Ciencia y Sociedad

Chorito chileno de Lenga da vida a primer estudio sobre efecto de la contaminación lumínica en mitílidos

Trabajo es liderado desde la Ucsc y se enmarca en un proyecto de colaboración internacional. Su foco en la especie endémica radica en que la especie endémica es de relevancia económica, gastronómica y ecológica, y exponerse al estrés de las perturbaciones podrían afectar su fisiología y comportamiento, con impactos que pueden llegar a ser en las comunidades y ecosistemas hasta afectar la sustentabilidad del recurso y el bienestar humano.

Por: Natalia Quiero 30 de Julio 2022
Fotografía: Facultad de Ciencias Ucsc

Experimentos en Lenga con una especie nativa dan vida al primer estudio del mundo sobre el impacto de la contaminación lumínica sobre mitílidos, moluscos conocidos como mejillones o choros en Chile y de importancia comercial, gastronómica e inigualable rol ecológico. El chorito (Mytilus chilensis) y efectos en su comportamiento que conlleve la exposición al contaminante son el objeto y objetivo de la investigación que desarrolla Javier Vera para su tesis de Magíster en Ecología Marina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) con apoyo de los académicos de la Facultad de Ciencias Iván Hinojosa y Ricardo Otaiza, director y codirector de la tesis.

El trabajo que se enmarca en un proyecto colaborativo internacional entre la Ucsc con el centro de investigación alemán Geomar y que propiciará que las pruebas se repliquen simultáneamente en mitílidos de países de todos los continentes. “Los resultados permitirán comparar y comprender de manera global cuáles son los efectos de la contaminación lumínica nocturna sobre este grupo de organismos”, asegura Javier Vera.

Iluminación que perturba

La contaminación lumínica es una de las perturbaciones que el humano con su actividad genera al medio natural y la define como toda iluminación artificial fuera del horario diurno, que naturalmente ilumina el Sol, como el alumbrado público o de industrias. Las luces tipo LED están entre las principales fuentes contaminantes, asegura, debido a que la mayoría están configuradas para emitir “luz azul”, aunque se perciban blancas, similar a la luz solar que provee el estímulo natural de iluminación u oscuridad y en base al que todos los seres vivos organizan sus ritmos biológicos. Es decir, la naturaleza funciona en base al ciclo diurno/nocturno, con especies diurnas y nocturnas, por lo que la iluminación artificial perturba dichos ciclos biológicos que son resultado de muchísimos años de evolución.

La contaminación lumínica generalmente tiene un impacto negativo en los organismos, que involucra cambio en el comportamiento, en la fisiología e incluso a nivel de comunidad, estructura de trama trófica o ecosistema”, advierte Vera de los impactos demostrados con estudios en peces, crustáceos y mamíferos marinos, detallando que en Chile se han investigado isópodos, el pez baunco y los picorocos. “En general, la presencia de la contaminación lumínica ocasiona cambios en distribución de las especies, aumenta el riesgo de depredación sobre las especies nocturnas y disminuye el tiempo de alimentación de especies que requieren de la oscuridad. Estos efectos repercuten modificando la composición de las comunidades marinas debido a alteraciones en las interacciones que ocurren entre diferentes especies”, precisa sobre lo evidenciado.

Y el científico sostiene que las alteraciones que gatille la contaminación lumínica pueden amenazar los servicios ecosistémicos y bienestar humano, al interferir con las funciones de los ecosistemas que se traducen en beneficios y permiten la subsistencia, que en el mar van desde lo vital de dar oxígeno a recursos que sustentan economías y dietas.

El chorito chileno

Por sus servicios ecosistémicos Javier Vera puso el foco en el chorito chileno, especie endémica de relevancia para el país y el Biobío, uno de los mitílidos que más se extrae y el principal que se cultiva para comercio interno o exportación. Además, resalta que los mitílidos, que a nivel local también tienen representantes como el choro zapato y la cholga, “cumplen un rol fundamental para el bienestar de los ecosistemas marinos: proporcionan zonas de refugio y alimentación que sustentan otras especies de invertebrados como cangrejos”. También, son filtradores, siendo capaces de retirar el exceso de materia orgánica en el agua, reteniendo y depositando en el fondo marino. “Los bancos de choritos actúan como barreras naturales para mitigación de aguas residuales”, asegura.

O sea, permiten que los ecosistemas mantengan sus dinámicas y biodiversidad, y afirma que se puede poner en riesgo si los choritos son impactados. Y si bien el impacto de la contaminación lumínica no se ha indagado en choritos, sí el de otras fuentes contaminantes sensoriales como el ruido antropogénico en otros países: “ser expuestos provocó una disminución de 84% de la capacidad de alimentación y del 12% de consumir oxígeno, además de alteraciones asociadas al ADN traducidas, por ejemplo, en daño celular de las branquias”, apunta.

Por todo, destaca que sus resultados “permitirán obtener información relevante que podría ser considerada en la toma de decisiones para resguardar los bancos naturales de estos mitílidos donde la contaminación lumínica puede estar presente”, contribuyendo a la sustentabilidad del recurso y su conservación.

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