Cultura y Espectáculos

Godzilla II: Rey de los monstruos

Una trama de conflicto familiar en medio de conspiraciones, ecoterrorismo y mega monstruos, que funciona bien en la medida que vas preparado para aceptar que estás frente a ciencia ficción pura. Para todo público que busca entretención en los días lluviosos de Concepción.

Por: Felipe Placencia 02 de Junio 2019
Fotografía: Película

En la era del cine a la carta ( computador y celular) , atraer público a las salas no deja otra alternativa que la de utilizar súper héroes  y monstruos. Es el caso de Godzilla  y su segunda parte (de Legendary/Warner) . Una entrega que si bien puede resultar  un tanto predecible, tal vez ahí radica su fortaleza, el no temer a otro engendro en la era millennial: el spoiler.

Es que el eslogan del cartel promocional en el Cine Planet del Mall del Centro Concepción te adelanta el final: “El Rey de los Monstruos” ( o del Spoiler) , la continuación de la historia estrenada en 2014 tras el fallido intento de 1998. Y aquí otra revelación: todo termina  feliz, pero con amargura en medio del caos. Algo que los guionistas de  Hollywood han sabido perfeccionar en los últimos años (Michael Dougherty, Max Borenstein, Zach Shields).

Un ejemplo reciente es la última entrega de Avengers, que nos enseñó algo muy valioso ( con llanto de por medio), que para ganar se tiene que perder.  Aunque duela.

Y otro paralelo: en este Godzilla al igual que en los Vengadores, reina un conflicto de fondo, que es la sobrepoblación mundial y la idea de cómo restaurar el  equilibrio. La pregunta tiene respuestas con acciones monstruosas de un ex militar de alto rango y una eminencia de la ciencia  convertida en ecoterrorista, quienes creen que se debe hacer lo necesario para salvar el planeta, aunque eso implique poner en riesgo la vida de los seres más queridos ( a  una de las protagonistas, Millie Bobby Brown, la misma de Stranger Things) y la muerte de miles ( o millones) de ciudadanos del mundo que ignoran lo que hay bajo tierra y bajo el mar: una decena de “titanes” que responden al llamado de “Monster Zero”, un mega engendro de  múltiples cabezas de dragón  que resultó ser un extraterrestre ( sí, leíste bien).

El resto es una invitación a descubrir cómo se desarrolla esta película de acción con conflictos familiares, de gobierno, conspiraciones estilo Doctor File, criptozoología y batallas imposibles de ganar para los humanos. Por fortuna, esta vez Godzilla nuevamente está de nuestro lado para dominar a todas las bestias.

También hay guiños a la buena música. En el intro de la cinta, la actriz Millie Bobby Brown escucha la canción Wave of Mutilation de los entrañables Pixies . “Pensarás que morí, pero salí a navegar… en una ola de mutilación”, se escucha en inglés. Y sí, te lo confirmo,  es el spoiler de lo que serán los 131 minutos de acción y destrucción. Porque aquí la única regla es tratar de sobrevivir entre escenas de desolación y muerte.

Tal vez muchos van a recordar a  “Gojira” de 1998 ( ok, estamos un poco viejos, ya han pasado 20 años) , la que tuvo pésima crítica. Su valor radicó en su buena banda sonora y campaña promocional ( la de 2019 tiene la canción Godzilla de los Blue Öyster Cult, versionada por Serj Tankian, vocalista de System Of  Down, por cierto).

Y el último spoiler, pero esto como aprendizaje de vida: hay cosas que con los años se transforman en nostalgia y todo parece menos malo.

Es por eso que la nueva generación que recibe este Godzilla  que se alimenta de ojivas nucleares  tendrá que esperar 20 años para saber si estuvieron frente a un clásico de la pantalla grande que vino hacer frente a la era Netflix o ante sólo  un placer culpable que hará recordar  la época de juventud.

Claro, tal como le pasa a muchos noventeros cuando escuchan a The Wallflowers,  versionando a “Héroes” de David Bowie con un “clip” ambientado en ese largometraje que nos trae a la memoria  tramas de amor,  adornadas por un lagarto destructor que se hizo gigante por  las pruebas nucleares en el Atolón de Mururoa.  Uno de los tantos terrores reales de los noventa que no hizo salir a protestar a las calles.

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