El fotógrafo Guillermo Salgado expone este interesante proyecto en la sala del Arzobispado penquista hasta mediados de agosto.
Fue en una conversación de amigos en que surgió el tema, haciendo notar que ciertos personajes y oficios, como los lustra botas, sastres y maniceros, entre otros, prácticamente no se veían o de plano ya no existían.
Es así como el fotógrafo Guillermo Salgado, cámara en mano, se dio a la ardua tarea de rescatar dicho patrimonio humano inmortalizándolo en imágenes, las que configuran “Viñetas de la modernidad: Oficios en extinción”, muestra que desde ayer se encuentra abierta al público en la sala de exposiciones del Arzobispado de Concepción (Caupolicán 451).
“De alguna forma crecí viendo todos estos oficios y, lamentablemente, tarde o temprano van a desaparecer. Así ya está ocurriendo, y de hecho me costó mucho poder rescatarlos. Algunos fueron más accesibles y fáciles de ubicar que otros”, comentó Salgado.
Precisamente, dentro de esta investigación, el fotógrafo descubrió otros oficios, de gran valor histórico, que desconocía.
“Uno de ellos es el fraguador, del Cerro Santo de Tomé. Fue una sorpresa grande para mí, no sabía que existía. Él me contó que, antiguamente en las construcciones, no había soldadores ni grandes tiendas con materiales de construcción, ellos hacían todas las piezas y eran personas claves dentro del rubro, al contrario de lo que ocurre ahora, haciendo y sobreviviendo con trabajos menores”.
Como contrapunto a lo hecho por Salgado con anterioridad -la muestra y también libro “Retazos de una frontera” que igual contó con el apoyo financiero del Fondo del Libro- lo de este proyecto es mucho más rico en historias humanas y, como plus, en su edición impresa el texto también viene en inglés.
“Es mucho más íntimo, ya que en el libro hay reseñas e historias de las personas que desempeñan los oficios, el tiempo que llevan dedicándose a ello, etc. Lo otro interesante, y a diferencia de mi anterior proyecto, la publicación viene con los textos en inglés, esto con la eventualidad que un extranjero lo lea y conozca esto tan valioso, y en una de esas se lo lleve a su país y lo comparte. Por ejemplo, a un amigo de Francia, que trabaja en una biblioteca, le regalé dos ejemplares para que lo deje a disposición del público. Se abre el abanico de posibilidades para que lo conozca la mayor cantidad posible de público”, detalló el fotógrafo.
La muestra, compuesta por un total de 30 fotografías en blanco y negro, si bien se ha presentado en diversos espacios culturales y educacionales de la ciudad, en la sala del Arzobispado será la última vez que estará disponible y abierta al público penquista, ya que entre septiembre y diciembre se trasladará a Santiago y San Felipe.