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Juan Pablo II: a 30 años de una visita que revolucionó a Concepción

La llegada del Pontífice se produjo en un momento histórico en que el país "necesitaba esperanza", dice el sacerdote José Cartes, que acompañó al papa en la eucaristía. Los tiempos han cambiado, advierte también, y probablemente hoy la reacción de entonces no tendría el mismo fervor.

Por: Diario Concepción 04 de Abril 2017
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La llegada del Pontífice se produjo en un momento histórico en que el país "necesitaba esperanza", dice el sacerdote José Cartes, que acompañó al papa en la eucaristía. Los tiempos han cambiado, advierte también, y probablemente hoy la reacción de entonces no tendría el mismo fervor. 
 

Tania Merino Macchiavello
tania.merino@diarioconcepcion.cl

Un año antes de concretarse la visita de Juan Pablo II a Chile, Brígida Sánchez, profesora de música y directora de coros, fue contactada por el arzobispo Alejandro Goic para musicalizar la ceremonia religiosa que encabezaría el papa en el Club Hípico de Concepción. 

Un mes antes de la llegada de Wojtyla entró en contacto con ella el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Piero Marini, enviado desde el Vaticano para asegurarse de que todo marchaba a la perfección y a afinar los últimos preparativos. 

Dos días previos a la visita del líder católico para el coro de una decena de jóvenes católicos que dirigía Sánchez, no hubo tiempo siquiera para dormir, había que asegurarse de que todo estaba bien.

Toda esta pompa para recibir, sin embargo, a un hombre que la profesora jubilada recuerda como extremadamente sencillo. "Pensé que iba a ser una figura muy sofisticada y era un hombre coloradito, con dientes imperfectos y con zapatos café sin lustre, muy sencillo, muy cercano, pero a la vez con una cosa muy especial, una mirada llena de paz", describe sobre aquella primera impresión cuando lo vio de pie justo frente a ella en el escenario. 

"Yo estaba preocupada de mis partituras cuando veo algo blanco pasar al lado mío", recuerda sobre esta visión, a la postre, inolvidable.

Iluminado

Para el sacerdote José Cartes, quien compartió la ceremonia religiosa con el papa, había algo casi sobrenatural en esa figura. "No sé si eran las luces del papa móvil, pero toda la gente decía que brillaba y al verlo después en la ceremonia era una figura muy luminosa".

Para Cartes, hoy a cargo de la vicaría de la pastoral social y siempre vinculado a temas del área, la llegada de el Papa polaco marcó un hito en el país. No solamente porque es el único sumo pontífice en ejercicio que ha llegado a territorio nacional (también estuvieron Pío IX y Francisco antes de ser Papas), sino también por el momento histórico.

"Hubo una comunión entre los distintos sectores, todos querían estar allí, de manera transversal, política y socioeconómica. Me pareció que ese día fuimos todos buenos".

En tiempos de toque de queda, incluso, se levantó la medida para que la gente pudiera peregrinar hasta el Club Hípico. "Yo estaba en Coronel y me acuerdo que caminamos en procesión con la gente, cantando y rezando, cruzamos el puente así… Todo era un ambiente muy festivo, de mucha unión, en que pudimos caminar por las calles sin restricción".

Cartes piensa que difícilmente la visita de otro Papa produciría ese impacto. "Cuando vino Juan Pablo II había una necesidad de alguien que nos hablara de esperanza, hoy los tiempos son distintos, estamos viviendo una crisis de fe, en que hay una sociedad mucho más laicizada, pero también más individualista".

"Pope Star"

Mañana se cumplen 30 años de la llegada de Juan Pablo II a Concepción, y sin embargo, su visita sigue muy viva en la memoria de los penquistas que estuvieron en algunas de las homilías, o que simplemente lo vieron pasar raudo en el "papamóvil", saludando con paciencia a las multitudes que salieron a recibirlo. 

Y el recuerdo sigue vivo incluso entre quienes se han alejado del catolicismo y la religión. Es el caso de Francisco Muñoz, quien por aquél entonces tenía 12 años. Cuenta que su familia arrendó un estacionamiento en la esquina de Paicaví con O’Higgins para verlo, un lugar estratégico, pues forzosamente el vehículo papal debía bajar la velocidad para doblar en la principal avenida penquista.

"Fue una locura. Nunca más he vuelto a ver tanta gente en la calle, todos esperando ver pasar a Juan Pablo II. Había exitación, histeria… recuerdo haber visto gente peleando porque cuando levantaban las pancartas los de adelante no dejaban ver a los de atrás. Realmente fue impresionante verlo pasar, tan blanco, tan iluminado, sonriente. Algunas señoras se preguntaban si en una de esas era la encarnación del hijo de Dios… La fe, el fervor religioso fueron importantes, pero yo creo que para los penquistas, fue impresionante la posibilidad de ver también a un líder mundial, a uno que había sobrevivido a un atentado, que estaba derrotando a la Urss… A los ojos de quienes lo vimos, era una verdadera estrella, capaz de desatar el mismo frenesí que un rock star", relata el ahora profesor universitario. 

La Iglesia Católica ha invitado también a sus feligreses a recordar cómo marcó sus vidas este episodio. Dentro de estos relatos conmueve el de Cristian Barrera, de Concepción, que en esa época tenía 16 años. "A eso de las siete de la mañana, estábamos los acólitos de la Catedral esperando en el estacionamiento, la visita del Santo Padre. Se nos acercó y acarició nuestras mejillas y nos bendijo uno por uno". 

Virginia Aránguiz recuerda cómo el Papa entró al Club Hípico, y cuánto le costó a los guardias mantener el orden: "Todos querían verlo, y todos pudieron verlo. Así fue como él pasó por nuestra ciudad y aún lo sentimos muy vivo".

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