Ciencia y Sociedad

Lohengrin Cavieres: “Tengo la suerte de continuar un legado enorme de la UdeC en la botánica nacional”

El botánico que recibió el Premio Municipal de Ciencias 2022, llegó hace más de dos décadas a la casa de estudios, cuando coincidió con expertos de rol clave en el desarrollo de la disciplina para el país y Sudamérica, siguiendo la senda de estudiar cualidades y relevar importancia de las plantas.

Por: Natalia Quiero 07 de Noviembre 2022
Fotografía: Lohengrin Cavieres y Álvaro Ortiz | Carolina Echagüe

El botánico Lohengrin Cavieres suma más de dos décadas de investigación al alero de la Universidad de Concepción (UdeC) y los grandes aportes de su trabajo fueron reconocidos con el Premio Municipal de Ciencias 2022, galardón que entrega la Municipalidad de Concepción en el marco de su aniversario para honrar a personalidades en distintas categorías.

Ecología, ecofisiología y biogeografía de la flora chilena son las temáticas que sustentan las líneas de estudio del académico del Departamento de Botánica de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas UdeC e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB). Mediante estas, asegura, ha contribuido con evidencias para comprender las cualidades y relevar la importancia de la diversidad de plantas que habitan Chile, especialmente las de alta montaña, donde está su foco.

Como investigador ha participado en más de 40 proyectos financiados por agencias nacionales e internacionales. Ahora lidera un Proyecto Anillo de la Anid que se adjudicó en 2021, de tres años de ejecución y que busca establecer las consecuencias del cambio climático en plantas de alta montaña y la Antártica. Además, es miembro de distintos comités científicos de Chile y el extranjero. Si fuera poco, las numerosas publicaciones en revistas especializadas tienen a Lohengrin Cavieres como uno de los científicos más citados en su área.

La ciudad reconoce

Por el impacto de su trabajo no es extraño que recibiera el galardón ni que este no sea el primero de su carrera, tanto a nivel nacional como internacional. Entre otros, en 2003 la Sociedad de Biología de Chile le entregó el Premio al Científico Joven más Destacado”, en 2010 el Ministerio de Educación de España le otorgó una beca que le permitió realizar una estadía en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y en 2018 fue invitado como profesor a realizar una estancia de investigación en la Universidad de las Islas Baleares.

Y aunque el reconocimiento siempre gratifica y alegra, el cariz del Premio Municipal penquista lo hace más especial: “lo recibo con mucha alegría, porque es un premio distinto, ya que no lo entregan los pares y que la ciudad reconozca el trabajo que hacemos es súper gratificante”, manifiesta el académico.

Y con sus palabras, Lohengrin Cavieres alude a diversos trascendentes significados.

Primero, enfatiza que “siempre hablo en plural, porque siento que el Premio recae en mi persona, pero siempre es fruto del trabajo en equipo”. Y es que la ciencia no puede ni debe individual, las investigaciones o proyectos se desarrollan con la participación y aportes de distintas personas. “Uno no trabaja solo. Yo trabajo con colaboradores directos como mis asistentes y estudiantes, y con colegas con quienes llevamos años colaborando”, sostiene.

En particular, reconoce el estrecho trabajo colaborativo con los académicos de la Facultad de Ciencias Forestales UdeC Aníbal Pauchard (también director del IEB) y Patricia Sáez, así como de León Bravo de la Universidad de la Frontera. Con los tres desarrolla el Proyecto Anillo. También colabora fuertemente con Frida Piper, de la Universidad de Talca.

El impacto de la UdeC

Para Cavieres también hay gran significado del reconocimiento lo otorgue la ciudad donde no nació ni se crió, pero estableció sus raíces más profundas junto a su familia con la que llegó en 1998. Tanto, que asegura “no me muevo de acá”. Incluso, si toda su familia y amigos entrañables de infancia y juventud están en la Región Metropolitana, donde se formó hasta su doctorado en la Universidad de Chile. Al tiempo que sus estudios de postgrado culminaron se presentó y ganó un cargo en la UdeC. “Me vine feliz de empezar a trabajar en el Departamento de Botánica”, afirma.

En esos tiempos, como apasionado botánico que iniciaba su carrera, sobraban las razones para trasladarse y cada vez tiene más certezas de que su decisión fue correcta y le queda mucho por hacer desde aquí para la ciencia y por la diversidad vegetal nacional.

Acá tuve la suerte de conocer y trabajar estrechamente con grandes próceres de la botánica nacional, lo que considero todo un aprendizaje y poder continuar un legado enorme que tiene esta universidad: Clodomiro Marticorena, Oscar Matthei y con Oscar Rodríguez, quien lamentablemente falleció hace poco. Para mí fue toda una explosión académica haber coincidido con ellos, que marcaron el devenir de la botánica chilena y de Sudamérica en los últimos años”, manifiesta.

Y es que asegura que pudo “tomar la posta de investigar la importancia de la biodiversidad y continuar profundizando, obviamente con la colaboración de colegas con quienes llevo años trabajando” y que “esa colaboración ha dado los frutos que nos traen a este punto”. Al punto de los grandes aportes y significativos reconocimientos.

 

Carolina Echagüe

“Estudiar y conocer es la única forma que tenemos de valorar y preservar”

¿Cómo las plantas que habitan la alta montaña logran vivir en ambientes extremos?, es la gran pregunta que impulsa y sustenta el trabajo científico del botánico Lohengrin Cavieres. Es que, resalta, es una temática desde la que se desprenden tantas interrogantes e investigaciones como aristas biológicas desde las que se pueden abordar los fenómenos.

Así, junto al equipo que le ha acompañado, ha explorado distintas dimensiones de las especies vegetales que viven y resisten en condiciones ambientales extremas y se perciben como complicadas, inhóspitas y hasta incompatibles con la vida desde la visión antrópica. Además, ha puesto el foco en la tolerancia o vulnerabilidad ante el cambio climático y otros problemas.

Nuevo paradigma

Con la montaña como su laboratorio primordial, una conclusión general a varios hallazgos afirma que “las estrategias de las plantas son súper particulares y eso hace que estas especies sean muy vulnerables a los cambios en general”. Es decir, al climático y cualquier otra perturbación a las condiciones naturales de sus hábitats.

Y al profundizar en las que considera las contribuciones más relevantes de sus investigaciones, reconoce que una de las mayores es “mostrar que en la naturaleza no todo es competencia y para determinar la diversidad en estos ecosistemas es muy importante la facilitación o interacción positiva entre plantas”.

Esta interacción es la cooperación y le enorgullece entre quienes aportaron con datos para documentar y demostrar e impulsó un cambio de paradigma sobre la comprensión de la biodiversidad en tiempos recientes.

Al respecto, aclara que “hasta entrada la década de los ’90 y 2000, se leía que el gran motor para explicar la diversidad era la competencia o depredación entre especies”. Pero, tanto resultados de Cavieres como de otros científicos del mundo empezaron a acumular información que patentó que “son súper importantes las interacciones de cooperación entre especies, entre plantas en particular y sobre todo en ambientes tan inhóspitos como la montaña o el ártico”, sostiene.

El académico publicó dos artículos de alto impacto que lo gratifican particularmente, uno en 2006 relacionado con el papel de la facilitación en montañas de zonas semiáridas como las de Chile Central y otro en 2014 con datos de todas las montañas del planeta al alero de una red internacional. En efecto, reconoce satisfecho que ahora en los libros de ecología explicaciones sobre la biodiversidad están marcadas las interacciones positivas y no sólo la competencia.

Rol de la montaña

Otro aspecto que Lohengrin Cavieres considera crucial es aportar a relevar la importancia de las montañas y su biodiversidad vegetal en ecosistemas de climas mediterráneos como el de Chile Central, cuya característica principal es que los veranos son secos.

De a poco hemos ido mostrando que la combinación de frío y sequía determina formas de evolución, vida y diversidad particulares: las plantas son achaparraditas, muchas tienen espinas y hojas pequeñitas, pero tienen alta capacidad de fotosíntesis y maquinarias fisiológicas impresionantes”, detalla.

Presencia de vegetación en estos ecosistemas, con su maquinaria y capacidades que son de importancia vital hasta cientos de kilómetros abajo, determinando otros ambientes y el bienestar humano. Ello se debe a la provisión de agua. “En Chile tenemos nuestra cordillera muy cerquita y el agua que bebemos se debe fundamentalmente a la nieve que precipita, se acumula en el invierno y en verano se derrite y alimenta a los ríos. Para que eso ocurra necesitamos que las laderas estén cubiertas con vegetación”, destaca Cavieres.

Si no hay plantas, la nieve toca el suelo y se derrite más rápido. Eso interfiere con la cantidad de agua que llegará a los caudales, alimentará a ecosistemas y se dispondrá para consumo o actividades humanas. Además, advierte que se pueden generar aluviones y desastres.

Situaciones que, de hecho, están aumentando en el mundo y asegura que la razón es la pérdida de vegetación por intervención de los ambientes de montaña, porque no se genera revegetación ni restauración ecológica que permita restaurar los servicios ecosistémicos y efectos protectores.

Investigar para cuidar

Por todo es que el doctor Cavieres destaca lo esencial de estudiar y seguir profundizando el conocimiento sobre los ambientes extremos y su biodiversidad, porque quedan varias preguntas por resolver y la humanidad necesita actuar urgente para afrontar los retos que suponen las graves crisis ambientales, como cambio climático y pérdida de biodiversidad.

La manifestación e impacto en la naturaleza y sociedad son presente, si bien los modelos proyectan que a futuro los efectos empeoren. El lamentable ejemplo más cercano es la megasequía que afecta a Chile desde 2010.

Con lo que se sabe, el investigador asevera que “esta información es relevante para tomar decisiones sobre qué hacer con estos ecosistemas”. En ese horizonte, sabe se necesita seguir investigando las capacidades y sensibilidad de las ante los cambios y estrés. Porque “estudiar y conocer es la única forma que tenemos de valorar y preservar”, cierra.

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