Cultura y Espectáculos

Lo más osado de Marvel: Doctor Strange

La mayor virtud de la película son sus efectos especiales, que aumentan el dramatismo de una historia que, de otro modo, se habría quedado en lo estándar que ofrece el estudio del cine de superhéroes.

Por: Diario Concepción 13 de Febrero 2017
Fotografía: imagenPrincipal-6424.jpg

La mayor virtud de la película son sus efectos especiales, que aumentan el dramatismo de una historia que, de otro modo, se habría quedado en lo estándar que ofrece el estudio del cine de superhéroes.
 

Esteban Andaur
Contacto@diarioconcepcion.cl

A mi juicio, el 2016 ha sido el mejor año de Marvel Studios. Nos entregaron su mejor película a la fecha, Capitán América: Civil War, que, para mi desconcierto, no cuenta con ninguna nominación a los premios Oscar. Deadpool revitalizó el cine de acción para adultos, entendiendo la adultez como <>; sí, un concepto súper adolescente de la adultez (en Chile fue calificada para mayores de 14, apropiadamente). La película era entretenida, pero uno debe ser justo y el filme no ofrecía nada novedoso, aparte de la obscenidad, puesto que era la típica historia del origen de un superhéroe. Funcionó, pero no merecía ningún reconocimiento de la Academia.

Y, por último, está Doctor Strange, que, a juzgar por el personaje, ya en los cómics debe ser bastante atípico.

La película cuenta la historia del ególatra neurocirujano Stephen Strange. Su vida da un gran vuelco tras un accidente automovilístico que daña la motricidad de sus manos. Ya que no puede volver a operar ni a llevar una vida cotidiana normal, acude a todo tipo de procedimiento quirúrgico de última tecnología para recuperarse, lo que es imposible. Hasta que viaja a Katmandú, Nepal, donde hay un centro de sanación que cree puede curarlo, Kamar-Taj. No obstante, allí se da cuenta de que el centro es, en verdad, un monasterio de hechiceros místicos; Strange será aleccionado sobre los poderes espirituales dentro de todo ser humano, aprenderá a controlarlos y a usarlos para salvar a la humanidad del malvado Kaecilius, quien pretende invocar a la entidad maligna Dormammu para convertirse en el nuevo Hechicero Supremo.

Doctor Strange es, ante todo, una magnífica experiencia visual. Los efectos visuales son complejos y arrobadores. Como la historia tiene que ver con la percepción de múltiples realidades y cómo éstas se organizan y controlan, la película se divierte mucho con esto, jugando con nuestra percepción del filme al distorsionar las vistas de ciudades, galaxias (o algo así) y portales a otras dimensiones. Es como si los realizadores hubiesen puesto en movimiento y a color las litografías de perspectivas infinitas de M.C. Escher, mezcladas con el surrealismo de Dalí, pero me atrevería a decir que con la elegancia de Magritte. Doctor Strange sería más que útil para enseñarle a alguien parte de la Historia del Arte de la primera mitad del siglo XX; ¿de qué película de superhéroes puedes decir eso? Sumémosle a esto la evidente artificialidad y colorido extravagante de las celdas de un cómic, y la película entrega los fotogramas que más estimulan la imaginación y de mayor efecto dramático en el catálogo de Marvel.

Los temas místicos del relato están simplificados para un público de masas, claro; sin embargo, esto no quiere decir que las lecciones espirituales del filme sean menos importantes dada su presentación básica. Después de todo, no es adoctrinamiento religioso, solo un entretenimiento del más alto nivel.

Ahora bien, Doctor Strange es, al igual que Deadpool, una historia típica del origen de un superhéroe. La diferencia es que se trata de un superhéroe místico. Y la otra diferencia es que no es solemne, pudiendo haberlo sido. El director, Scott Derrickson, fue inteligente en evitar este error frecuente del cine de superhéroes contemporáneo. Deadpool tampoco era solemne, pero satirizaba su propio género sin ninguna necesidad, porque parte del encanto de los superhéroes estriba en reconocer la absurdidad de todo el asunto. Doctor Strange es el perfecto equilibrio (¿espiritual?) entre lo ingenuo y lo espectacular.

En cuanto a las actuaciones, Benedict Cumberbatch está excelente como Stephen Strange, detestable al principio y empático hacia el final, y también en la voz de Dormammu, detestable todo el rato. Mads Mikkelsen inviste de autoridad al malo de Kaecilius. Pero la mejor actuación la entrega la ganadora del Oscar Tilda Swinton como el Ancestral, la maestra de Strange. El personaje de la historieta era un hombre asiático; sin embargo, para eludir estereotipos raciales y sexistas, los realizadores eligieron a una actriz británica para el papel. Otra osadía, pero la decisión no me molestó. Ninguna actriz puede proyectar la androginia y lo etéreo que exige un personaje diseñado así. Creo que la virtud de Tilda Swinton es que es capaz de transmitir emociones complejas haciendo muy poco con su rostro, y mucho con su mera presencia en el cuadro. Sus mejores personajes son siempre enigmáticos, y ella es lo mejor de Doctor Strange.

Marvel a veces nos entrega películas que se alejan de su tradición, al mismo tiempo que se afirman en ella con fuerza. Por ejemplo, Ant-Man (2015) es una gran excepción. Tenía un sentido del humor relajado y su enfoque narrativo se centraba en el desarrollo de sus excéntricos personajes, y tenía inusuales escenas de acción. Doctor Strange está elaborada según esa <>, resulta refrescante y, aunque Capitán América: Civil War sea mejor, esta es mi favorita.

1 nominación: Mejores Efectos Visuales.

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