Ciencia y Sociedad

Ley que prohíbe plásticos de un uso: nuevo paso para cuidar a la naturaleza

Hoy es el Día del Medio Ambiente, fecha ideal para celebrar su aprobación la semana pasada. Vasos, platos, bombillas o cubiertos desechables dados en locales de comida limitan la norma, que será un aporte a eliminar plásticos innecesarios, impulsar la innovación, el reciclaje y reducir la basura.

Por: Natalia Quiero 05 de Junio 2021
Fotografía: Cedida

Eliminar plásticos innecesarios, innovar para que lo elaborado con este material sea reutilizable, reciclable o compostable, y disminuir la generación de residuos. Eso se abordará de manera concreta en Chile gracias a la legislación que limita la entrega de plásticos de un solo uso y otros desechables; proyecto ingresado al Congreso Nacional en mayo de 2019 y que fue aprobado el pasado 20 de mayo para convertirse en ley. Sólo resta que se publique en el Diario Oficial.

Y hoy 5 de junio, que se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y de cara al Día Mundial de los Océanos, el 8 de junio, es propicio para reconocer un logro que favorece a esa naturaleza tan amenazada por la contaminación, la basura y los plásticos, una razón para conocer la ley promovida desde el trabajo colaborativo de parlamentarios, Ministerio de Medio Ambiente y organizaciones de la sociedad civil como la ONG Oceana, de rol crucial al realizar investigaciones que fueron sustento y motor para proponerla e impulsarla.

¿Qué establece la ley?

La abogada Javiera Calisto, directora legal de Oceana, cuenta que junto a Plastic Oceans realizaron un estudio, en tiempos de pre-pandemia, que “reflejó que con la ley se iba a prevenir la generación de al menos 23 mil toneladas de plásticos de un solo uso al año”, cantidad que generan todo tipo de locales de comida preparada y que, de una u otra forma, terminan en el ambiente y pueden llegar al océano. Equivale a más de 2.300 camiones de basura e incluye productos como vasos, tazas, platos, cubiertos, bombillas, revolvedores, contenedores de comida, bandejas y sachets desechables. Y, justamente, la ley prohíbe su entrega en todo establecimiento de expendio de comida preparada como cafeterías, casinos, restaurantes, bares u otros, en consumo dentro y fuera del local, incluyendo el delivery, donde deberán emplear artículos elaborados en base a otros materiales reutilizables o susceptibles de reciclar como aluminio, cartón, bambú o plástico certificado, aclara. Esto comenzará a regir tras 6 meses de publicada en el Diario Oficial.

Una gran implicancia como base y que Calisto destaca para transmitir el valor de esta normativa que aborda distintos ámbitos y se implementará en distintas fases, como establecer que para consumo en interior los establecimientos estarán obligados a sólo usar artículos reutilizables y habrá 3 años de adaptación para ello. La abogada aclara que “en delivery cualquier utensilio distinto al envase de la comida debe ser pedido, porque no tendrán obligación de enviar cubiertos o sachets de salsas, por ejemplo”.

Además, “en supermercados y almacenes se regulará la venta de botellas desechables de líquidos para consumo que contengan cualquiera que no sea bebida alcohólica o láctea”, precisa. Esto implica que habrá obligación de vender bebestibles en botellas retornables y recibir los envases de los clientes. Para los supermercados la obligación rige desde 6 meses de publicada la ley y 2 años para almacenes y tiendas de conveniencia.

Lo anterior se relaciona con que la ley establece que todas las botellas plásticas de bebida deben ser hechas en base a plástico recolectado y reciclado en Chile. Esto conlleva generar un mercado y empleos para el reciclaje y verdes, lo que potenciará la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) que incentiva el reciclaje de envases y embalajes. Y la abogada también releva que “los establecimientos de expendio de comida tendrán que informar al consumidor la forma en que un producto se valoriza”, es decir, cómo un artículo como un contenedor de comida puede continuar su vida útil , sea reciclando o compostando.

Por lo expuesto, Javiera Calisto tiene certeza de la trascendencia en distintas dimensiones de la implementación de la ley, definiéndola como clave “para impulsar una transformación sociocultural en Chile, porque estamos enfrentando el problema de los plásticos de un solo uso y a la generación de otro tipo de desechos, porque todos generan un impacto al medioambiente y en Chile estábamos y estamos generando mucha basura”.

 

Del logro a los retos de combatir al plástico

¿Nuestro océano está protegido del plástico? Hallar la respuesta fue clave para Oceana y así tener la ley de plásticos de un solo uso, la cual surgió tras aprobarse la “Ley Chao Bolsas”, en 2018, que prohíbe la entrega de bolsas plásticas en todo comercio de Chile, recuerda Javiera Calisto. Su existencia era un gran paso, igual que la Ley REP. Ambas se analizaron como parte de los estudios para responder la pregunta y conocer la realidad nacional del plástico.

Y se concluyó que “no había una solución práctica para los de un uso”, asevera, resaltando que “75% de los residuos hallados en playas son de plástico, lo que se puede extender a mares. Los plásticos encontrados son pequeños y livianos, muchos han estado en contacto con comida y eso hace que su reciclaje sea casi imposible en la práctica, porque es muy caro recolectarlos, clasificarlos, limpiarlos (por su contacto con materia orgánica) y luego reciclar”.

El problema contemporáneo

La cifra es el inicio para revelar lo urgente de contar con la norma, para argumentar por qué la producción y uso masivo de plásticos, y particularmente desechables, que creció exponencialmente en las últimas 7 décadas, se traduzcan en que “el plástico es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo”, asevera la doctora Camila Fernández, académica del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigadora de Copas Sur-Austral e Incar (patrocinados por la UdeC), Ideal y Laboratorio LIA Mast.

Una arista del problema es la degradación del plástico y por eso son alarmantes los desechables, porque “están 20 minutos en uso y demoran 200 años en degradarse: su vida es mayor como contaminante que como útil”, resalta el doctor Mauricio Urbina, académico del Departamento de Zoología de la UdeC e investigador del Instituto Milenio de Oceanografía (alojado en la UdeC) y autor principal del artículo “La respuesta de un país para combatir la contaminación plástica en los ecosistemas acuáticos: a la manera chilena” (2020) del que también participó Fernández.

Otro punto lamentable es que “no hay lugar del planeta donde no hayan residuos plásticos, porque tienen infinidad de aplicaciones”, sostiene el doctor Ricardo Barra, director del Centro Eula-Chile, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales UdeC y uno de los investigadores del informe “Haciendo las Paces con la Naturaleza” de ONU Medio Ambiente, presentando en febrero. Hay macroplásticos (plásticos grandes), microplásticos (menores a 5 milímetros) y nanoplásticos (más pequeños); los dos últimos pueden ser fabricados así o llegar a serlos. En estas distintas versiones están presentes en lo evidente como un vaso plástico y también en automóviles, tecnologías, productos cosméticos y de higiene o ropa. Y resalta que “del 10 al 17% de los gases de efecto invernadero (responsables del calentamiento global) vienen porque generamos estos materiales”.

La nociva dinámica

El 90% de los macroplásticos se acumula en vertederos. Allí, de a poco, empiezan a difundirse producto de la radiación o interacción con fauna y comienza un proceso de dispersión y llegan a ambientes bastante alejados de vertederos. Por viento, lluvias o crecidas de ríos, gran parte de los plásticos llegarán a ríos y luego al mar”, advierte Urbina. Por esos factores, los macroplásticos se pueden fragmentar a micro y luego a nano. Y la dispersión también se puede dar si, por ejemplo, por las cañerías se transportan restos de dentífricos o se desprende una hebra de la tela de la ropa mientras se camina en la calle.

Y lo más terrible es la nociva dinámica que los plásticos, en cualquier tamaño, establecen con los seres vivos, pudiendo quedar los animales atrapados en bolsas u otros accidentes e incluso las plantas absorber por sus raíces si están un suelo contaminado. Pero, la gran preocupación es la fauna del océano. “El plástico ha intervenido la cadena trófica marina de forma definitiva. Hoy muchas especies consumen más plástico que comida natural, porque la posibilidad de encuentro es mayor o el color del plástico lo hace atractivo. Dentro de la próxima década la abundancia de microplástico en el océano superará a la del plancton”, alerta Fernández. Además, en las partículas plásticas podrían adosarse otros contaminantes o tóxicos. Todo pone en peligro el desarrollo y subsistencia de la fauna que interactúa con estas.

Educar para solucionar

Por lo expuesto, los investigadores UdeC celebran la existencia de la ley que regula los plásticos de un uso como un avance y aporte concreto a paliar las crisis ambientales y más si se complementa con la “Ley Chao Bolsas”. Pero, también creen que los cambios deben ser más rápido y acelerar el paso, poner metas más ambiciosas es uno de los mensajes que “Paces con la Naturaleza” entregó, “porque todos los indicadores (medioambientales) indican deterioro y las evaluaciones sobre las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030, un rezago, además se ven dificultadas por la pandemia”, advierte Barra.

También concuerdan en que esta ley (y otras) tienen retos como que haya real fiscalización de su cumplimiento, una completa limitación de productos tan prescindibles y nocivos como el plástico desechable y mejorar la capacidad para reciclar o para compostar. Por eso educar a la población será crucial y en distintas instancias, tanto en la difusión de la ley como para promover las tres “R” de reducir, reutilizar y reciclar, y concientizar que cada individuo tiene algo que aportar a los desafíos y soluciones desde su acción.

Un planeta sano para gente sana

“Haciendo las Paces con la Naturaleza” del que participó Ricardo Barra dio propuestas para abordar los retos para lograr el desarrollo sostenible a 2030. Uno es el concepto “una salud” y se basa en que “la relación de interdependencia entre nuestro estado de salud con el de la naturaleza”, dice. Del rol ecológico de cada componente de un ecosistema y las dinámicas establecidas allí se cumplen funciones que se transforman en servicios para el bienestar humano como proveer agua, alimento, aire limpio o regular clima. Y para que lo haga en óptimas condiciones debe estar en óptimas condiciones: “no podemos tener gente sana en un planeta enfermo”, sostiene. Y muchas patologías aquejan a la Tierra y la ley sobre plásticos de un uso es un fármaco que servirá para tratar la enfermedad de la contaminación plástica.

*La fiscalización del cumplimiento de la ley de plásticos de un solo uso estará a cargo de los municipios y transgredirla tendrá multas de beneficio municipal que van desde 1 a 5 UTM, por cada producto o artículo entregado que la incumpla.

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