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Vladimir Tapia: pelota al pie para derribar gigantes

Pese a que otras universidades estaban llenas de figuras, incluso profesionales, la UBB sorprendió a todos y, antes del estallido social, se titularon campeones regionales. No hubo viaje, llegó la pandemia y este alumno de Ingeniería Comercial se desespera sin goles, pide un regate más.

Por: Paulo Inostroza 28 de Junio 2021
Fotografía: Adesup

Habla de fútbol y queda claro que pocas cosas en el mundo las disfruta como entrar a una cancha. Vladimir Tapia estudia Quinto Año de Ingeniería Comercial y también es un destacado deportista de la UBB. Ahí dieron el golpe el 2019 titulándose campeones regionales de futsal, derribando a los monstruos de la zona. Este chico de 23 años, oriundo de Hualpén, fue una de las figuras.

Con nostalgia, después de casi dos años con la camiseta de la universidad colgada, sin sudor, repasa que “antes del estallido social fuimos campeones regionales de futsal, íbamos al Nacional de Punta Arenas y nos quedamos con los pasajes comprados, como le pasó a muchos deportistas. Era lo que más queríamos jugar”.

Pero echa la canción más atrás y recuerda sus inicios, relatando que “siempre fue el fútbol, nunca hubo otro deporte. Mi familia por parte de ambos lados son peloteros, así que de chico pateándola. Soy mediocampista y siempre veía a Ronaldinho. Hace 11 años entrené una temporada en cadetes de Huachipato y jugué en el barrio, en Quillón y en Lorenzo Arenas”.

¿Qué le apasiona tanto de esta disciplina? Vladimir suspira y explica que “lo que me gusta del fútbol es todo, la paso bien jugando. Desde el día anterior al partido ya me lo estoy imaginando, sueño con lo que va a pasar. Creo que eso me ayuda a salir de cualquier tipo de estrés, a tener otras motivaciones”.

Y de ese gran éxito a nivel universitario, recalca que “el 2019 y 2018 armamos un muy buen equipo y un grupo muy unido. Había otras universidades con tremendos equipos y les ganamos por nuestra unión. El futsal lo ganamos en un torneo largo, por puntos, y ahí el rival más duro siempre es la Udla, que tiene muchos profesionales y exprofesionales, pero les ganamos. Esperábamos ese partido. No es menor que nuestra universidad no tiene carreras como la UdeC, donde juegan hartos profesores de Educación Física. Lo teníamos claro y supimos cómo jugarles”.

Esperando el pase

También destacó a la cabeza del equipo, al que cranea la pizarra para superar a los que llegaban como favoritos. “El profe Alex (Barrales) sabe qué hacer. Nos inculca mucho la mentalidad ganadora y fue clave en generar un grupo donde todos nos apoyamos el uno al otro, dábamos todo. Hay que ser inteligentes cuando juegas contra esos equipos bravos que siempre salen a golear. Los partidos con la UdeC son entretenidos, también recuerdo la final de futsal en Los Angeles, contra la Santo Tomás. Ahí metí el primer gol de la final, que ganamos 2-1 y fue muy apretado”.

Se perdieron el viaje a Punta Arenas y después se encontraron el coronavirus. Los meses se transformaron en un año y la incertidumbre se torna desesperante. Vladimir cuenta que “la pandemia sin todo esto que hemos hablado ha sido catastrófico. Uno se siente chantado y se da cuenta de lo importante que era el fútbol, la actividad física en tu vida. Para tu salud mental. Ahora último he vuelto a jugar más, en cancha de futbolito. Cuando volví igual sentí más cansancio, pero me he preocupado de salir a correr, no perder el ritmo físico y, sobre todo, para no volver con lesiones. Juegas cinco contra cinco en espacio más grande y la cancha se hace eterna”.

Dos años perdidos para un equipo universitario significan el desarme de una camada. Y esta camada, vaya que salió buena. “Los últimos años éramos casi todos alumnos de Cuarto y Quinto, pero el 2019 alcanzamos a entrenar un tiempo con mucha gente nueva, mechones y chicos de Segundo y vi que venían buenos cabros, así que aunque se desarme un poco el equipo que teníamos, siento que viene una buena generación detrás. Yo tengo claro que tal vez no juegue más por la U, lo hemos hablado con varios compañeros, pero como sea nos gustaría juntarnos a entrenar, ojalá jugar un partido más, pero no ahora porque es peligroso y lo primero es lo primero”.

Ahora se concentra en las clases, aunque cambiaría ahora mismo el computador por levantar la cabeza y ver un compañero picando al vacío. Lanzarla y ver qué pasa. “Estoy al día con los estudios y el deporte no me ha complicado con eso de llevar las dos cosas. Al contrario, una cosa ayuda a la otra para que no tengas la cabeza metida en una sola preocupación. Tener otra motivación ayuda al estudio y se extraña. Muchísimo”, apuntó.

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