Cultura y Espectáculos

Crítica de cine: Spider-Man viaja a Europa

Por: Esteban Andaur 14 de Julio 2019
Fotografía: Película

Esta es una secuela, o… ¿la primera parte de la nueva fase del UCM? Como quieras, lo importante es que nos da lo que cualquier filme-bisagra debería: buenas actuaciones, ingenio, imágenes deslumbrantes y justas dosis de acción. Ahora bien, ¿es Spider-Man: Lejos de casa (2019) mejor o peor que su predecesora?

Comparten al mismo director, Jon Watts, y aun cuando la ejecución aquí no es tan prolija, es igual de satisfactoria; pero no es, digamos, Ant-Man
and the Wasp. Él vuelve a usar a los Ramones y añade sorpresas al soundtrack, como The Go-Go’s; o sea, me derretí un poco en mi butaca.

Por otra parte, el deleite depende bastante del elenco joven: Watts sabe detectar qué personaje tiene más química con otro y toma el riesgo de formar parejas amorosas insólitas, sacando lo mejor de Tom Holland, Zendaya, Jacob Batalon y Angourie Rice. Así, la película se aleja de la comedia de secundaria que fue Spider-Man: De regreso a casa, y emerge como una comedia romántica que, casi por accidente, es una peli de superhéroes.

De hecho, las escenas de comedia romántica son tan ingeniosas y efectivas, que el tono es interrumpido cuando se entrometen elaboradas secuencias de peleas, las cuales son genéricas, las hemos visto antes, incluso dentro del UCM. Está de más decir que la gran confrontación final deriva en una cacofonía. Que la acción no sea tan original como los otros elementos de la historia, le resta fluidez a ésta, y me costó engancharme, por lo menos, durante la primera media hora. Pero las actuaciones nunca flaquean, y eso me mantuvo interesado, al igual que la esperanza de momentos más idiosincrásicos, que llegaron.

El filme reemplaza EE.UU. por Europa, debido a un viaje escolar que Peter Parker (Holland) y sus compañeros emprenden al continente para enriquecer sus conocimientos científicos, y los realizadores hacen un buen uso dramático de las locaciones, aunque el viaje sea una excusa para diversificar el look dentro de la franquicia y nada más. Lo que menos hay es ciencia de la real, porque sobra la ciencia hollywoodense aplicada a estas historias. A quién le importa, nos estamos divirtiendo.

Jake Gyllenhaal interpreta al elusivo Mysterio, un villano que no lo es tanto, y el actor se encarga de hacerlo impredecible, basculando entre vileza y carisma. Nuestra percepción del personaje es complementada con una visualidad inventiva, fusionando la psicodelia de Doctor
Strange con sugerencias a la intertextualidad pop de Spider-Man: Un nuevo universo.

Los efectos especiales son excelentes en las escenas en que Peter es obnubilado por los poderes de Mysterio, las cuales están cargadas de conflicto.

Los personajes les rinden un último homenaje a los caídos de Avengers: Endgame, algo que funciona como un espejo de lo que el propio estudio y los fans más vehementes sienten ahora: no es tanto un luto, sino la especulación triste de si Spidey es la elección correcta para continuar tanto el legado de Tony Stark, como la producción de abundantes largometrajes. Peter medita sobre su lugar en el relato y he ahí su <>; ya sabes, nada muy complejo, sólo una cavilación corporativa presentada como crisis existencial.

Admito que Lejos de casa me causó cierta fatiga como consumidor, ya que es más de lo mismo, y la buena ejecución pasa a segundo plano. Sé que estas películas son a menudo eficientes, a veces magníficas; sin embargo, hay una rigidez inherente que no es muy alentadora a la imaginación, y ya es hora de que estos proyectos corran todavía más riesgos.

No es épica como Endgame, no puede serlo, y es inevitable que sea víctima de la comparación. Me gusta que se tome su tiempo para desarrollar a los personajes, hasta llegar a ofrecernos una vaga introspección a las relaciones humanas y el amor. Le concedo eso.

El romance es genial, no obstante, la aventura es estándar, y los valores de producción no bastan para compensar las irregularidades. Aun así, es encantadora. Está ok.

No es descollante. Sólo ok.

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