Solo ocho meses pasaron desde que Geraldine Lagos hizo noticia al formar parte de la selección chilena de rugby seven femenino que jugó el torneo Sudamericano ‘Valentín Martínez’, en Uruguay. Sin embargo, varias cosas cambiaron.
De partida, ya no es la capitana de la UdeC, pues junto a sus ex compañeras del Campanil formó el equipo ‘Liq wapi’ (Isla Blanca), gracias al cual ha podido seguir ligada al deporte que le apasiona. Y aunque la pandemia le impidió debutar oficialmente con su nueva camiseta, no ha parado de trabajar para cuando pueda pisar otra vez una cancha.
“Los dos primeros meses fueron complicados pues como entrenaba al aire libre y en gimnasio, en mi casa no estaba preparada para encerrarme a practicar. Bajó mi nivel y me preocupé harto”, reconoce.
Pero lejos de quedarse de brazos cruzados, pidió ayuda por Facebook para que alguien le facilitara un lugar abierto para entrenar, y le resultó. “Varios vecinos de mi comuna (Bulnes) me ofrecieron espacios y elegí uno donde puedo hacer carreras de 20, 50 y 80 metros de velocidad, y otro sector que se usa para motocross llamado ‘El Rancho’, donde hago trotes más largos y desarrollo habilidades con el pie. Además, unos gimnasios me prestaron material, pesas, mancuernas y bancos, así es que estoy mucho más tranquila y enfocada en mejorar”, destaca.
De esta forma, una de las mejores exponentes regionales de la ovalada ha retomado la plena forma y comienza a proyectar sus nuevos objetivos, donde la gran meta es Santiago 2023.
Geraldine dice que desde que partió en el deporte, siempre tuvo como meta vestir la casaquilla de la selección. Y para ello, no escatimó en sacrificios dejando a su club Kawel en Bulnes para integrarse a las filas de la UdeC en el verano de 2017.
“Los años que estuve en la U. de Concepción significaron un gran cambio, un desarrollo en lo competitivo, un nivel más alto y una exigencia mayor. Me encontré con prácticas más específicas con el técnico Cristián Isla, mejoré muchas habilidades específicas como la destreza con el pie, las patadas de salida y los lanzamientos de line”, dice.
Así fue como la jugadora que se define como buena armadora y con capacidad para anticipar el juego, entró en una intensa dinámica viviendo en Bulnes, estudiando en Chillán y entrenando en Concepción.
“Quería llegar a la selección entonces debía hacer todo lo posible para llegar, cumplir con los entrenamientos y andar bien en clases para que mis padres me apoyaran en los viajes. Han sido años de esfuerzo, muy pesados, pero han valido la pena”, asegura.
El duro método de trabajo que comenzó en 2017 le trajo réditos casi inmediatos, recibiendo ese mismo año su primera nominación para la ‘Roja’ en la posición de medio scrum.
Así comenzó su camino en la ‘Roja’ que, según asevera, fue de menos a más, al punto de ser una de las fijas en el actual proceso nacional. “Es una buena experiencia, he estado en dos torneos representando a Chile, uno fue en 2017 y otro en 2019. La primera vez me sentí con poca experiencia, sabía que había mucho por mejorar. Pero en 2019 fue distinto, me sentí con mucha confianza en el puesto, entrené mucho así es que pude disfrutar mucho ese campeonato”, señala.
Hoy pese a la para por la pandemia, Geraldine dice sentirse totalmente parte de la selección y con un gran desafío por delante. “En este momento estamos nuevamente en fase de preselección, empezamos esta semana un plan físico y una planificación. Y aunque aún no hay nada claro, y no sabemos si se jugará el Sudamericano de Uruguay en noviembre, todas tenemos un objetivo claro: estar en los Panamericanos de Santiago 2023. En lo personal esa mi meta más grande y trabajo cada día para ello”, sentencia.