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La madrugada del 27/F en voz de quienes vivieron la tragedia

Concepción, Talcahuano y Tomé son escenarios de miles de historias, no sólo de las autoridades, también de personas anónimas. Aquí algunas de ellas.

Por: Diario Concepción 27 de Febrero 2020
Fotografía: Archivo | Diario Concepción

La madrugada del 27 de febrero de 2010, la actual senadora y entonces alcaldesa de Concepción, Jacqueline van Rysselberghe, había logrado dormir un poco más de dos horas cuando la tierra se empezó a mover. Había llegado cerca de las 1 de la mañana a su casa, tras la realización de la Fiesta de la Chilenidad, donde actuaban Los Jaivas.

“A las cuatro de la mañana iba rumbo al centro de Concepción para que ver como estaba la cosa. De ahí no paré. Fue el primer día del resto de mi vida”, contó Van Rysselberghe, quien luego asumió como intendenta del Bío Bío.

En otra comuna, que horas más tarde sería conocida como la zona cero de la tragedia, el entonces alcalde de Talcahuano, Gastón Saavedra, había apagado hace muy poco su computador. Preparaba un discurso por la visita de la Presidenta Michelle Bachelet.

“Llevaba poco durmiendo cuando empiezo a sentir el movimiento que no paraba en mi casa del sector Jaime Repullo. Una vez que calmó nos fuimos a la cuarta Compañía de Bomberos en Los Cóndores, tratamos de ordenar y calmar a la gente. Tomamos la decisión de ir a los cerros a pedir que no prendieran fogatas, porque íbamos a terminar con un incendio forestal sin tener los medios para apagarlo. Recorrimos completa la ciudad y fue ver la película ‘Pearl Harbor’ in situ, ver cómo quedó destrozado el puerto, caminando entre contenedores. Vimos urnas navegando en el centro de Talcahuano. Llegamos a la plaza y la municipalidad estaba destrozada”.

Historias como estas hay miles y muchas repetidas hasta el cansancio. A diez años, vecinos y vecinas del Gran Concepción rememoran los primeros minutos tras la tragedia.

Isidoro Valenzuela M.

Sobreviviente y apoyo a quienes necesitaban ayuda

Cuando inició el movimiento telúrico, Mónica Molina, otrora residente del edificio Alto Río, tuvo la sensación que la estructura colapsaría. “Mientras caía el edificio, con nosotros adentro, por primera vez en mi vida, percibí que la muerte era inminente. Logré refugiarme. Pensaba que todos los edificios de Concepción estaban en el suelo así que creí que nadie nos iría a rescatar (…). Sentí las balizas y me di cuenta sería rescatada”, relató.

Cerca de las 8 de la mañana logró salir del edificio, fue entonces cuando supo que el Alto Río, había sido el único en colapsar. “Fue muy chocante para mi ver que éramos los únicos en el suelo. Cuando ya estaba fuera no me quise mover del edificio. Al primero que vi fue a mi hermano, a quien abracé con todas mis fuerzas. Cuando vi a mi familia, me volvió el alma al cuerpo”, rememoró.

Jorge Villablanca, presidente Junta de Vecinos Mencia Los Nidos, recordó “hace 10 años era presidente del Club Deportivo Juventud Social. Fue algo catastrófico, un terrible momento para nuestro sector. Fue un desastre, estuvimos muy afectados con los vecinos. Costó organizarnos por la desesperación, había un caos y la primera urgencia era el agua. Nos organizamos con la gente del Club Deportivo para poder cuidar el sector porque supuestamente venían a saquear las poblaciones”.

“Era como la escena final de El Planeta de los Simios”, dijo Mario González, vecino de Barrio Norte y presidente del de Club de Regatas Andalién, sobre sus recuerdos del 27/F. “Vivo en Mackenna con Castellón y como la 1 de la mañana sentimos el paso del tren. Cuando empezó todo, pensamos que podía ser eso. Después nos dimos cuenta que no. Salí a la 6 de la mañana a recorrer el centro a pie y lo que más me impactó fue ver el edificio de Alto Río en el suelo y, muy cerca de ahí, vehículos destruidos, en el ingreso al puente Llacolén que también se había caído”, relató.

Experiencias anteriores y apoyo a gente herida

Javiera Román, piloto de rally: “Desperté con el movimiento. Fue súper fuerte, se rompía todo. La verdad, personalmente, lo pasé muy mal, mi mamá es trabajadora del área de la salud y la acompañamos a la clínica a ayudar a la gente herida. También fuimos a Talcahuano a dejar agua potable. En cierto modo, vimos el lado crudo de lo que ocurrió. Aparte de estar varios días sin luz ni agua, personalmente, no estaba preparada en reservas de mis medicamentos de uso diario por lo que sufrí la abstinencia. Era de nunca terminar… Si bien empiezas a valorar las cosas simples de la vida, los temblores seguían. La gente empezó a robar y nada, una experiencia que desearía no volver a vivir de nuevo”.

Lya Wimmer, nadadora: “Desperté de golpe y entendí al tiro que era un terremoto. Lo primero que hice fue llamar a mi hija que dormía en el segundo piso y ella me gritó ‘tranquila mamita’, con una voz extraña. Después supe que había quedado encerrada en su dormitorio. Mi marido era muy especial. Fíjese que con toda la calma del mundo fue a ver a los animales primero, antes que a mí. Recuerdo que nos fuimos a dormir al auto, pero con las réplicas se movía tanto que me aburrí y me fui a la casa nomás”.

“Había pasado el terremoto del ‘60 en Santiago. Con mi marido íbamos todos los domingos al Cerro san Cristóbal y llevábamos a los niños. Ahí nos pilló el temblor, con su tranquilidad de siempre, mi marido me advierte que es un terremoto y me dice que subamos para evitar a las piedras que se venían; eso nos salvó”.

“Siempre he pensado que los terremotos son la respuesta de la naturaleza a lo mal que nos portamos con el planeta; de alguna forma tiene que hablar ¿o no?”.

Javiera Román y Lya Wimmer

Un lugar que ya no está y un viaje interrumpido

Valentina Durán, actriz y directora Sidarte Filial Bío Bío: “Esa noche me encontraba en el Bar del Frente celebrando el cumpleaños de un amigo. Estaba lleno y había una fila más de gente intentando ingresar. Mientras bailaba, todo se empezó a mover, recuerdo los gritos de la gente, el cielo falso y la decoración caían al suelo y yo también. Me enterré un vidrio en la palma de la mano, pero no lo sentí, sólo nos abrazamos con una amiga esperando que parara y pensando en que en cualquier momento nos caería una viga en la cabeza… Pero no, paró un poco y el personal del lugar reaccionó de inmediato”.

“Yo pensaba que iba a morir ese día. No morí y vi el caos: los cables del alumbrado público en el suelo, autos contra el tránsito, los ladridos de los perros encerrados y la Universidad de Concepción con llamas. A las 8:30 de la mañana recién me pusieron puntos en la mano, mientras iluminaban con un celular la operación”.

Fernando Vásquez, cantautor: “Viajaba en bus a Santiago para ver a mis hijos, pero se detuvo a la altura del puente Río Claro. Quedamos tirados. Ahí me vi en la disyuntiva de si seguir hacia el norte, o volver a Concepción, para ver a mi papá. La casa de mi padre se cayó y, bueno, después estuve en Coliumo y Dichato ayudando. La decisión de volver, al final, fue lo mejor. Aquí era más útil”.

“Esa noche volví haciendo dedo y me vine en un camión de manzanas, que sólo pudo llegar hasta Talca. Ahí vi a Mauricio Redolés caminando con su guitarra en la mano. Fue muy surrealista. A las 5 de la tarde llegué a Concepción, donde me reuní con mi padre”.

Valentina Durán y Fernando Vásquez

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