Cultura y Espectáculos

Crítica de cine: Guardianes de la Galaxia Vol. 2

Por: Esteban Andaur 04 de Junio 2017
Fotografía: Diario Concepción

Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (2017) es una mejora indiscutida de la primera película de 2014. Mientras esta última era graciosa y visualmente sorprendente, no era la revolución ñoña que los críticos estadounidenses se desvivieron proclamando. En cambio, el Vol. 2 es más gracioso, más ambicioso en sus imágenes, y produce un impacto emocional más valioso que su predecesor.

La historia es muy sencilla: Star-Lord (Chris Pratt) se reencuentra con su padre (Kurt Russell) en el espacio exterior. Lo demás son problemas familiares que involucran a los amigos de Star-Lord, pero el suyo es el problema más importante, porque, bueno, es el protagonista, y porque su origen se encuentra en la Tierra, y no en la galaxia como el resto de sus compañeros guardianes.

Que el padre de Star-Lord sea bueno o malo, su verdadero padre o un mentiroso, es la ambivalencia en la que la película se mueve durante la primera mitad. Para mí, el hecho de que sea interpretado por un actor como Kurt Russell ya me generaba desconfianza; no sé por qué, pero nunca me lo puedo imaginar de bueno en ningún filme. Pero el asunto no se limita a esclarecer dicha dualidad, puesto que va más allá. Es cómo Star-Lord reacciona ante el hecho de que su padre provenga del espacio lo que es importante, y es una oportunidad valiosa para Pratt en cuanto puede profundizar en sus personajes de una manera novedosa.

Esa actitud madura respecto a las relaciones familiares empapa todo el filme, en la medida que cada personaje tiene que confrontar sus propios vínculos familiares y encontrar nuevos significados en ellos. De esta forma, Guardianes de la Galaxia Vol. 2 nos conduce a un final coral que es, simplemente, el más conmovedor del UCM. En una palabra, inspirado. Y aquí el uso del 3D es excelente. Ya que el efecto en las emociones es hondo, el 3D nos hace compartir, literalmente, el momento con los personajes en bellas imágenes, acompañadas, por supuesto, de un clásico de Cat Stevens. La banda sonora es tan perfecta como en el primer filme.

En esta película, los personajes cierran ciclos, conocemos a nuevos personajes, y las cinco escenas poscréditos son disparatadas y nos informan de lo que se vendrá en la tercera entrega. Sólo puedo decir que sería genial ver a Howard the Duck en un papel importante.

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