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Mala junta

La opera prima de Claudia Huaiquimilla tiene entre sus puntos más rescatables un discurso muy personal y una fotografía sobrecogedora. Un talento del que hay que estar pendiente.

Por: Diario Concepción 14 de Mayo 2017
Fotografía: imagen_Principal-47.jpg

La opera prima de Claudia Huaiquimilla tiene entre sus puntos más rescatables un discurso muy personal y una fotografía sobrecogedora. Un talento del que hay que estar pendiente.
 

Francisco Esteban Andaur
contacto@diarioconcepcion.cl

El debut de la realizadora mapuche Claudia Huaiquimilla, Mala junta (2016), es un trabajo absorbente, por su muy personal expresión política, y porque hay un esfuerzo genuino en intentar contar una historia verosímil, de peso dramático y entretenida. La historia está ambientada en la actual crisis mapuche que se vive en la Araucanía.

Tano (Andrew Bargsted [Nunca vas a estar solo]), es un adolescente que ha caído en la delincuencia casi por diversión, y es enviado a vivir con su padre para no caer en el Sename. Su padre (Francisco Pérez-Bannen) vive en la Araucanía y es vecino de una familia mapuche, por cuya dueña de casa (Francisca Gavilán) siente una atracción romántica.

El hijo de ella, Che (Eliseo Fernández), es un muchacho tranquilo y correcto, y que lucha por la causa de su pueblo, ya que el lugar donde vive está constantemente bajo la amenaza de asedio y desalojamiento por parte de los carabineros. Y es en este contexto de violencia, tanto interior de los personajes como presente en la sociedad, que Cheo y Tano forman una improbable amistad. Si hay algo en común con estas dos personalidades tan opuestas, es que sus vidas no poseen dirección, quizá porque sus trasfondos son familias disfuncionales. Tano y Che han crecido sin una figura paterna, y las añoran.

Ambos suelen reunirse bajo un árbol que queda en el bosque que separa sus casas. Ahí juegan, beben, o sea, lo que se asume de forma común que todos los jóvenes hacen. Cheo suele aparecerse de la nada ante Tano, sin razón aparente. A Cheo lo acosan en el colegio; necesita un amigo y quizá insista en encontrarse con Tano porque él no lo discrimina, es su vecino y está igual de solo, lo cual explicaría la comodidad de Cheo ante su presencia; pero la reacción de Tano se debe más a indiferencia que a compasión.

No obstante, encontré que una falla mayor en el filme es que nunca se explica el título. Por supuesto que <> es un término popular que en Chile todos comprendemos. Tano es un delincuente al que no le interesa su destino, mientras que Cheo está involucrado en la resistencia mapuche de su comunidad. Entonces ¿quién de los dos es la mala junta? Según yo, para Cheo es Tano, y para el alumnado del colegio, es Cheo. Pero la película debe decirlo, partiendo por explicar la expresión.

Sin respuestas

Ellos están en su adolescencia, y en tal período todos somos una gran incógnita para nosotros mismos, así que entiendo por qué el filme no entregara respuestas sólidas sobre los protagonistas de vez en cuando. Sin embargo, en el caso de Tano, necesitaba una explicación para un dolor y rabia tan profundos; me quedó claro que es autodestructivo, y espera que Cheo también lo sea; pero este último tiene algo por qué luhar y que le da valor a su existencia. Tano, por otro lado, es vacuo y podría aprender a perdonar, por ejemplo, a sus padres. En las escenas finales hay sugerencias de tal crecimiento, mas la película necesita pronunciarse fuertemente al respecto, para que nos conduzca a algo. Su estructura exige una catarsis.

Por el contrario, el filme termina, digamos, antes de terminar. El corte es abrupto y los créditos aparecen en la pantalla. Parece más una historia interrumpida que una historia terminada. Porque ni siquiera es un final abierto, sino antojadizo, excluyente. Encima, intenta ser una conclusión poética, mas la historia es muy directa como para devenir en poesía justo en el final.

Mala junta posee una fotografía bella, paisajística, la cámara está cómoda en las sombras nocturnas del bosque. La música es sentimental en las escenas dramáticas más intensas, casi arruinando el efecto de éstas. Los personajes son a veces voceros del pensamiento político de su directora, pero eso está bien.

El resultado es interesante y valiente, aunque esperaba más. Con todo, Claudia Huaiquimilla es un talento al que hay que estar pendiente en los años por venir.

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