Señor Director:
No tengo ni una gota de nativo chileno ancestral. Bisabuelo boliviano por el lado materno, y croata por mi abuelo paterno, quien nos gritaba en su lengua a los nietos cuando nos portábamos mal.
Me siento muy chileno, amante de mi país y sus costumbres. Pero, también me avergüenzo de sus vicios y malas prácticas. La peor de todas, el racismo selectivo que abre la puerta con sonrisa al caucásico y que se la cierra con violencia a quienes no tienen rasgos norteamericanos o europeos. Un doble estándar muy triste, ingenuo y desinformado.
Viva la inmigración y el mundo diverso en su más amplia magnitud. Las fronteras solo están en nuestras mentes.
Paulo Domic