Carta al director

Música penquista: de la resistencia al híperlink

Por: Diario Concepción 16 de Marzo 2018

Las ventanas de Concepción se abrieron desde el lugar donde entra más fuerte la modulación del viento: la costanera del río Bío Bío. Ahí, en el Parque Bicentenario, otrora sitio pintado por el ostracismo urbano, se levantó una nítida corriente sonora distinta a la marítima. Eran las bandas penquistas que incubadas en ideología y creatividad de libre resistencia durante el oscurantismo de la dictadura (en casas, pensiones universitarias, plazas y campus), tomaron posición en un escenario de alta gama: Rock en Conce (REC).

Esta cuarta versión y todas consecutivas, desde 2015, representaron en notaciones actuales no solo un imaginario, sino que también enarbolaron a la música como un organismo pleno que se mueve y caracteriza a la vida del Valle de la Mocha, aquel sentenciado por las nubes, lluvias, soles y cataclismos del sur.

La música penquista, más que el rock y este nombrado de la semántica rebelde, se amplificó cual tótem lírico que propuso en la práctica y, quizás, sin buscarlo en los objetivos del proyecto financiado por el Gore Biobío; recuperando los disfrutes públicos de la tradición histórica en las otrora fiestas de la primavera en la Universidad de Concepción.

El festival gratuito seguirá replicándose con las citas en redes sociales de #canciones #bandas y #Conce. Ahí, en las pantallas móviles,  donde habita el instantáneo pasaporte a la sociedad líquida de Zygmunt Bauman.

No obstante, que en ese paño al aire libre donde aconteció REC (entre un mall, el Teatro del Biobío y los puentes), la existencia sea la sensación más real de las 120 mil personas que circularon el 3 y 4 de marzo.

El “corazón vibráfono” se encuentra en las bandas y compositores acuñados en esta caja de resonancia que se arma entre los cerros Caracol, Amarillo, las Tetas del Biobío y el pentagrama que trazan los cauces de agua y la costa. Una metáfora armónica que se ocupa generosa para abrir el genuino y determinante valor hacia los músicos de una constante habla y composición que movilizan desde esta parte del país.

Unos, desde la inteligente influencia radial de Nueva Dimensión emitida por universitarios durante los 70 del complot que se convirtió en gobierno de facto, programa que generó una productora que trajo a Congreso al Aula Magna esa misma década; otros amigos, en las peñas valientes de los 80 apretados con la bota y cargados por “sapos” (siguiendo a un recién estrenada película).

Después, aparecieron los adolescentes en los 90 cultivados a punta de casetes en el patio de esculturas de la Casa del Arte, los que sin ninguna guitarra tenían en el espíritu y la actitud a una banda de rock; y del 2000 hasta hoy, un crisol de sonoridades de nóveles y con trayectoria que facilitados por las tecnologías, graban, tocan y producen sus recitales, constituyendo circuitos paralelos a locales o bares.

Tocar en este súper evento oficial, REC, no dobla las posiciones disidentes expresadas por los artistas en referencia al modo de vincular políticas públicas culturales de desarrollo o fomento figuradas en este enorme escenario. En el decir, como primer movimiento, surgen las mejoras. En la escucha, viene componer el diálogo.

Los dos días de recitales abrieron y fortalecieron una circulación nítida a los creadores locales (habrán, también, otros calificativos). Pasamos del lenguajear sobre el arte penquista en superlativos, a una amplificación concreta. Los mitos se relatan. En Concepción, al parecer, estamos recién viviendo uno de nombrado y origen desconocido.

 

Álvaro Muñoz Sánchez

Periodista de cultura y música

Investigación Precursores rock penquista en dictadura (Fondo de la Música)

Etiquetas