Cultura y Espectáculos

Los 30 años marcaría el límite etario para descubrir nueva música

La rutina laboral demandante, el cuidado de los niños y la abrumadora cantidad de nueva música existente, serían como las principales razones del fenómeno bautizado como “parálisis musical” planteado por la plataforma digital. Voces locales entendidas en el tema plantean todo lo contrario, y ven la actualidad como una rica e inagotable fuente de novedades y fronteras sonoras.

Por: Mauricio Maldonado 24 de Junio 2018
Fotografía: Ilustración Andrés Oreña P.

Pasado los 30 años, las personas en general, alcanzan un estado de madurez que se refleja en diferentes aspectos. Hay una estabilidad laboral y familiar más sólida y definida, en que el tiempo se vuelve uno de los “bienes” más preciados de resguardar y distribuir de buena manera.

En este sentido, escuchar música es uno de los hobbies o pasatiempos que va fijo de incluir dentro de lo cotidiano, por lo cual, la mayoría de las personas se van a la segura y revisitan, una y otra vez, los mismos temas, discos y artistas, sin indagar o curiosear por alguna nueva sonoridad. Tesis que plantea una encuesta revelada a comienzos de mes por la plataforma digital Deezer, la cual asegura que pasado los 30 años las personas dejan de descubrir nueva música, produciéndose una especie de “parálisis musical”.

“En efecto, la mayor parte del consumo musical tiende a definirse durante la adolescencia, porque existe una relación directa entre éste y la construcción de identidad individual y social. Existen, por lo tanto, una mayor cantidad de experiencias significativas asociadas a la música y, en consecuencia, una mayor perdurabilidad de esas músicas en el gusto de los individuos. Podría decirse que la dimensión personal de la biografía social de las músicas se construye en esa etapa. Luego de eso, el asunto se mantiene principalmente entre la nostalgia y el prejuicio”, comenta Nicolás Masquiarán, musicólogo y docente del Departamento de Música de la UdeC.

A lo que añadió que “luego, en la medida que nuestra identidad se asienta, nuestras acciones buscan generar estabilidad en todos los ámbitos de la vida, va mermando nuestra ‘capacidad de asombro’ y nuestra disposición al descubrimiento. Como parte de ese proceso, decanta nuestro gusto/consumo musical. Sin embargo, esto no impide que se añadan nuevos repertorios, pues las identidades adultas, aunque más estables, siguen siendo dinámicas. Simplemente son procesos más lentos, específicos y socialmente discretos. Aunque, tales estadísticas o encuestas no son tan fiables, pues el consumo musical involucra una cantidad bastante mayor de fuentes que no están siendo consideradas, y porque lo que se puede medir en las plataformas online está supeditado a la oferta musical de las mismas. Por ejemplo, no puedo escuchar Adele en Spotify, porque retiró toda su música”.

En dicha investigación -algo similar a lo que hizo el 2014 Spotify- cuando se pregunta sobre el motivo por el que se detuvieron en la búsqueda de nueva música, los participantes ofrecen una gran cantidad de excusas, entre las que destacan el tener hijos y simplemente sentirse un poco abrumados por la cantidad de música nueva que se ofrece en el mercado.

En detalle, el 60% de las personas encuestadas aseguraron estar en una especie de rutina musical en que sólo escuchan las mismas canciones una y otra vez, mientras que el 25% dijo que lo normal era no probar música nueva fuera de sus géneros de preferencia. Por el contrario, la edad máxima para descubrir nueva música, según los resultados sugeridos, era de 24. En este rango etario, el 75% de los encuestados aseguraron escuchar 10 o más canciones nuevas a la semana, y el 64% dijo que buscaban a cinco artistas nuevos por mes.

El oído siempre atento

Para Jorge Meza, comunicador audiovisual y productor musical de Balmaceda Arte Joven Bío Bío, hay algo de cierto en los resultados que arrojó el estudio, aunque matiza que para él va más por el lado del soporte de la música. “Los jóvenes, que se nutren de todo lo que ofrecen las plataformas actuales de música, son más asiduos a todo lo que va apareciendo y tienen el tiempo para consumirlo, pero en mi caso disfruto más del formato físico de la música, colecciono vinilos y CD’s, disfruto más de su arte y la calidad en que están grabados, por lo cual soy más selectivo. No gasto mi tiempo en ese sentido”, dijo.

Al respecto, agregó que “la música nueva la he descubierto como parte de mi trabajo y por proyectos locales, gente de la zona que está haciendo discos, pero al momento de escuchar música me voy a lo clásico, desde Smiths a The Clash y las novedades sólo la escena musical penquista y regional, también algo a nivel nacional”.

En contraparte, Javiera Hinrichs, guitarrista y cantante local, confiesa que, por su mismo quehacer musical, siempre está presente el “bichito” de la curiosidad y abierta a todas las novedades, siendo las plataformas digitales de música muy útiles en esta línea.

“Encuentro que estas nuevas herramientas -plataformas digitales de música- son todo lo contrario, como van saltando de un artista a otro, y los relaciona con otros artistas de escenas o estilos similares, lo encuentro muy interesante. O también te permite volver a algunas bandas y sacarles otro ‘rollo’, incluso cuando te recomiendan algo lo puedes buscar ahí o en otras plataformas. Es mucho más fácil escuchar música hoy en día”.

A lo que Masquiarán complementó que “el oficio me obliga a descubrir nuevas músicas, pues tengo que estar conectado con lo que escuchan las nuevas generaciones y ser capaz de encontrar el valor de su gusto musical, evitando los prejuicios, para contribuir a una escucha crítica. Y creo que es una actitud mínimamente ética de un educador, aunque no veo que sea habitual”.

Mientras que para Mario Soto, experimentado productor de jazz y melómano de corazón, muy en sintonía por lo expuesto con Hinrichs, “escucho todo tipo de música. De hecho Spotify, para mí, independiente que me gusten los vinilos, es algo extraordinario. Gracias a esto puedes llegar a más música, mi grueso musical es el blues, jazz, rock, funk, pero de ahí van saliendo nuevas corrientes que gracias a estas plataformas te vas interiorizando. Lo que me queda claro, es que de mis amigos -tengo más de 50 años-, la mayoría está ‘pegado’ con lo de siempre, ahí trato de sugerirle algunos grupos nuevos de gran calidad. Entonces, para mí creo que esa ‘parálisis musical’ que habla la investigación, es más para las personas sobre 50. En mi caso, estoy abierto a lo que sea bueno y me llegue”.

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