Carta a la directora

Fábrica de Paños de Chiguayante

Por: Diario Concepción 26 de Enero 2020
Fotografía: Diario Concepción

Este importante establecimiento fue fundado en abril de 1910 por su propietario don Arturo Yunge, y principió su funcionamiento en abril del presente año. En su edificio de zinc y madera, construido especialmente para este objeto, se han hecho instalaciones, que constan de 34 máquinas alemanas de las más moderna para el tejido, las que son movidas por un motor a vapor de fuerza equivalente a 40 caballos.

La fábrica elabora paños y casimires de clases análogas a los importados, para lo cual su propietario no ha omitido esfuerzos ni gastos a fin de importar la materia prima de las más acreditadas marcas alemanas; de manera que está en situación de ofrecer al mercado artículos de calidad garantizada.

La fábrica está ubicada a cuatro cuadras de la estación de Chiguayante, en un terreno de su propiedad que mide 56 cuadras de extensión, sitio donde antes estuvo instalada una fábrica de cerámica.

Dos maestros alemanes, muy competentes en su oficio, dirigen el funcionamiento de las máquinas, y las diversas operaciones de la fabricación de los géneros son atendidas por cuarenta operarios entre hombres y mujeres. El personal administrativo se compone de un gerente y su contador.

El expendio de los productos de este establecimiento corre a cargo de los señores B. Tinmermann y CIA., en Concepción, Santiago y Valparaíso.

Vale la pena hacer una pequeña descripción de la forma en que se efectúa la fabricación de las telas, cosa que no deja de ser curiosa a los ojos del profano que visita por primera vez, como nos ocurrió a nosotros, en establecimientos de esta naturaleza.

Principia la operación preparando los hilos para el tejido, distribuyendo los distintos colores según el dibujo que se haya elegido, es decir, se forma la urdiembre.

Los hilos pasan enseguida a los telares, de los cuales hay 18, movidos todos automáticamente, de suerte que el operario tiene que atender sólo al buen funcionamiento de la máquina, que avisa por un ingenioso mecanismo cada vez que se corta un hilo o que se produce algún otro entorpecimiento que debe corregirse.

Pasado el paño de los telares, es revisado cuidadosamente, a fin de preparar a mano cualquier desperfecto que se note.

Las telas pasan enseguida a una máquina centrífuga, donde se las lava con jabón y después a una máquina enjuagadora, de la cual se llevan a otra en que se lavan por última vez.

De aquí se conducen al secador y, una vez secos, se ponen los paños en la máquina de cardar, consistente en un gran cilindro que está cubierto por hileras de cardas.

Después de cardados, los paños se hacen pasar por una máquina provista de mangos que cortan todos los filamentos finísimos que sobresalen más de lo que se estima conveniente para la buena presentación del artículo.

Enseguida se procede a la aplanchadora y la decatización, que se verifica haciendo pasar la tela por un cilindro de cobre lleno de pequeños agujeros, por lo cuales se escapan chorros de vapor.

De esta suerte se logra que los paños adquieran una flexibilidad y tensión apropiadas para evitar después deformaciones al confeccionar la ropa. Estas primeras instalaciones darán origen a la empresa Chilean Mills, de don Guillermo Yanzen y Arturo Yunge.

En 1929, la empresa Grace y Cía., compra las instalaciones de la Chilean Mills, que se trasforman en la empresa Caupolicán Chiguayante y montan una fábrica de envergadura que llegó a tener 500 trabajadores. Lo que representaba una gran cantidad de los pobladores de Chiguayante y su familia.

Para los chiguayantinos y los familiares que trabajaron en estas empresas, recuerdan con cariño el esfuerzo de estos empresarios que hicieron del textil un hito de importancia en este sector de concepción del año X (material extractado del libro del centenario de Concepción).

Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia
Investigador del Archivo
Histórico de Concepción

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