La Municipalidad de Concepción repuso el característico dispositivo ubicado frente a la Plaza Independencia.
A partir de esta semana será puesto en funciones, nuevamente, el tradicional reloj de la intersección de Barros Arana con Aníbal Pinto en pleno centro de Concepción.
Así lo confirmó el municipio penquista el que con recursos propios realizó la reposición de este elemento urbano icónico, y que se encontraba dañado.
El dispositivo fue instalado durante los últimos días, y ahora comienza su puesta en marcha.
En medio de los trabajos de reposición es que los trabajadores del sector se percataron de manera natural del regreso del reloj.
Eliana Pedreros, del local Nuevavisión, comentó que “me encantó. Uno que estudiaba en Concepción era típico que se juntaba con el resto de las personas bajo este reloj, una tradición. Que bueno que lo arreglaran. Lo dañaron en el Estallido Social. Esto es emocionante”.
Carlos Opazo de la tradicional Heladería Dimarco, lleva 15 años trabajando en el lugar. Sobre el regreso del reloj dijo que “se extrañaba. El reloj era una referencia”.
“Soy oriundo de Tirúa y llegué a Concepción en 2006, lo que más me daba la gente como referencia era el reloj. Se recuerda con nostalgia, esto era un punto de encuentro e importante”, agregó.
El iconográfico dispositivo horario se emplaza en una intersección también reconocida dentro del centro de la ciudad, la llamada “Parada de los tontos”.
No son pocas las investigaciones en torno a este fenómeno de georeferenciación, patrimonio y cultura que hay alrededor de Aníbal Pinto con Barros, y el propio reloj. Todo esto frente a la propia Plaza de la Independencia.
Por ejemplo, en un trabajo de Hugo Capellá de la Universidad de Concepción y publicado en la revista Scielo se da cuenta que “el uso de los relojes públicos en Occidente se propagó a partir del siglo XIV, con los horologium. como en el caso del de Padua en Italia. Los primeros relojes se van a vincular con edificios oficiales. La hora venía dictada desde las iglesias, que ya pautaban el tiempo y las alertas con sus campanas, así como de instancias del poder, como palacios reales: es el caso del Louvre, por ejemplo”.
En el caso penquista, “‘La parada del tonto’ o ‘Parada de los tontos’ es el nombre dado a una esquina del centro de Concepción que se usa como punto de encuentro. El nombre refiere al hecho de la espera de pie como “tonto”, mientras aparece la otra persona, ya que el “otro” nunca es puntual”, agrega.
“La originalidad de ‘La parada del tonto’ reside en el hecho de que su establecimiento como hito se fundamenta exclusivamente en la transmisión oral que la comunidad ha hecho de su función como punto de encuentro, sin que ello tenga vinculación con elemento espacial alguno. El nombre dado al lugar se convierte en el referente y pasa a considerarse como un hito por sí mismo. El carácter patrimonial de ese hito reside en la dimensión de legado, transmitido en el tiempo de forma colectiva”, sostiene también el trabajo.