Carta al director

Mauricio Gleisner

Por: Diario Concepción 10 de Noviembre 2019

Si de emprendedores del Bío Bío tratamos, uno de los más destacados sería, a mi entender, Mauricio Gleisner. Alemán nacido en principado Waldeck, el 15 de noviembre de 1832. Su familia de clase alta, educó a su hijo para que se desarrollara entre los de su clase social, pero Mauricio, de joven, vio una ruta distinta para cambiar su vida.

Quiera la suerte o el destino, recorrían por aquel entonces en Europa chilenos motivando la venida a América y en especial al sur de Chile, como Bernard Philippi, o Vicente Pérez Rosales y otros. Gleisner, luego de conversar con Philippi, este le aconseja estudiar un oficio antes de emprender la aventura de su viaje a América.

Fue así como Mauricio estudia las técnicas de la curtiembre que tanto éxito le dará en Chile. Con un poderoso espíritu de emprendimiento, Gleisner desembarca en Valparaíso en 1852, para luego de algún tiempo dirigirse a Concepción, donde junta algún capital con el cual inicia en la ciudad de Nacimiento una vida independiente con la apertura de una empresa de curtiembre, que en el transcurso del tiempo, se transformará en una de las empresas más prósperas del país, siendo dueño de curtiembres, ferreterías, molinos, fábrica de velas, fábrica de azúcar, (a partir de la betarraga azucarera), terrenos de cultivo y otros.

La empresa Gleisner, luego de asociarse con Wolrad Schumacher en 1872, crea una nueva razón social, llamada Mauricio Gleisner y Compañía, la cual abre sucursales en las ciudades de Lota, Nacimiento, Concepción, empresa dedicada a la importación y exportación de mercadería, que salían y entraban por el puerto de Talcahuano, y a través de naves, que recorrían el Río Bío Bío y sus afluentes.

La empresa Gleisner sorteó con esfuerzo y constancia el agitado desarrollo de la segunda mitad del siglo XIX, con la revolución de 1859, la Guerra del Pacífico, 1879, la revolución de 1891, la pacificación de la Araucanía, territorio donde Gleisner tenía todo su capital. A esto habría que agregar en el siglo XX, los terremotos de 1939 y 1960, que afectaron de alguna manera el desarrollo de la empresa.

Hoy, a no más de 30 años de haberse cerrado sus locales comerciales en Concepción, aún recuerdo el haber entrado en la gran ferretería Gleisner y sentirme maravillado con la extensión y variedad de productos y departamentos con que la tienda contaba, y que una vez que cerraron sus puertas, dio origen a que cada empleado de sección herramientas, bombas de agua, maquinaria pesada, electricidad, etc., iniciaran tiendas en sus respectivos rubros que aún atienden en Concepción.

Mauricio Gleisner falleció el 2 de mayo de 1899, en un hotel de los famosos baños termales por sus aguas, en Wiesbaden, Prusia, en los cuales se encontraba descansando, producto de una recomendación médica. Su muerte lo sorprendió en el mayor desarrollo que estaban experimentando sus empresas a través del país, sus descendientes hasta el día de hoy, ocupan altos cargos públicos y se desarrollan en todo tipo de empresas dentro del país, generando, en la actualidad, de alguna manera, el impulso traído por su descendiente.

Desde esta columna, vayan mis respetos y recuerdo a tan destacado emprendedor que puso el cariño y el esfuerzo en desarrollar por más de un siglo un emprendimiento de esta calidad en nuestra querida Región del Bío Bío.

Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia y Geografía
Investigador del Archivo Histórico de Concepción

Diario Concepción

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