Carta al director

Jornada laboral y productividad

Por: Diario Concepción 20 de Octubre 2019

Señora Directora:

Los últimos meses, la prensa nacional ha estado pendiente del proyecto de la reducción a 40 horas de la jornada de trabajo. Dicho proyecto pareciera estar enfocado exclusivamente en una mayor calidad de vida del trabajador, lo cual es beneficioso, por supuesto, pero no debemos obviar los impactos que su aplicación podría tener en el ecosistema productivo del país.

Los posibles impactos para algunas empresas, sobre todo pymes, son muchos. Por ejemplo, un centro de atención de salud que funciona 24 horas al día, va a necesitar a más enfermeras para atender a los mismos pacientes, aumentando sus costos.

A este proyecto le hace falta una mirada integral de sus efectos en todas las dimensiones del entorno productivo, que radique en medidas paliativas sobre los efectos negativos que puedan producir, como el aumento de costo laboral, junto a una aplicación gradual que permita a las empresas adaptarse al cambio.

La productividad laboral en Chile es la segunda mayor de América Latina tras Uruguay (The Conference Board, 2019). $29 USD/hora. Eso puede deberse, según Adolfo Fuentes del CEP, a mayor acceso a educación superior (9 años 1990 a 12 en 2017) y también en inversión e importación de tecnología. Sin embargo, estamos lejos de países desarrollados: nuestra productividad alcanza sólo un 44% de la de EEUU. El diagnóstico está claro hace algunos años; Mckinsey (Irade 2013) concluyó que las mayores brechas, y donde las empresas pueden tomar medidas, están en la eficiencia operacional por la baja adopción prácticas avanzadas de gestión.

Los refuerzos positivos sobre conductas deseables y resultados medibles, mediante incentivos no monetarios y reconocimientos de diversos tipos, junto a análisis de resultados y comunicación segmentada, personalizada y oportuna, son algunas de las prácticas que pueden adoptar en las compañías para que la satisfacción y calidad de vida incida efectivamente en la productividad laboral. Es de esperar que estas prácticas sean adquiridas por las organizaciones chilenas para poder acortar la brecha que hoy tenemos con economías más desarrolladas.

Juan Carlos Solari

Etiquetas