Ciencia y Sociedad

Coronel y Talcahuano: zonas costeras percibidas entre las más dañadas por los chilenos

Recientemente se dieron a conocer los resultados de la primera Consulta Ciudadana sobre Salud del Océano de Chile, realizada por el Centro Ideal y el Instituto Milenio Secos, que se aplicó a habitantes de todo el país y reveló que mayoría considera que un océano sano da beneficios y aporta a su felicidad, y también que creen que el espacio marino-costero está en mal estado y afecta en sus modos de vida.

Por: Natalia Quiero 03 de Septiembre 2022
Fotografía: Raphael Sierra.

Coronel y Talcahuano están entre las localidades chilenas más asociadas a un mar dañado por la población, reveló la primera Consulta Ciudadana sobre la Salud del Océano que realizaron el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) y el Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (Secos) entre enero y abril de 2022.

Esta buscó entender cómo los habitantes de Chile se relacionan con el espacio marino-costero, cómo perciben el estado del mar y sus amenazas, y cómo ello se vincula con el propio bienestar. Para ello y en formato online se aplicó un cuestionario que reunió las opiniones de 1.246 personas de entre 16 a 78 años de todas las regiones, con una representación importante del Biobío y Los Ríos, donde ambas entidades tienen importantes planteles de investigadores, además de la Metropolitana, Valparaíso y Los Ríos.

Entender cómo el público percibe y se relaciona con el océano es fundamental para el éxito del compromiso social, la integración de las dimensiones humanas en la conservación de los océanos y el logro de objetivos de desarrollo sostenible”, manifestó Laura Nahuelhual, coordinadora de la consulta e investigadora del Centro Ideal e Instituto Milenio Secos, pues comentó que la evidencia muestra que compromiso y aceptación de la ciudadanía junto con la gobernanza participativa son cruciales para impulsar iniciativas de conservación y restauración marina, en tanto sensibilizaciones y cambios de comportamiento de las personas permite reducir presiones sobre los ecosistemas. En efecto “la investigación sobre percepciones públicas ha cobrado importancia en las ciencias del mar y en la toma de decisiones”, aseguró.

Y se vio como una necesidad, tras reconocerse que poco se había indagado en la percepción ciudadana sobre el mar y su estado, pese a que Chile tiene un maritorio tres veces mayor al territorio y es el cuarto país con mayor extensión de zonas costeras, con una costa de más de 6 mil kilómetros en línea recta de norte a sur, decenas de comunas costeras, cientos de comunidades y miles de familias que viven y subsisten en torno al espacio marino-costero y actividades vinculadas a los recursos naturales que genera el Pacífico entre las economías más relevantes para el país.

Lo que es el océano

Diversos aspectos abordó la consulta con preguntas generales y otras específicas según respuestas en particular, y el encargado de analizar los datos fue Gonzalo Campos, asistente de investigación del Centro Ideal, quien precisó que “51% de los encuestados se relaciona con el mar fuera de sus comunas de residencia”.

Sobre su valoración “95% contestó que un océano sano contribuye a su felicidad”, sostuvo. Y 83% de los encuestados consideró que el mar brinda beneficios y entre estos se valoraron más las oportunidades para turismo y recreación (89%), la regulación del clima y que genera un ambiente apto para vivir (86,5%) y el sentido de arraigo e identidad local (86%). En lo que representa el mar se respondió: vida (17%), tranquilidad (7%), paz (5%) y belleza, inmensidad, libertad, alimento y diversidad (todas con 3%).

Por eso no extrañó que un océano en mal o regular estado a 83% le afecta desde medianamente a mucho en su modo de vida. Pero, el problema es que “49% de los consultados dijo que se encuentra en estado regular, 21% en mal estado y 12% en muy mal estado”, advirtió.

Por ello, el investigador planteó que se puede deducir que, pese a que las personas no tendrían un vínculo cotidiano, la mayoría tiene percepción negativa sobre el estado del mar y les afecta. “En términos subjetivos, esto nos indica que las personas tienen un grado de conexión y de empatía por la situación desfavorable del mar, a pesar de su relación distante”, dijo.

¿Sano o enfermo?

En las comunas de Antártica y Cabo de Hornos, Punta Arenas, La Higuera, Valdivia y Caldera están los espacios costeros-marinos que más se asociaron a un océano sano. Zonas con poca población humana, menor actividad industrial y/o de reconocido valor turístico, relevó. Lo contrario a las consideradas enfermas como las elegidas locales y también Quintero, Puerto Montt, Valparaíso y Puchuncaví; todas conocidas por ser zonas de mucha actividad y presencia humana, con puertos e industrias.

Ahí la responsabilización de los problemas que aquejan al mar y costas de Chile: 33,5% lo atribuyó a empresas o industrias y 31,5% a las personas, mientras que con 25% quedó la basura domiciliaria como lo que más daña al mar, seguido por un 20% de patógenos o nutrientes, 16% de los químicos y porcentaje similar los desechos industriales.

Índice de Salud del Océano de Chile

Los investigadores encargados de la consulta contaron que su desarrollo se enmarca en un proyecto que están ejecutando para generar el primer Índice de Salud del Océano de Chile y los resultados de la encuesta impactarán directamente en su construcción.

Según explicaron, el índice es un marco científico de evaluación internacional de la salud del océano, para cuya medición usa 10 indicadores y se ha aplicado en distintos países, por lo que el propósito es adaptar el instrumento al contexto chileno. El método permitiría realizar una evaluación periódica al estado de salud del mar chileno y también se usa para monitorear acciones que mejoran o empeoran el estado en las áreas evaluadas.

 

Al Sur de Chile

¿Qué dice la evidencia sobre el estado marino-costero local?

Es clara la percepción pública sobre el estado del océano local. ¿Qué dice evidencia científica?, es lo que responden los investigadores de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción (UdeC) y del Instituto Milenio Secos Ricardo Barra y Cristian Vargas.

Estado de deterioro

Muchas veces las percepciones no tienen correlato con los datos, pero en este caso hay una suerte de acuerdo entre lo que se percibe y lo que los datos muestran”, afirmó el doctor Ricardo Barra, también director del Centro Eula. Al respecto, resaltó el contexto de Coronel como zona de sacrificio, la explotación minera del carbón de antaño y actividades pesqueras e industriales que perduran, acumulándose información de distintos periodos que revelan un nivel importante de deterioro. “Hay antecedentes de décadas pasadas que indican cierto nivel de deterioro y una visión de que el ecosistema de la bahía de Concepción está alterado”, agregó sobre la zona en la que se emplaza Talcahuano, donde también se desarrollan varias actividades.

Profundizando en las perturbaciones, se detuvo en estudios recientes de los que ha participado sobre contaminantes orgánicos persistentes (distintos compuestos químicos tóxicos como pesticidas) que “dan cuenta que el estatus no es tan malo para el grupo específico”. También hay estudios en sedimentos en Coronel que reflejan aumento en concentraciones de mercurio que coinciden con el inicio de la quema de carbón y evidencias en la zona costera local sobre presencia de plástico (macro y micro) y es visible la basura que queda en playas y puede llegar al mar.

La contaminación fecal humana es otra problemática por su riesgo sanitario, especialmente investigada por el doctor Rodrigo González, del Departamento de Oceanografía UdeC, fenómeno muy asociado a los 8 emisarios submarinos que hay frente a la costa local y vierten al mar aguas residuales que podrían contener concentraciones de heces. Desarrolló un método de trazabilidad probado con éxito en distintos proyectos y un estudio hecho con muestreos desde Pudá a Tubul determinó una correlación espacio-temporal entre altas concentraciones de material fecal humano con alzas de casos de hepatitis A en una población costera en meses de primavera-verano. Coincide cuando, naturalmente, soplan vientos en dirección favorable a “llevar” hacia la costa el agua de mar.

Estresores naturales

Es que “la zona costera del Biobío es un sistema complejo, porque interactúan estresores naturales y humanos”, advirtió el doctor Cristian Vargas, también investigador del Instituto Milenio de Oceanografía. Y si bien hay actividades que pueden perturbar , como desechos industriales o domiciliarios y basura en la playa, aclaró que “tenemos la descarga de la cuenca hidrográfica del Biobío y procesos de afloramiento costero que ocurren de forma natural”.

Estos eventos, también conocidos como surgencia, ocurren cuando aguas más profundas, frías y ricas en nutrientes y CO2, con bajo contenido de oxígeno, emergen a la superficie, sobre todo en época estival. Y muchas veces, a consecuencia de la modificación de las condiciones del mar, ocurren mortandades y varazones, que en las costas locales han aumentado y son más frecuentes que en el resto del país, según trabajos recientes en que ha participado para comprender mejor el fenómeno. “Por mucho tiempo la comunidad atribuía un rol sólo de origen antropogénico a las varazones, que puede ser en unos casos, pero mucha gente no tiene conocimiento de que en forma natural en la región, todas nuestras primavera-verano ocurren eventos intensos de surgencia que a veces generan mortalidad”, recalcó.

Brechas y soluciones

Con los factores sobre la mesa, Barra enfatizó como mayor problema que “estos cuerpos de agua están en estatus de indefensión, porque ni la bahía de Coronel ni de Concepción cuentan con una norma de protección ambiental”, si bien se estarían haciendo estudios para avanzar hacia ello, lo que definió como esencial para conocer realmente el estado de las áreas, promover y resguardar su sanidad de manera más objetiva y efectiva que en una encuesta o muestreos no sistemáticos y acotados como se hacen para investigaciones o planes de vigilancia.

Sobre estos, que deben ejecutar industrias, advirtió que “la información no está disponible ni armonizada”, lo que genera brechas e impedimentos y aseguró que se necesita crear un programa regional de vigilancia, porque permitiría articular e integrar los datos para construir una mirada panorámica sobre la zona marina-costera, tener un monitoreo constante e impulsar estrategias.
Y siempre se necesitará de la ciencia para llenar brechas de información y actualizarla, en lo que Vargas precisó lo necesario de evaluar la contaminación y estado del océano y también de la cuenca del Río Biobío, una de las más importantes del país: a lo largo de esta hay asentamientos humanos y actividades, y su cauce transporta nutrientes y también contaminantes que pueden haberse incorporado a lo largo de la cuenca y desembocar en el mar, dijo, porque no todo lo que le contamina se genera en su costa. También es importa investigar los impactos locales del cambio climático y global, cuyas alteraciones suma presiones y pueden acrecentar la ocurrencia de eventos naturales que son estresores.

Desde allí, manifestó que “los problemas ambientales del Biobío y cualquier parte a lo largo de la costa de Chile requieren aproximaciones inter y transdisciplinarias. Pensar que podemos resolver los problemas de la zona costera desde una disciplina específica no resulta”. Ese es el paradigma que guía el quehacer el Secos, destacó, porque son temas complejos en que a las dinámicas naturales se añade la compleja dimensión humana como implicada en causas y efectos, como origen de problemáticas y afectada por estas. Por ello, no bastan las ciencias naturales y se requieren de las humanistas y sociales para comprender los fenómenos en su complejidad , identificar posibles y necesarias soluciones e impactar a la sociedad, cuyas contribuciones se requieren para avanzar de verdad. “No se puede esperar que la ciencia entregue respuestas a todo si no hay coproducción del conocimiento y participación de la ciudadanía en las acciones”, sostuvo, por lo que la percepción pública de daño y responsabilidad que evidenció la consulta debe trascender del discurso y llevar a actuar para hacer cambios conductuales y aportes concretos.

Etiquetas