Fin de año suele ser un periodo intenso, ya que no sólo es época de festividades que implican ciertas preparaciones como Navidad y Año Nuevo, sino que también es de evaluaciones, pues se suele medir el cumplimiento metas y objetivos, tanto en el ámbito personal como en el laboral. Si a lo anterior sumamos que en general ha sido un año complejo por los cambios económicos, políticos y preocupaciones como la delincuencia y la inflación, son aún más los factores estresores que inciden en la salud mental de la población.
La manera en cómo cada persona enfrenta estas situaciones, depende tanto de aspectos biológicos, psicológicos y socioculturales, como también de los mecanismos de afrontamiento de cada una. Si bien el estrés no es negativo en sí mismo, ya que es una respuesta fisiológica que nos prepara ante el peligro, cuando nos vemos sobrepasados y el estrés es mantenido en el tiempo, es necesario evaluarlo, sobre todo considerando que nuestro país no posee buenas cifras en salud mental. De hecho, en una encuesta un 38.5% señaló sentirse constantemente agobiado más o mucho más que lo habitual. Por otra parte, un 27.5% exhibió síntomas de ansiedad moderados o severos. (UC & ACHS, 2022).
Por ello, hay que estar alertas a síntomas en los cuales hay que solicitar ayuda profesional, entre ellos destacan alteraciones del sueño, irritabilidad, hipervigilancia, dificultad para experimentar felicidad o satisfacción, reacciones emocionales intensas, los cuales pueden generar deterioro de la funcionalidad. Para prevenir la aparición de estos síntomas es necesario que se fomente el autocuidado, dormir al menos ocho horas diarias, favorecer la comunicación de las emociones, realizar actividad física, organizar el tiempo, trabajar en el manejo de las expectativas, mantener una dieta balanceada y aprender a decir que no a las actividades que realmente no podemos efectuar.
Pía Bustamante Barahona-USS