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Disfruta el tenis de mesa tanto como su nueva casa

Ashly Coscorrosa es venezolana, tiene 14 años, cursa octavo básico y está desde cuarto en Chile. Hoy destaca en una disciplina que conoció recién cuando llegó a un país que la ha tratado muy bien. “Me adapté rápido, Chile se ganó mi corazón”, asegura.

Por: Carlos Campos 18 de Octubre 2021
Fotografía: Carolina Echagüe

Lleva en la sangre todo el sabor y la alegría que sólo en países como el de ella saben expresar. Ashly Coscorrosa tiene 14 años, estudia en el Colegio Gran Bretaña de Concepción y se ve con gran entusiasmo mientras, junto a sus compañeros, practica el tenis de mesa.

Sí, es una de tantas alumnas que con paleta en mano animan una entretenida actividad poco antes del medio día y en horario de clases, aunque Ashly destaca, más allá del buen juego, por su entusiasmo. Se ubica en la mitad de una gran sala y comienza a sacar diferencias con un derecho muy preciso.

Pero, ¿de dónde es Ashly? Ella misma cuenta que “soy venezolana y estoy en Chile desde que curso cuarto básico. Hoy estoy en octavo y el tenis de mesa lo practico desde sexto. Cuando entré al colegio, mi idea era entrar en varios talleres y así lo hice. Me metí a tenis de mesa, pero también a danza o música. Al final me incliné por el que me llamó más la atención en cuanto a las risas, la sensación de juego y movimiento. Además que comencé jugando con mis propios compañeros de curso, entonces tengo muchos amigos”.

Eso sí, la estudiante de 14 años agrega que “partí por diversión, pero al principio fue muy difícil, ya que no sabía nada, pero realmente nada. En Venezuela nunca jugué a este deporte, no lo conocía. Me gusta el béisbol, pero no lo juego, además del vóleibol. Luego, pasó el tiempo, me puse más seria y aprendí. Me costaban mucho los saques y jugar contestando rápido, pero ahora se me hace fácil. He crecido bastante, ahora soy ágil, tengo reflejos mucho mejores y he competido en varios torneos sacando segundo lugar. Mi fuerte es el derecho”.

Sobre aquellas competencias, Ashly contó que “recuerdo que mi primer torneo fue en este colegio (Gran Bretaña). Estaba demasiado nerviosa y la noche anterior casi no dormí. Quedé en segundo lugar. En general por la ansiedad, no puedo dormir bien antes de cada torneo. Además, como en 2020 pasamos tanto tiempo encerrados producto de la pandemia y no pude entrenar, volver a jugar fue un alivio. Fue complicado este tiempo, necesitaba distraer mi mente. En general el tenis de mesa lo uso para liberar estrés y distraer mi mente, ya que mientras juego me concentro en eso y no pienso en otras cosas. Me gustaría seguir jugando tenis de mesa, por lo menos hasta cuarto medio. Luego, si sigo a nivel universitario, quizás también”.

Vida penquista

Alrededor de cuatro años llevan Ashly y su familia en Concepción, en una casa que se ha ido agrandando. “Estoy acá junto a mi madre Yudexis y a mi padrastro Ronald, a quien quiero como un padre, además de mi pequeño hermano que nació hace un mes, Matías. Estamos todos cómodos y muy felices viviendo acá, aunque a veces hace mucho frío. Los chilenos son gente que me cae muy bien, ya tengo muchos amigos. Me adapté y siento que Chile ya es mi país. Voy a querer siempre a Venezuela, ya que allí nací y me crié, pero Chile ya se ganó mi corazón”, confiesa.

Aún así, hay un pequeño ítem muy característico de nuestro país, que aún no convence a Ashly. “No me gusta la empanada, es mucha cebolla para mí”, dice entre risas, sentenciando además, en cuanto a su rendimiento académico, que “soy una de las mejores de mi curso con las notas, tengo promedio 6,2. Ciencia y química son mis asignaturas favoritas, aunque pienso estudiar arte. Me encanta todo lo que tiene que ver con los dibujos, pinturas y cerámicas, etc”.

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