El CD cábala, la vez que pensó que le pegarían en la calle o cuando estuvo a un juego de que lo cortaran. El entrenador se emociona al hablar de “el equipo que más me representa”.
Fernando Díaz escucha que el llamado es desde Concepción y detiene lo que sea. Le nombran a la UdeC y de manera automática se le sale un “qué lindo equipo”. Sí, el de Valdivia, Figueroa, Ribera y tantas figuras. Un elenco que se armó de la nada y con muy poco. Casi un milagro, que llenó las tribunas con hinchas propios y la gran mayoría de otros equipos. Solo por el gusto de ver buen fútbol. Un club pequeño que venía de Segunda y ese 2003 clasificó de golpe a Copa Libertadores.
El “Nano” cuenta que “yo estaba en Estados Unidos, con posibilidades de dirigir en lo que acá sería Segunda. En la UdeC se cayó Raúl Toro, me llamaron y vine a ver el Campus, me encantó. Noté la calidad humana de los dirigentes: Santander, Lucero, Rodríguez, Israel, Abuter… Gente de muy buen trato. Los dos últimos fallecieron hace poco, me dolió mucho. Comíamos tortas en el L’Angolo, con Dragomir Yankovic, unos completos en el Llanquihue. Había amistad”.
¿Y cómo se armó ese plantelazo? El DT, que entonces tenía 41 años, explicó que “sin mucho presupuesto y con pocos que quedaron del ascenso, como Luis Pedro, Freddy y Ortega en el arco, se armó una mezcla de jóvenes y picados. A Beausejour lo conocía de cadetes de Católica, a Valdivia lo había visto hace un mes en juveniles en un partido que lo expulsaron, pero era un talentoso. Yo lo quería. De los picados, Olea venía de Osorno, Solís se había vuelto de Unión a Melipilla, Oroz estaba en el Morning, Ribera no tenía tantos minutos, Guidi vino calladito a probarse y Rain era capitán de Huachipato y lo habían sacado. Todos tenían hambre de ganar”.
“En el debut fuimos a Valparaíso y nos comimos cinco goles (5-2). En el estreno en casa, Puerto Montt nos metió tres y fueron 230 personas al estadio. No se me olvida. Empezaron los rumores, decían que yo era un técnico joven, sin experiencia. Pero yo veía a los muchachos, sus caras, y todos estábamos convencidos de que esto iba a tomar otro rumbo. Las siete primeras fechas no fueron buenas. Hubo un partido con Unión Española, donde yo sabía que si no ganaba me iba para la casa. El torneo paró después de un mal resultado con Audax, con dos expulsados, y ahí las cosas cambiaron”, recordó.
Jugaron un partido amistoso y el “Nano” probó. “Metí jóvenes que venían llegando y no habían jugado tanto, como Valdivia. Les ganamos por cinco goles y cuando retomamos la competencia empezamos a ganar y ganar. Ahí vino el 3-1 a Unión, los 8 goles a Palestino, 5 a Rangers, le ganamos a la “U y Cobreloa. Recuerdo que en las primeras fechas hablé con los dirigentes de premios por pasar a playoffs y era casi un sin sentido. Estábamos en el grupo con Colo Colo y la UC. Al final, los superamos a los dos. Yo pedí parte de la recaudación a repartir, cuando no iba nadie a vernos. Después jugábamos a estadio lleno”.
En playoffs eliminaron a la “U” en la recordada rabona de Cataldo. Fue 4-3 bajo la lluvia. “Debe ser el mejor partido que dirigí. Como partido, espectacular. Bueno, ese equipo ha sido el que más me representa, de toda mi carrera, Era un grupo alegre que jugaba con esa misma alegría. Tener a Cataldo y Valdivia en el mismo equipo era juntar mucho talento. Jorge no empezó jugando y al ‘Cata’ a veces lo usaba como 9. Ese equipo fue muy goleador sin tener a nadie entre los artilleros del campeonato. Hacían goles los laterales, los volantes, Rain de cabeza… Todos llegaban”.
En semifinales, los eliminó el Colo Colo de Espina y Zamorano, con Collao lleno. Díaz reveló que “me vinieron a buscar de Cobreloa, que era el campeón, pero todos creíamos que el segundo semestre era nuestro torneo y así fue. Ahí me trajeron al ‘Tanque’ Hurtado. Con todos los puntos que sumamos merecimos ser los campeones. En el Clausura le hicimos cinco goles a Cobresal en playoffs y quedamos fuera porque no valía diferencia de gol y nos marcó la ‘Viejita’ Quiroga en Las Higueras. La gloria fue con Coquimbo, cuando clasificamos a Copa Libertadores”.
De ese juego, cuenta una singular historia: “teníamos muchas cábalas. Ganaba y no me cambiaba de ropa. En el Clausura hacía calor y andaba abrigado. El Coto armó un CD que era cábala antes de los partidos. Antes de jugar con Coquimbo llego último con Rolando García y Óscar Herrera, que era otra cábala. y todos estaban tristes, el camarín era un funeral. No entendía nada. Los muchachos me dicen ‘profe, no trajeron el CD’. El encargado era el Tata (utilero), así que lo llamo y le pregunto dónde vive. Me dijo en Lota y lo mandé a su casa a buscar el CD. El primer tiempo jugamos horrible, pero en el entretiempo pusimos la música y ganamos con gol del Coto. Mi charla fue sólo poner el CD”.
Otra cábala era ir donde la virgencita de Lourdes a agradecer. “Aún hay placas mías ahí. Después del 4-3 a la “U” fui con mi señora y me reconocieron los hinchas rivales. Pensé que me iban a pegar y no, me felicitaron. Me decían ‘bien ganado’. Eso generaba ese equipo. Guardo recortes, fotos y mi familia también se encantó con la ciudad, la universidad. Me gustaría volver a Concepción, fueron días hermosos y con ese grupo se mantiene una relación que perdura hasta hoy. Cuando dirijo contra la UdeC, la gente me demuestra cariño y eso es impagable”.