Ciencia y Sociedad

¿Necesidad o costumbre que el frío estimule mayor consumo de calorías?

Si hay quien desee comidas contundentes y fácil se antoje con fritos calzones rotos o sopaipillas puede justificarse en una respuesta evolutiva-orgánica, pero tener autorregulación para prevenir riesgos.

Por: Natalia Quiero 15 de Julio 2022
Fotografía: Gourmetcl

En invierno, con su frío y lluvias, es fácil desear estar cobijado, cerca de una estufa y disfrutando una bebida cálida con delicias como sopaipillas, calzones rotos, picarones o pan amasado y platos como cazuelas o caldos. Es que suele asociarse con la necesidad de comer comidas calientes, contundentes y calóricas, muchas con alto aporte de carbohidratos, azúcares y grasas como las tradicionales recetas invernales.

¿El frío cambia los requerimientos?, ¿mito o realidad?. Respuestas las da la nutricionista Claudia Troncoso, académica de la Facultad de Medicina e investigadora del Centro de Investigación en Educación y Desarrollo (Ciede) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) y del Grupo Elhoc.

Evolución, biología y más

Primero se detiene en la evolución de los mamíferos, clase a la que pertenecemos, en los cuales en el invierno se presentan señales que orientan la necesidad de consumir más energía (calorías) para incrementar el tejido adiposo y suplir la reducción de alimentos disponibles que se da en la naturaleza.

En efecto, afirma que se podrían correlacionar factores ambientales como temperatura con modificaciones orgánicas, adaptaciones del metabolismo y uso de energía en mamíferos, con un proceso evolutivo que fue favoreciendo la adaptación de las especies a enfrentar climas extremos. “Para los humanos no necesariamente incluyen cambios metabólicos, pero considera usar el tejido graso pardo, que ayuda a mantener la termorregulación, con una mayor ingesta energética que provienen desde los alimentos”, precisa Troncoso y también que “personas con sobrepeso u obesidad presentan menos tejido graso pardo que las con estado nutricional normal”.

Además, al comer se incrementa la temperatura por liberación del calor para absorber nutrientes de los alimentos y llevarse a cabo procesos metabólicos y digestivos.

Riesgos

Pero, la nutricionista advierte que “la explicación evolutiva debe ser tomada con precaución para el ser humano” y que “comer mayor cantidad de alimentos, originado por la inducción provocada por el frío, puede favorecer un balance energético positivo y presentar malnutrición por exceso”.

Al respecto, recalca que al mantener una ingesta elevada de alimentos o preparaciones con alta densidad energética a corto y largo plazo siempre (todo el año y a cualquier edad) se generan riesgos para el estado de salud integral como son el aumento de peso, pudiendo llegar al sobrepeso y obesidad que también se relacionan con dislipidemias, diabetes e hipertensión: todas las condiciones son factor de riesgo cardiovascular y las enfermedades cardiovasculares la primera causa de muerte en Chile y el mundo. Y todos son riesgos exacerbados si el estilo de vida incluye sedentarismo y hay que reconocer que en la época más fría y lluviosa, por dificultades ambientales o confortabilidad, la inactividad física incrementa su predominancia. “El incremento de peso es individual, ya que está condicionado por factores genéticos y ambientales. Sin embargo, una alimentación inadecuada unida a la falta de realización física es un paso seguro al sobrepeso y la obesidad”, enfatiza Troncoso.

Mantener hábitos nocivos, como dietas malsanas, también se asocia a riesgo de varios cánceres.

Comer en invierno y siempre

El acento de Claudia Troncoso es que las personas deben autorregularse frente al estímulo natural de consumir alimentos de alta densidad energética que puede darse en invierno, y durante todo el año y ciclo vital mantener una alimentación saludable. Protagonistas deben ser las comidas caseras y alimentos de origen natural y temporada como frutas, verduras y legumbres, cuidando porciones y cumplir todos los tiempos de comida sin ayunos prolongados junto con evitar productos ultraprocesados, snacks, pastelería y altos en calorías, carbohidratos, azúcares, grasa y sodio. Las recomendaciones las entregan las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos vigentes en el país (accesibles en la web). Debe siempre acompañarse de actividad física regular, que la Organización Mundial de la Salud aconseja que para adultos sanos sean de 150 a 300 minutos a la semana (intensidad vigorosa a moderada).

Pensando en el frío, ingerir infusiones y bebidas cálidas, sopas o caldos genera una sensación de calidez que conforta y la investigadora cuenta que también una breve sensación de saciedad. Dichas preparaciones calientes “deben ser acompañadas de verduras y frutas de temporada, ya que aportan compuestos bioactivos que potencian el sistema inmune”, sostiene.

No omite que muchas recetas propias de nuestras culturas criollas son de alto aporte energético y otros nutrientes críticos como grasas por ser varias fritas y también antojos inevitables ciertas ocasiones. Por eso, llama a moderar el consumo y hacer buenas elecciones. Por ejemplo, si se decide comer una sopaipilla esta reemplaza al pan y lo mismo un calzón roto, al que aconseja no añadir azúcar en abundancia, mientras que el pan amasado debe tener acompañamientos sanos. Otra buena idea para reducir el aporte de nutrientes críticos es que las recetas fritas se preparen horneadas.

Es importante no concentrar una alta ingesta energética en un tiempo de alimentación, como el almuerzo o cena”, cierra.

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