores Sub 21 que fue en Ecuador. Estaba entre orgulloso, motivado, emocionado y nervioso. Eso sí, sólo viajaban dos porteros y el tercero se quedaría entrenando en Chile y ante un imponderable, yo iría a Ecuador. Y bueno, pasó que un par de compañeros se contagiaron de Covid-19 y me tocó viajar. Fue una experiencia extraordinaria”.

Pero Martín no ha avanzado sólo en este largo camino del fútbol. Por lo mismo, valora la compañía y gran respaldo de sus padres Claudia y Daniel, más su pequeño hermano Rafael. “Me apoyan en todo. A nivel Adicpa sinceramente no cuento con que presumir, pero comparto con mis amigos y eso ya me hace feliz. He sabido coordinar mis tiempos para jugar y estudiar. Ha sido muy agotador, pero el esfuerzo da frutos. Esa ha sido la base de mis logros, el perseverar con humildad”.

Tiene 16 años y una carrera muy larga por delante, por lo que Martín ya se proyecta. “Quiero dedicarme a ser arquero profesional. Al salir de cuarto medio me quiero tomar dos años para ver si surjo en el fútbol. De todos modos y si eso no funciona, quiero estudiar algo relacionado al deporte y la medicina, como ser kinesiólogo o traumatólogo. Es mi plan B”, cierra.

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