Carta al director

Calidad educativa

Por: Diario Concepción 16 de Agosto 2018

Señor Director:

La calidad en educación no se mide por la cantidad de conocimientos adquiridos en los colegios, porque cada alumno es una individualidad única e intransferible en cuya formación influyen múltiples factores partiendo de la genética, el ambiente familiar, el barrio y la población o sector donde desenvuelve sus actividades.

Con estos elementos ya internalizados en cada niño, éste llega ilusionado a los umbrales de la escuela soñando que va a ingresar a un mundo mejor de aquel en que vive todos los días y los padres han puesto todas sus esperanzas soñando que es el único camino que lo ha de llevar al éxito del mundo del trabajo cuando sea adulto o profesional, pensando siempre en conseguir un cartón como popularmente se le denomina al certificado o diploma que acredita sus logros académicos, pero, a la luz de los acontecimientos, a las manifestaciones de los estudiantes de educación secundaria o media y los alumnos universitarios estos diplomas no expresan el anhelo de los beneficiados quienes al darse cuenta con el paso del tiempo que el camino tan escabroso que han tenido que recorrer en el sistema educativo no les satisfizo en cuanto a calidad educativa y al endeudamiento que les significa cancelar las becas adquiridas y que los tendrá hipotecados por muchos años más, deteriorando sus ingresos posibles y resintiendo su estabilidad familiar.

Los profesores cumplen a conciencia sus actividades docentes y cada niño que pasa por las aulas escolares es tratado con cariño y respeto considerando siempre sus diferencias individuales y sus maestros se alegran con los éxitos de sus alumnos y sufren también con sus fracasos y en estas condiciones siempre están dispuestos a fortalecer las estrategias para lograr los mejores aprendizajes que la realidad humana, material, afectiva y síquica les ofrece.

Si fuera tan mala la educación que entregan los colegios y Liceos, no tendríamos a tantos líderes estudiantiles que han surgido a la palestra pública, utilizando un buen lenguaje académico, manejando argumentaciones sólidas y creíbles y con gran capacidad para levantar multitudes, oponiéndose incluso a diputados, senadores y ministros y diversas autoridades regionales.

Tampoco podemos olvidar a esos líderes jóvenes secundarios que levantaron sus voces de alerta en la llamada revolución pingüina y que lograron concitar la atención de la opinión pública con encendidos discursos como si hubiesen sido avezados políticos de antaño.

Confiemos entonces en la calidad de la educación existente en la mayoría de los colegios de Chile y colaboremos con los profesores que entregan día a día los mejores esfuerzos por mejorar la calidad educativa del país.

Hugo Pérez White

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