Carta al director

Culpables

Por: Diario Concepción 06 de Octubre 2017

Ad portas de una elección presidencial y parlamentaria no hay nada de que quejarse. Porque a pesar de toda la evidencia existente, la gente votará nuevamente por un alto porcentaje de candidatos ya conocidos, incluyendo a formalizados o con juicios pendientes, a candidatos que venden o compran asesorías truchas u otros que han abusado de los recursos fiscales a más no poder.

Y no podemos quejarnos porque hemos sido nosotros los que hemos permitido que todo esto ocurriera. Porque seamos honestos – al menos con nosotros mismos – y reconozcamos que este proceso de deterioro de la política no es algo nuevo, los actores son más o menos los mismos y todos cual más cual menos tienen cuentas que rendir. Y nuestra indolencia los ampara.

Por eso es incomprensible la cara de asombro de algunos al percatarse que los legisladores son ahora una Pyme llamada Legislativa SA, cada una con decenas de funcionarios pululando alrededor, con funciones específicas y con el único objetivo de parasitar del cargo y maximizar las utilidades.

Lo dijo Andrade hace poco: “si los informes son 100% copy paste pero me sirven, me da lo mismo”. y Quinteros, el senador, días atrás en una columna en un medio nacional, ratificó que “EL y solo él decide si una asesoría es buena o mala y no un fiscal o la Contraloría”, debiendo entender, nosotros los mortales, que esa asignación (nuestros impuestos) es parte de los ingresos de la Pyme Legislativa S.A. y ellos pueden hacer lo que quieran con esto.

Hubo ya casos de arriendos de sedes a familiares y amigos. Hubo casos de ayudantes y secretarios que era parientes. O de pasajes aéreos que eran usados por amigos e incluso canjeados para que viajaran adherentes al parlamento. Se descubrió el uso escandaloso de los celulares, con casos en que la cuenta sumaba 15 o 20 aparatos por parlamentario. “Soy todo oídos” decía uno para justificarse. A esta altura podemos aventurar que casi con seguridad los vales de bencina terminan en el auto familiar claramente bien innecesario para producir la renta – perdón, las leyes.

Viajes por el mundo a destajo. Desde Paris a Nueva York. Aruba, Cuba y Colombia como habituales, hasta el paradisiaco Fiji. Si, Fiji, en que 6 de nuestros parlamentarios fueron al Foro de Líderes Parlamentarios. Todo pagado, obviamente, incluyendo jugosos viáticos para disfrutan de la suave arena.

Todo sumado a las infinitas fórmulas para faltar al trabajo sin rendir cuenta. Licencias médicas. Avisos por tener otros compromisos. Permisos sin goce de dieta con un descuento de solo $66.150 por cada día ausente o de 198.000 si la falla es por una semana o 10 días. Permisos Constitucionales que inmunizan a quien los tiene. Un comodín que impide descontar dieta o asignaciones independientes de que hayan realizado en ese periodo. Nadie pregunta para qué y por qué. Nada. Así se puede tomar días libres en el extranjero cuando quieren. Sumemos el personal a su servicio, choferes, asistentes, secretarias, asesores y jefe de gabinete, tal como príncipes y princesas con su corte.

Y ahora las Pymes legislativas, amenazadas por el simple control de la gente o por el ministerio público reaccionan como empresarios corruptos formando un cartel que se niega a ser fiscalizado.

Y a los votantes, como siempre, les alcanza solo para reclamar calladitos en el pasillo de la oficina, en la reunión almuerzo del día domingo o con una cerveza en la mano junto a los amigos en el pub. Ahí todos son choros, pero a la hora de votar les tirita la mano incluso para escribir un buen garabato y prefieren votar por diablo conocido que por conocer.

Nosotros hemos permitido llegar a este nivel, nosotros creamos esta casta de privilegiados.

Reconozcámoslo de una vez: nunca supimos más de la clase política, pero la casta de elegidos sigue amparada por una ciudadanía penosamente miope y por una clase ilustrada interesadamente ciega, sorda y muy cobarde.

 

Jorge Condeza Neuber

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