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Comienza la recopilación de la memoria y vivencias en la pandemia

Entre las iniciativas, destaca Proyecto Cuéntame, que desarrolla la Unidad de Apoyo Pricosocial al Personal Universitario de la UdeC, que reunirá relatos de la comunidad de los tres campus.

Por: Sebastián Henríquez 28 de Noviembre 2021
Fotografía: Raphael Sierra P.

¿Qué recuerdos tenemos de la última pandemia?

Fue hace tiempo, terminó en 1922, hace casi cien años, así que es imposible preguntar a alguien cómo fue que lo pasó, qué aprendió o cómo se las arregló para sobrellevarla.

Hay, si, datos indirectos, testimonios que nos dicen que la pandemia que Chile vivió entre 1918 y 1922, denominada Gripe Española, dejó una huella honda.

De partida, el impacto en el país fue grande, pues se abatió justo cuando comenzaba la crisis del salitre, así que el Estado tenía pocos recursos para enfrentarla.

El movimiento higienista, que propugnaba acciones como desarrollo del alcantarillado público, la construcción de hospitales o la nutrición infantil, encontró entonces su momento.

El debate público logró presionar a la autoridad, y en 1924 se crean los Servicios de Salud.

Poco registro queda de otra pandemia anterior, la de cólera, detectada en Chile en 1888 en Valparaíso y Santiago.

Fue la primera crisis de salud que se abordó con una medida novedosa, denominada cordón sanitario, y que consistía en aislar comunas o barrios para evitar los contagios.

¿Suena conocido?

Si, la idea se ha seguido utilizando desde entonces, tanto, que ya puede uno imaginarse su significado.

Entonces, sin embargo, era una innovación de punta, y fueron muchos los chilenos que reaccionaron con dudas o de forma errada, a la nueva idea de las autoridades.

El historiador Luis Orrego, recuerda en sus Memorias del Tiempo Viejo que “cuando apareció el cólera, la sociedad tembló de miedo. Se tomaba todo género de medidas, hasta las más absurdas, y era tal la ignorancia reinante, que según contaba Vicente Grez, una dama enloquecida de terror, se presentó a la Cordonería Alemana pidiendo diez varas de cordón… sanitario”.

Hay otro testimonio de cómo las autoridades abordaron el tema. En 1892 se crea el Consejo Superior de Higiene, antecesor directo del actual Instituto de Salud Pública.

Crisis y Memoria

Para el doctor Himmbler Olivares, profesor del Departamento Psicología de la Universidad de Concepción, las experiencias límite, de crisis, son parte de aquello que construye nuestra memoria colectiva.

“Son acontecimientos que pasan a formar parte de la historia de las personas”, cuenta el académico.

“En ese sentido, lo que suele llamarse memoria histórica, congrega recuerdos de nuestros antepasados, o de personas que han vivido más que nosotros, y de alguna forma en un plano intersubjetivo, congrega lo que entendemos de las historias que nos cuentan los antepasados”, añade.

“Las narraciones de los antepasados, van permitiendo comprender a uno su propia historia, y en el mismo análisis que lo personal, lo familiar, está conectado con la historia, y de ahí surge el colectivo”, relata.

“Es un fenómeno cambiante, que tiene que ver con acontecimientos pretéritos vividos por una comunidad, pero que son narrados y transmitidos a generaciones más jóvenes, que van entendiendo a su forma los acontecimientos importantes”, explica.

Esta memoria, estos relatos, se convierten en prácticas para enfrentar un futuro tsunami, pandemia, terremoto… de lo que se trate.

Un ejemplo de esto, cuenta, es la costumbre de lavar las tablas de cortar carne y verduras, con cloro.

Esto viene, justamente, de la epidemia de cólera que vivió Chile a comienzos de la década del 90, que tiene la particularidad de que constituye la primera emergencia sanitaria televisada en el país.

Conductas como lavarse las manos, lavar las lechugas con desinfectante y la prohibición de comer mariscos crudos, vienen de esta crisis que dejó en el país un saldo de 200 contagiados y 10 fallecidos.

Pandemia mediada

La capacidad que tenía una persona de fines del siglo XIX de dejar un registro sobre su vivencia de la pandemia, era casi nula.

No había posibilidad de registrar imagen o voz, y el acceso a la imprenta era limitado a personas con recursos.

Comunicar tenía un costo muy superior al actual.

“Gracias al avance tecnológico tenemos muchos más medios materiales para darle sentido a la experiencia subjetiva, probablemente hace 100 años era muy escasa, hoy es muy sencillo”, dice Olivares.

Esto coloca a la pandemia de coronavirus en una situación completamente nueva.

De la pandemia de Peste Negra del siglo XIII, nos quedan pocos testimonios, como la novela Decamerón, de Bocaccio. De las pandemias de cólera del siglo XIX, nos quedan imágenes retratadas en la pintura, en la Lira Popular, en la prensa. La emergencia sanitaria de 1991 fue la primera de la que tenemos registro en video.

Pero el Covid, tiene un registro apabullante. “Si con los casos anteriores, teníamos el problema de que es difícil encontrar registro, quienes traten de entender esto en el futuro, no sabrán por dónde empezar”, asegura Olivares.

El valor de la curatoría

Frente a la descomunal cantidad de información e imágenes que existen sobre la experiencia subjetiva de la pandemia, el profesor plantea que hay salidas como la edición, la selección.

“Antes, se tenía que elegir muy bien lo que se dejaba registrado, porque era costoso, no cabía equivocarse. Ahora, la experiencia es similar, si se elige o selecciona bien el material, puede servir de ayuda a la hora de construir memoria”, asegura.

Un caso de esto es la iniciativa que desarrolla la Unidad de Apoyo Psicosocial al Personal Universitario, UAPPU, denominada Proyecto Cuéntame.

En este caso, la unidad recopilará hasta el 9 de diciembre, relatos en video y texto sobre las vivencias y aprendizajes del personal de la UdeC en pandemia.

“Esto surge del trabajo de tesis que estamos realizando, donde planteamos la relevancia de la memoria histórica”, señala Sebastián Castañeda, estudiante de psicología que dirige el proyecto.

La investigación servirá para producir un documental y un libro, que se elaborarán con los relatos que reciban.

“En mi caso, mi mayor aprendizaje fue poder conocerme, el tiempo encuarentena, el encierro, me dio tiempo para lidiar conmigo mismo, con las cosas que dejé pendiente por mucho tiempo”, cuenta Castañeda.

“Este es un trabajo especial, me gusta cómo ha ido motivando a las personas a colaborar”, finaliza.

“La selección que se hace, tendrá un alcance positivo, el trabajo se ve muy interesante y tiene proyección académica”; señala Himmbler Olivares.

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