Editorial

El intransable compromiso de buscar la verdad

Por: Diario Concepción 28 de Mayo 2017
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Este medio ha procedido, con íntima satisfacción, a cambiar de folio, dar por cerrados sus primeros nueve años de presencia en la comunidad regional y emprender una nueva etapa en su año décimo. Con el principal compromiso de buscar la verdad, o lo más de ella que pueda obtenerse, merecer la fe pública, desafío particularmente significativo cuando los hechos, utilizando medios inmediatos y de inmensa cobertura, pueden ser distorsionados hasta dar falsas imágenes de la realidad.

Sobre este particular resulta interesante la analogía utilizada por  Arturo Torres, psicólogo de la Universidad de Barcelona, al comparar la situación informativa actual con el mito de la caverna, de Platón, en la cual hombres encadenados no ven más que sombras falaces, que simulan una realidad engañosa y superficial. El mito de la caverna ha servido para ejemplificar la existencia de una verdad que existe independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los engaños constantes que nos alejan de esa verdad y el cambio cualitativo que supone acceder a ella: una vez que se la conoce, no hay marcha atrás.

Para este académico, esa realidad tiene un lado oscuro: la mentira también puede subsistir y permanecer, porque si bien no describe fielmente la realidad, funciona en nuestras cabezas, en consecuencia, sobrevive. Esa es la situación que describe el Diccionario Oxford al señalar el alto uso de la palabra post-truth, la postverdad en castellano, concepto que señala que entre la verdad y la mentira hay un territorio de aguas turbias que escapa a esas dos definiciones.

En la lúcida explicación de Torres, “la postverdad supone un emborronamiento de la frontera entre la verdad y la mentira, y crea una tercera categoría distinta a las dos anteriores. Una en la que un hecho, ficticio o no, es aceptado de antemano por el simple hecho de encajar con nuestros esquemas mentales”.

Una nueva vuelta de tuerca en este proceso de desfiguración de la verdad, es la utilización de múltiples medios para disfrazar la mentira, creando lo que se ha dado en llamar hechos alternativos, mediante un aparato mediático potente o propagandístico que hace creer que las falsedades no los son, que no parezcan mentiras, sino realidades plausibles.

En ese proceso pueden distorsionarse tanto los hechos como las acciones y del mismo modo vulnerar la dignidad de las personas, cuya honorabilidad y prestigio son destruidos como un daño colateral, consecuencias que para la información inescrupulosa no son más que insumos útiles para conseguir objetivos no importa cuán ilegítimos.

Sin embargo, la exposición de la postverdad, la toma de conciencia de la ciudadanía de sus falencias y riesgos, ha traído una consecuencia favorable; la revalorización de la información veraz y creíble, la información que, con las fuentes que corresponda, trata de acercarse a la verdad, sin otro propósito que ser fiel a la realidad, con el debido respeto a las personas en el marco indeclinable de la veracidad y objetividad.

En ese sentido, la prensa escrita tiene un rol que cumplir, asegurar que la información que entrega cumpla con esas características y asumir las responsabilidades que corresponda, más su compromiso, sin perder su objetividad y transparencia, de respetar la dignidad de las personas. A diferencia de  otras instancias, esta información tiene domicilio conocido.

 

 

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