Señor Director:
En tiempos remotos, un político inventó la expresión “desafíos pendientes” y poco después empezó a ser muy común en los discursos. El significado de esa potente combinación no es lo que parece; según el contexto, quiere decir: a) voy a la reelección (si no se puede, léase “volveré”); b) no digan que no se me ocurrió (al menos quedaré como autor de la idea porque el que viene igual lo hará) ; c) no quise hacerlo porque la única solución a ese problema es impopular; d) aquello no tiene solución.
Es un gran comodín para los discursos de despedida, pero jamás debe usarse en los primeros seis meses en un cargo. Termino diciendo que me acabo de sacar de encima un “desafío pendiente”.
José Luis Hernández Vidal