Carta al director

Signos esperanzadores

Por: Diario Concepción 16 de Diciembre 2017

Señor Director:

El debate de Anatel fue un paréntesis en ese clima beligerante y falto de ideas que ha caracterizado la campaña en el balotaje. Y en esa realidad jugaron un rol importante el diseño y estilo que se quiso imprimir al foro ciudadano y de modo decisivo el papel que desplegaron -especialmente-  dos de las periodistas del panel.

Una vez más ha quedado de manifiesto que los medios de comunicación han llenado esa suerte de vacío de liderazgo espiritual de que adolece el país. Sus preguntas lúcidas, incisivas y directas -pero sobre todo la actitud  ecuánime exhibida- hizo posible mostrar el rostro de los candidatos en diferentes dimensiones, lo que indudablemente posibilita al ciudadano discernir a quién se tiene detrás de las palabras. Se estaba nada menos que frente al futuro Presidente de Chile. Y por muy importante que sea el verbo y la retórica, lo relevante es el contenido y la propuesta que acompaña.

Si había ciudadanos que requerían un grado mayor de conocimiento de los candidatos y sus ideas para decidir por quién votar, no debieron quedar defraudados. Sin embargo, en el mundo político ligado más directamente a los presidenciables, cuesta encontrar grados de racionalidad que permitan una confrontación sana de ideas o puntos de encuentro y lo que es peor, esa carencia de racionalidad  arrastra a sus partidarios a toda clase de declaraciones desafortunadas que crispan el ambiente de manera gratuita.

El aforismo, la mujer del César no sólo tiene que serlo, sino  parecerlo es aplicable a la coalición gobernante en lo relativo a la prescindencia partidaria y es ostensible la falta de finura al respecto, como lo es también la sobrerreacción de la oposición. No hubo maniqueísmo en el debate televisivo y sus feligreses debieran seguir esa línea. Ningún ciudadano inteligente e imparcial -la mayoría de los chilenos- deja de percibir adecuadamente lo que muestra la realidad.

Aun así, cómo se extraña una visión humanista que integre a todas las personas en su desarrollo.  Esa visión humanista que ha acompañado los mejores momentos de nuestro país. El ser humano no puede olvidar al ser humano. No es sólo número, estadística, votante o partidario; tampoco es experimento utópico o caballito de batallas ideológicas. Es un ser con rostro, con identidad y biografía; esa persona que rezuma vida, es vecina, amiga o hija nuestras.  Por lo mismo, ese ser humano  me importa, me duele, lo siento como un hermano y  no puede morir en una lista de espera. Visión humanista que construyeron líderes de distintos signos y actividades y que se encarna de modo eminente en las familias y en las escuelas. Allí se enseña la cultura, se aprenden las humanidades y se cultivan los valores y por eso, adquiere cada vez mayor simbolismo y trascendencia, esa aspiración de que los niños deben estar en la primera fila de los desvelos de quien conducirá el país y que se elegirá este 17 de diciembre.

 

Salvador Lanas Hidalgo

Director Académico Escuela de Liderazgo USS

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