Señor Director:
Creo que el legado de Bachelet en la oposición es sólo crítica y obstrucción. Si no, ¿cómo se explica que el Gobierno deba solicitar que se aceleren proyectos tan importantes como la imprescriptibilidad de los delitos de connotación sexual en contra de menores, la Ley Antiterrorista y la protección de datos personales?
Parece que, en gran medida, las dificultades para lograr acuerdos con la oposición se deben a que ésta se encuentra fragmentada, sin un partido que lo direccione. Pero al juzgar por el tono beligerante con que se están enfocando las discusiones públicas, queda la impresión de que la razón más de fondo obedecería a la caída que implicó la pérdida del poder y el intento de recuperarlo a toda costa. Una estrategia que supone no facilitar las cosas al gobierno pero tampoco a ningún ciudadano.
La oposición debe tomar un rol fiscalizador ante el oficialismo. Sin embargo, la desmedida amplificación de los conflictos y el cerrado atrincheramiento en el “legado de Bachelet” está provocando una situación que encarece cada día los entendimientos políticos, desviando la atención de los problemas más urgentes e impostergables a los que debe abocarse el país. Esto claramente es una forma dudosa y cuestionable de preservar un legado de centroizquierda.
Patricio González B.
Ingeniero y politólogo