Se trata de “Squeezable”, una propuesta que la ve como un emprendimiento y un apoyo educativo, porque fomenta el juego libre, el cual es muy importante en los primeros años de escolaridad.
El impulso a la innovación y el emprendimiento ya es parte del ADN de muchas casas de estudios superiores, donde los estudiantes, incluso, ya están enfocando su futuro hacia esa área.
Tal es el caso de Javiera Fuentealba, estudiante de Educación de Párvulos de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), quien mientras cursaba la carrera de Técnico Universitario en Educación de Párvulos del Instituto Tecnológico de la UCSC Sede Talcahuano, ideó un juguete sensorial o pequeños muñecos antiestrés moldeables llamados “Squeezable”, hechos de materiales no tóxicos, que le valieron obtener un fondo interno de innovación.
El pequeño juguete estimula los músculos de las manos, permitiendo al usuario liberar tensión. Además, sirve como estimulante que ayuda a la adquisición de aprendizajes y a la concentración en los menores.
Javiera comentó que ha podido avanzar en el desarrollo de esta tecnología, pues “si bien en el IT dan las herramientas para conocer sobre el tema, ahora los contenidos son de mayor apoyo. A modo de ejemplo, este semestre tuve un ramo ligado a las neurociencias, por lo que varios ejemplos que vimos en clases se vinculaban al espectro autista. Por ende, me beneficia bastante la investigación en este ámbito para el desarrollo de Squeezable”.
La última validación del sistema la llevó adelante en el Instituto Humanidades San Francisco de Asís de Lota con tres estudiantes de nivel de transición: kínder, primero y tercero básico. Se trata de un emprendimiento y un apoyo educativo, “ya que fomenta el juego libre, el cual es muy importante en los primeros años de vida, sacándolos de las actividades sumamente escolarizadas, es decir, que los menores estén sentados en mesas y sillas como si fueran estudiantes mayores”.
Javiera reconoció que el proyecto ha arrojado niveles de avance y mejoramientos continuos de los prototipos. Por ahora, lo que llama la atención de los niños son las texturas y el personaje en sí, que también genera atracción en los menores.
Además, ha descubierto que el peso de las piezas influye en la regulación de los estudiantes, sobre todo en estrés y ansiedad, puesto que los niños con autismo se sienten como flotando en el espacio en forma constante, por lo que tener algo pesado en sus manos, los apoya. Por ello está desarrollando un nuevo elemento que pronto verá la luz.
Para llevar adelante esta propuesta ha logrado avanzar en un fondo interno para estudiantes que fomenta la innovación y el emprendimiento, algo que la alumna de Educación de Párvulos valora, pues la carrera la ve desde otra perspectiva. “En ese aspecto, me di cuenta de que lo mío no solo es estar en el aula, sino que también en la innovación vinculada al área en la que me estoy preparando o quizás dedicarme a pedagogía hospitalaria. Por ende, se me abren más campos y no solo a mí, sino que a los demás estudiantes”, proyectó.