Ciencia y Sociedad

Agujeros negros: del enigma a galardonar la prueba de su existencia

La Astronomía está de fiesta en el mundo, porque el Nobel de Física galardonó a los responsables de los primeros hitos vinculados a resolver uno de los enigmas que por décadas tuvo de cabeza a científicos alrededor del mundo: la existencia de los agujeros negros.

Por: Natalia Quiero 08 de Octubre 2020
Fotografía: ESO

Que recibir un Premio Nobel sea motivo de alegría y orgullo es un hecho, y es por eso que la Astronomía está de fiesta en el mundo, porque en la categoría de Física galardonó a los responsables de los primeros hitos vinculados a resolver uno de los enigmas que por décadas tuvo de cabeza a científicos alrededor del mundo: la existencia de los agujeros negros.

Los galardones

Por un lado, se premió al matemático británico Roger Penrose, que en los ‘60 y una década después que muriera Albert Einstein, creador de la teoría general de la relatividad, formuló desde ésta un teorema que afirma que “el colapso de un objeto estelar bajo la acción de su propia fuerza de gravedad inevitablemente lleva a la formación de un agujero negro”, explica el doctor Cristian Quinzacara, físico teórico titulado de la UdeC y profesor asistente en la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la Universidad San Sebastián.

Y fue para quienes pudieron comprobar la predicción la otra mitad del galardón; la estadounidense Andrea Ghez y el alemán Reinhard Genzel hallaron un agujero negro supermasivo al centro de la Vía Láctea. “Han sido los primeros en recolectar suficiente información para asegurar que el ‘objeto compacto supermasivo’ Sagitario A* es un agujero negro supermasivo”, apunta. Aclara que la hipótesis surgió a mediados de los ‘70 y su comprobación implicó décadas de trabajo, porque recién en los 2000 “lograron tener suficientes observaciones de las estrellas del centro de la Vía Láctea para poder calcular sus órbitas y así deducir la masa de Sagitario A*, que es más de 4 millones de veces la masa del Sol”, detalla.

Es decir, un agujero negro, “un objeto tan masivo y compacto, con una gravitación tan fuerte, que la luz no puede escapar”, precisa Dominik Schleicher, doctor en Astronomía, jefe de carrera de Astronomía UdeC y líder del Proyecto Anillo de Agujeros Negros Supermasivos que se ejecuta junto a las universidades Católica de Chile y de Valparaíso.

Ingrediente fundamental

Los expertos coinciden que el Premio Nobel 2020 que galardona en partida doble a las investigaciones en agujeros negros es el primer gran reconocimiento a este campo, y según Schleicher tardó en llegar y Quinzacara cree que un influyente en el galardón fue la obtención de la primera imagen de un agujero negro supermasivo al centro de la galaxia M87; hito dado a conocer en abril de 2019 de la mano de un magno proyecto internacional del que fueron parte dos investigadores de la UdeC y transformaron a la casa de estudios en la única chilena en participar.

¿Por qué el intenso interés en los agujeros negros hoy ensalzado con un Nobel? Siendo tema de especulación por décadas, incluso siglos, sólo comprobar su existencia es “un gran paso para la ciencia” sostiene Schleicher, quien cataloga a su estudio como un “ingrediente fundamental para la Astronomía”.

Esto, porque el astrónomo aclara que “creemos que cada galaxia tiene un agujero negro supermasivo en su centro y éste puede tener efectos en la galaxia cuando es activo, es decir, cuando está ‘comiendo gas’ de la galaxia, porque eso va a producir mucha energía y ésta puede impactar fuertemente a la galaxia. En la Vía Láctea tenemos un agujero negro inactivo, que come muy poco material, pero en otras galaxias hay mucho más activos”.

Es desde lo anterior que el astrónomo Rodrigo Herrera, académico de Astronomía UdeC, sostiene que “creemos que los agujeros negros son fundamentales para la formación y evolución de las galaxias. Porque en toda galaxia, cuando se comenzó a formar, éste es como una ‘semilla’ que va consumiendo materia y a medida que come va creciendo y creciendo”.

De ahí que se trate de objetos de siempre actual interés, porque ante su reconocido rol clave “nos falta mucho por descubrir”, asevera, y cada hallazgo está en la frontera del conocimiento. Y lo cierto es que cada uno abre oportunidades a nuevos estudios que, finalmente, contribuyen a avanzar en resolver los misterios del inmenso Universo y el entendimiento sobre nuestro origen.

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