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Cábalas, anécdotas y el camino de un Fernández Vial que se ganó el derecho a gritar campeón

Los secretos del camarín aurinegro, a sólo horas de ser ratificados como flamantes monarcas de Segunda División 2020.

Por: Carlos Campos 17 de Junio 2021
Fotografía: Carolina Echague

¿Puede ser uno de los ascensos y títulos más extraños en la historia del fútbol chileno? Sin duda. La campaña que coronó campeón la noche del martes a Fernández Vial tuvo de todo: líos judiciales, goles al último minuto, anécdotas y emoción por montón. Pero, lo que pocos recuerdan es cómo arrancó el sueño aurinegro de llegar a Primera B.

Las vueltas que tiene el fútbol y las casualidades de la vida pusieron a Fernández Vial en la comuna de Lautaro a fines de enero de 2020. Allí los aurinegros dieron inicio a su pretemporada con un plantel que dirigían Garcés y Almendra. Cabe consignar que es sólo un alcance de nombre en relación al club con el cual terminaron luchando dentro y fuera de la cancha.

Frenado inicio

El primer partido del año pasado para Fernández Vial fue triunfo por un rotundo 6-1 sobre el Rodelindo Román en la “Noche Aurinegra”. El equipo ganó, gustó, goleó y dejó una sensación muy grata en torno a un torneo que arrancaba en sólo una semana. Se suponía.

Llegó la pandemia y lejos de irse a la casa el “Peineta” quiso que el plantel siguiera entrenando. En un principio se dividieron grupos de 7 jugadores en el Parque Ecuador, aunque con el paso de los días y la gravedad del virus, no quedó otra que encerrarse y esperar.

A la cancha

En lo futbolístico la campaña se divide en dos. Con Garcés como DT los aurinegros ganaron 3 de los 4 primeros partidos, entre ellos 2-0 el clásico, pero dos feas derrotas ante General Velásquez y Vallenar, sumadas a líos personales del técnico, dejaron a Fernández Vial sin entrenador y muy lejos del líder.

Dicen que la tercera es la vencida y así asumió Claudio Rojas, bajo la incredulidad de la mayoría y con una caída 0-2 en su estreno. Desde ahí, y con un “apretón” incluido por parte de algunos hinchas después de una práctica, la temporada fue casi perfecta. De los 15 partidos que le quedaban a Fernández Vial, el equipo ganó 10, empató 3 y perdió sólo 2. Lautaro de Buin llegó a estar a más de 10 puntos de distancia de los aurinegros y sobre el cierre del torneo, Vial se puso arriba. Se veía tan lejos que parecía increíble y hasta épico poder lograr el objetivo, pero errores propios ante Colina en la penúltima fecha derrumbaron el sueño … hasta ese momento. Las batallas judiciales serían varias y los abogados junto a la dirigencia trabajaron igual o más que cuerpo técnico y jugadores. Si bien era sólo un trámite, tras la notificación de la semana pasada de resta de puntos, en el club se enteraron de que son los campeones antes de ayer, una vez llegando a Concepción desde Talca a eso de las 21 horas en el mismo día de su aniversario 118. Soñado.

Un camarín de cábalas

Cada equipo tiene sus propias anécdotas y vivencias. Quizás la menos hablada es la camiseta. Por historia Fernández Vial ha jugado con su indumentaria a rayas negras y amarillas, aunque luego del 5-1 a Linares no hubo caso en dejar de usar la tricota de alternativa (ver imagen).

Una de las anécdotas más felices del grupo la vivieron de vuelta al Biobío tras ganar 1-0 a G. Velásquez en El Teniente. En pleno viaje de retorno y comiendo pizzas todos escuchaban el partido de Lautaro de Buin vs Colchagua. Iban 83’ y el marcador 0-0, cuando la visita anota el 1-0. “Volaron por todo el bus las cajas de pizzas”, dijo un integrante del equipo. Y no eran pocas cajas, considerando que para respetar los protocolos Covid-19 eran pizzas individuales para cada uno de los integrantes del plantel. No sirvió de mucho, eso sí, porque al 90+3’ Lautaro empató. Pero el buen rato y las risas no las borra nadie.

Una tradición

Antes de cada entrenamiento, frente al Club Hípico había un negocio. Allí, con el paso de los días se hizo costumbre ir a comprar una “promo” a aquel local. Para tomar desayuno, eso sí. Las opciones eran dos: bebida + completo o café + muffin. La opción escogida por los deportistas siempre era la segunda, cuyo monto era de $1.690. Y en la misma línea de alimentación, dentro de rituales que son tradicionales en los equipos de fútbol, un día a la semana se comían empanadas. Y no de cualquiera, sino que eran hechas por la madre del coordinador Rodrigo Jerez. Había de dos variedades: pollo choclo o carne queso. Desde el club cuentan que no faltaban excusas en el grupo para que alguien las pagara de vez en cuando. Incluso, entre risas, algunos revelaron que había miembros de la institución que iban a los entrenamientos solamente los días donde se comían empanadas.

Gorro “maldito”

Hoy lo cuentan como una grata anécdota, pero vaya que los amargó en su momento. Durante toda la campaña, integrantes del cuerpo técnico y médico utilizaban un gorro que se transformó en cábala total. No podía faltar aquella prenda en ningún partido, o el temor de obtener un mal resultado era grande. Pero la tarde del 8 de febrero, nadie sabía dónde estaba el gorro. Se perdió. Ya estaban todos en el Ester Roa para enfrentar a Colina en la penúltima fecha del torneo y era tanta la inquietud por el gorro, que incluso el coordinador fue a su casa a buscarlo, pero no estaba. ¿El resultado de ese partido? Empate 1-1 que dejó a los aurinegros fuera de la pelea por el título. Y ni hablar el último gran estallido de felicidad. Fue recién la semana pasada en Boca Sur, en plena ceremonia del complejo deportivo. Fue tanta la euforia que directivos y miembros del club pensaron en lanzarse al mar para festejar. Finalmente no ocurrió.

Medio en serio y en broma, al DT Claudio Rojas se le ocurrió prometer que darían la vuelta olímpica en el Club Hípico, su lugar habitual de entrenamiento. ¿Cumplirán?

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