Ciencia y Sociedad

Cerebro y corazón: efecto de la salud mental en la cardiaca

Mente y cuerpo conviven en un mismo organismo, por lo que cuadros o episodios de ansiedad y estrés pueden expresarse como diversos síntomas o somatizaciones. Por ejemplo, aquellos que se encuentran a nivel cardiaco, motivo frecuente de consulta.

Por: Natalia Quiero 16 de Julio 2021
Fotografía: Sarah Monti

La última Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017 reveló que una de cada cinco personas mayores de 18 años en Chile padeció una enfermedad mental el último año y el informe Zoom al Trabajo de 2019 mostró que la percepción de estrés laboral en los trabajadores del país fue 42%. Datos que cuentan la compleja realidad de la salud mental en los adultos chilenos y antes de la pandemia de Covid-19, situación sanitaria que nada ha favorecido, al ser en sí misma un factor muy estresante y combinarse con el agobio de las diversas restricciones y drásticos cambios en la vida cotidiana que, para muchos, desarrolla todas sus dimensiones en casa desde hace 16 meses, asociada a menos límites horarios y más sobrecarga de responsabilidades.

Estrés y somatización

Experiencia confirmada por distintas evidencias. Una es que el 70% de las personas dijo vivir malestar emocional desde que comenzó la pandemia para el primer reporte nacional del Informe Psicosocial de Covid-19 (noviembre de 2020) obtenido en el marco de un estudio para evaluar efectos sociales y mentales de la emergencia en Argentina, Bolivia y Chile, y del que participan Paulina Rincón y Loreto Villagrán, académicas del Departamento de Psicología de la Universidad de Concepción (UdeC). Además, la presencia de estrés se evidenció en 75% de los encuestados para la investigación “Predictores de síntomas de ansiedad, depresión y estrés a partir del brote epidémico de Covid-19”, con el doctor Felipe García, académico de la Facultad de Medicina UdeC y codirector general de Cesist Chile, como uno de los autores.

No extraña, lamentablemente, que las consultas psicológicas y psiquiátricas hayan aumentado su demanda sustancialmente en el último año ni tampoco las de médicos de distintas especialidades que han estado recibiendo a muchas más personas aquejadas por dolencias que tienen su origen en un problema de salud mental que se manifiesta en la salud física versus tiempos prepandemia. Entre ellos están los cardiólogos: “antes de pandemia se veían casos asociados a estrés en la consulta y ahora se ven mucho más, porque la pandemia ha agravado la salud mental y cerca del 30% de la consulta en pacientes nuevos son síntomas asociados al estrés”, asegura desde su experiencia, que sabe que es la de muchos otros, el doctor Luis Pérez, médico cardiólogo intervencionista, jefe de la Unidad de Cardiología y del Laboratorio de Hemodinamia de la Clínica Biobío, y jefe del Laboratorio de Intervencionismo del Hospital Clínico Regional de Concepción.

Conexión indisoluble

Es que mente y cuerpo conviven en un mismo organismo y están conectados de manera indisoluble, comparten su bienestar y su malestar, un problema de salud mental se puede expresar en la física. Por ello, el también académico de Postgrado en la Facultad de Medicina UdeC, asevera que gran parte de las afecciones mentales que pueden ser agudas o cronificarse para configurarse en trastorno, principalmente episodios o cuadros de ansiedad y de estrés, se manifiestan físicamente o somatizan de distintas formas y hasta como enfermedades que van desde cefaleas y cuadros gástricos hasta cardiovasculares.

Y es que lo que afecta al cerebro podría afectar al corazón de distintas, y lo más común, en general y durante la pandemia, es que ante ansiedad y estrés “hay síntomas muy frecuentes a nivel cardiorrespiratorio como dificultades para respirar o sensación de falta de aire, cansancio, taquicardia o dolor al pecho. Estos hacen consultar ante sospecha de una enfermedad cardiaca y está bien que las personas lo hagan, porque los médicos debemos decir que están relacionados con estrés y no con una patología al aparato cardiovascular”, manifiesta el doctor Pérez. La sintomatología puede tener distintas magnitudes y hay cuadros más severos o intensos en que, incluso, puede acompañarse de sensación de muerte inminente que “genera que se llegue a servicios de urgencia y muchas veces se sospecha estar en presencia de un infarto cardiaco, pero al hacer las evaluaciones se determina que son crisis de pánico”, explica el académico, ya que no hay ningún tipo de lesión al corazón.

Por eso, resalta que estas frecuentes causas de consulta cardiológica que terminan en el veredicto de ser manifestaciones de estrés, pese al temor de los afectados por lo que hacen sospechar, no son cuadros graves si de riesgo cardiaco y vital se trata, aunque reconoce que sí para el bienestar y calidad de vida dado el gran perjuicio que causan los problemas de salud mental, sean agudos y peor si se vuelven crónicos, por lo que se enfatiza en lo importante de consultar, descartar y/o diagnosticar tempranamente para abordar de forma oportuna y prevenir peores consecuencias.

Del corazón sano al roto podría haber un evento de estrés de distancia

El sistema nervioso central, la mente, el cerebro, puede expresar su malestar en el cuerpo con síntomas y causar afecciones que lleven a “simular” enfermedades físicas o volverse una. Eso sucede con el corazón y los vasos sanguíneos, afirma el doctor Luis Pérez sobre una lista de condiciones cuya incidencia es indirectamente proporcional a su gravedad y que se están viendo más como efecto psicoemocional de la pandemia.

Aumento de presión

En segundo lugar de frecuencia de consulta cardiológica, tras la sintomatología asociada al estrés, está la hipertensión o, mejor dicho, pacientes “pseudo hipertensos” o que están padeciendo lo que el cardiólogo denomina “reacción hipertensiva”, pues asevera que muchas personas sometidas a altos niveles de tensión, como gran parte de la población durante estos restrictivos tiempos pandémicos, pueden experimentar alzas en su tensión o presión arterial: hipertensión.

Un evento agudo que se puede manifestar con cefalea, náuseas, mareos, pérdida de visión y confusión en casos graves, y se podrían mantener niveles de presión arterial elevada por algunos períodos y ello alerte de hipertensión crónica, pero Pérez aclara que al hacerse la evaluación completa se hace evidente que no es dicha condición, sino presión alta por estrés.

Riesgo cardiovascular

Muy vinculado a la hipertensión, pero desde otra dinámica, están los comportamientos nocivos para la salud cardiovascular a los que conducen la ansiedad y el estrés.

El doctor Pérez advierte que ansiedad y estrés pueden conllevar problemas para dormir e insomnio, lo que se asocia a cansancio e inactividad física, potenciada con el confinamiento. También podrían llevar al comer emocional, en que no se come por hambre y la comida se usa para acallar sensaciones, generalmente con una ingesta excesiva y de productos altos en azúcares o carbohidratos. Además, puede gatillarse mayor consumo de sustancias nocivas.Nuestra población no está concientizada de sentir estrés y salir a caminar o hacer un deporte u otra actividad: el estrés lleva al cigarrillo, alcohol, comida chatarra, sedentarismo y a veces a drogas ilícitas”, lamenta Pérez.

Es que es la tormenta perfecta para el riesgo cardiovascular al asociarse a factores (desarrollándolos o empeorándolos) como aumento de peso, sobrepeso u obesidad junto a dislipidemias, diabetes e hipertensión, entre otras condiciones de alta prevalencia en Chile antes de una pandemia que las está agravando e incrementan las probabilidades de patologías cardiacas y a los vasos sanguíneos, primera causa de muerte en Chile y el mundo.

Emociones e infarto

Deja en último lugar a lo más grave: la miocardiopatía por estrés o de takotsubo, también conocida como “síndrome de corazón roto”. “Es más frecuente en mujeres y la sufren pacientes que han estado sometidos a un evento de gran estrés emocional previo”, cuenta, como una crisis de angustia por muerte de un ser querido o problemas familiares.

Sobre su presentación detalla que “la persona comienza con dolor al pecho, sensación de pecho apretado y dificultad para respirar, que hacen sospechar un infarto y el electrocardiograma muestra discretas alteraciones que simulan un infarto”. De ahí que se sigue el protocolo ante la situación de emergencia vital que es identificar la arteria comprometida para intervenir. “Ahí notamos que las arterias están sanas, no hay coágulo o rompimiento que explique la condición, pero la punta del músculo cardiaco está sin movimiento”, dice, y se afirma presuntivamente que es miocardiopatía de estrés, pues releva que tiene un diagnóstico confirmatorio 2 a 3 semanas después, cuando los exámenes revelan que el músculo cardiaco se recuperó 100%, si bien previamente el manejo es igual de crítico que en un infarto real, sólo sin intervención, ya que insuficiencia cardiaca o riesgo de muerte también están presentes.

La causa de la condición estaría en que “las hormonas asociadas al estrés como la adrenalina o noradrenalina, entre otras, hacen que el corazón se acelere, como cuando corres o te asustas. Pero, al parecer, ante eventos muy estresantes hay una descarga excesiva de estas y uno de los mecanismos propuestos es que se produce una vasoconstricción en que las arterias se aprietan mucho y provocan un ‘atontamiento’ del músculo cardiaco”, dice, o miocardiopatía de estrés.

Cuidado emocional y cardiaco

Todo lo expuesto justifica una genuina preocupación, se esté hoy sometido a mucho estrés o no, porque no suele ser posible predecir cuándo se vivirán situaciones muy estresantes ni menos cómo afectará el estrés o cuándo será un problema. Pero, para el doctor Luis Pérez la clave es que sí es posible manejar aspectos que propicien un autocuidado que contribuya a prevenir o mantener a raya los niveles de estrés o a afrontarlo de manera más saludable, cuidando la salud mental y así también la física, lo que es especialmente crucial de concientizar en tiempos de Covid-19.

Destaca que si hay malos hábitos como los mencionados hay que cambiarlos para avanzar hacia una vida saludable basada en dormir lo suficiente, alimentarse sano, realizar actividad física de manera regular y no consumir sustancias tóxicas. También releva procurar delimitar y respetar, sobre todo si se está en teletrabajo o clases remotas, los horarios para las responsabilidades, para comer, para estar con la familia o relacionarse socialmente y sin olvidar tener momentos para uno mismo, haciendo actividades que se disfruten y/o relajen.

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