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Bomberos y brigadistas: la doble carga para los organismos de emergencia que representa la Covid-19

Desde que comenzó la pandemia, ya no hay situaciones de poca gravedad, dicen desde los organismos de emergencia. Hoy, un incendio es igual a rescatar a un niño que se quedó encerrado en una habitación, porque aunque la complejidad de la operación sea distinta, el riesgo de contagio es el mismo.

Por: Diario Concepción 28 de Febrero 2021
Fotografía: Bomberos de Chile

Este miércoles, al número telefónico de Bomberos, el 132, entró una llamada de emergencia. Nada grave, un niño se quedó encerrado en una casa en el sector de Lomas de San Sebastián, Concepción.

Según cuenta Cristián Cárdenas, comandante de Bomberos en Concepción, al lugar arribó un equipo pequeño.

“No era un incendio, era un menos que quedó encerrado en la habitación de su casa y nosotros fuimos a hacer la apertura”, recuerda.

“Ahí fue cuando supimos que la familia completa estaba aislada por ser contacto estrecho de un caso Covid-19, así que todo el equipo quedó en cuarentena”, añade.

Así las cosas, un asunto trivial, se convirtió en un problema mayor que sacó de servicio a seis bomberos. Por cierto, es un ejemplo del riesgo que el coronavirus significa hoy para los organismos de gestión de emergencia.

“Esto cambió totalmente las cosas”, cuenta Gonzalo Arroyo, ex director de Onemi.

Ya no hay asuntos sencillos

Bomberos lleva una completa estadística de sus servicios. Es útil, sirve para decir, por ejemplo, que antes de la pandemia una operación de rescate en accidente automovilístico tomaba en promedio unos 30 minutos, y hoy una hora.

Hay varios motivos.

Todos tienen que ver con la Covid-19, y con el hecho de que los organismos de emergencia deben tomar precauciones en sus labores. Para no contagiarse, claro, pero para evitar también una baja significativa en el personal operativo, lo que constituye un riesgo para el resto de la comunidad.

“No hemos llegado a ese punto, precisamente porque trabajamos para evitar tener un brote entre nosotros mismos los Bomberos”, cuenta Cárdenas.

“Ya no hay emergencias sencillas”, añade, explicando que Bomberos es uno de las entidades que más medidas ha incorporado.

La que más llama la atención, es que han reducido el personal que acude a un incendio.

“Tuvimos que adaptarnos, y adoptamos un sistema nuevo. En cada cuartel hay una guardia de seis personas. Son los primeros en ir a un incendio y hacen las tareas que antes desarrollaban 25 personas”, señala Cárdenas.

Esto, claro, con matices.

Si la situación es compleja, se llama a otros seis Bomberos que están en turno de “reserva”, y si las cosas siguen complicadas, pues se llama a la guardia de seis de otro cuartel.

“Tenemos 10 cuarteles en total en Concepción, esto nos da un total de 120 personas para una situación límite, que afortunadamente no ha llegado”, relata Cárdenas.

A ello hay que sumar medidas sanitarias, como la desinfección de cuarteles y el uso obligatorio de utensilios de protección personal.

La pandemia obligó también a redirigir recursos a otras áreas. Por ejemplo, el equipo y carro para emergencias químicas –poco frecuentes por lo demás- se usa hoy para sanitizar carros y personal después de los operativos.

El organismo ha debido adaptarse además a las distintas fases que contempla el plan paso a paso. En cuarentena, por ejemplo, se designa a un grupo de seis personas que se instala a vivir en un cuartel.

“Afortunadamente, hay personal que puede residir en el cuartel y teletrabajar o estudiar a distancia”, señala Cárdenas.

“Todo tuvo que adaptarse”, finaliza Cárdenas.

Brigadas sin Covid-19

Los campamentos de brigadistas forestales que disponen Conaf y privados durante la temporada de ocurrencia de incendios forestales han tenido que operar este verano tomando todas las precauciones para evitar contagios.

Son medidas que tienen una presión extra para su efectividad, pues los incendios se controlan y extinguen con personas capacitadas. Si se contagian, el riesgo aumenta.

En el caso del Biobío, las medidas han tenido muy buenos resultados.

A la fecha han ocurrido 2.098 incendios, muchos más que el promedio histórico situado en 1.440, pero la superficie afectada es menor.

Pasó de 12.740 hectáreas, a 4.609.

Es decir, los incendios se controlan más rápido, aún con la presión adicional de adoptar medidas por la Covid-19.

El presidente de Corma, Juan José Ugarte, señaló que “con el fin de evitar contagios de Covid-19 en los equipos de brigadistas y administrativos encargados de combatir los incendios esta temporada, las empresas forestales asociadas a Corma, han implementado estrictos protocolos”.

Esto implica, por ejemplo, que unos 4.500 brigadistas deben trabajar con mascarilla, permanentemente, aún en el sofocante calor –que puede superar los 50°C- que hay en el entorno de un incendio forestal.

A ello, claro, se suma la sanitización de medios de transporte terrestres, y del material aéreo.

La Covid-19 también cambió la estrategia comunitaria que desarrollan empresas forestales desde hace algunos años, y que implica involucrar a los vecinos en las zonas de más riesgo, en la prevención activa de incendios.

“Las charlas de prevención han tenido que ser por videoconferencia, y lo presencial se reduce sólo a la entrega de mascarillas y herramientas para limpiar la zona de interfaz”, señala Ugarte.

Emergencia, en la emergencia

La gestión de estas instituciones se vio muy comprometida por la pandemia. Por un motivo sencillo: si hay un brote en un campamento de brigadistas, o de bomberos… el riesgo es para toda la comunidad.

“Por lo pronto, hemos visto esa presión adicional, a la que los organismos han respondido muy bien”, cuenta Pedro Araya, asesor de organismos de emergencia.

Gonzalo Arroyo, grafica así el desafío: “primero, la Covid-19 multiplica las labores de todo el personal. Se añaden un montón de funciones y el personal tiene exposición mayor al riesgo de contagio, por el trabajo que realizan”.

“Los golpea también desde el punto de vista económico, porque deben invertir en medios de protección, guantes, cubrecalzado, mascarilla, en procesos de desinfección”, añade.

“Por añadidura, hay que establecer unidades aisladas las unas de las otras, antes había cambios de turno y rotación entre distintas bases. Ahora no, hay que mantenerse protegido de contactos estrechos, hay que ordenarse muy bien, generar trazabilidades de la gente, subdividirlos, articularlos en forma diferente. Esto, para todo, desde Carabineros a Bomberos, cualquier organismo de emergencia”, finaliza.

Lo que viene

“Esto llegó para cambiar las cosas, pero ojo, que la pandemia aún no termina y falta aún tiempo para poder saber, en definitiva, cuáles son los aprendizajes”, señala Pedro Araya.

“Para nosotros, esto nos ha hecho ver que podemos estructurar un trabajo con menos gente, algo que puede ser útil en otros contextos”, indica Cárdenas.

Para el bombero, la vuelta a la normalidad parece más compleja que continuar con el esquema que adoptaron debido a la Covid-19. “El teletrabajo, por ejemplo, permitió contar con dotaciones permanentes en los cuarteles… y eso antes no se podía. Ahora, con la vuelta a clases en universidades y en los puestos laborales, puede que perdamos eso que, en el fondo, era una ventaja”.

De todas las emergencias se aprende, el caso de Alto Río

Ayer, por videoconferencia masiva, tuvo lugar un webinar desarrollado por la Fundación Alto Río. Según los organizadores, asistieron unas 1.770 personas, lo que grafica el interés que aún despierta el caso del desplome de este edificio en Concepción hace ya once años, un hecho que dejó ocho muertos y 90 heridos.

Los especialistas consultados para esta nota coinciden en que es un ejemplo de la memoria que va a generar la emergencia de la Covid19. Aprendizajes que quedan, señalan, tal como el brote de cólera a mediados de los noventa llevó a todos los chilenos a adquirir la costumbre de lavar las hortalizas.

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