Cuando pienso en democracia pienso en la Convención Constitucional, porque veo en ésta una expresión de lo que es la democracia pero también una oportunidad de cambios.
No es el remplazo de la libre iniciativa el camino hacia el progreso, sino la colaboración. Son cientos las iniciativas privadas que con el compromiso de los gobiernos y el apoyo financiero podrían ser de impacto inconmensurable. “¿Y si aplicamos a nuestros problemas actuales la imaginación, el espíritu, la audacia y los medios que nos llevaron a la luna?”, como sugiere Mazzucato.
Es preciso y urgente comenzar a pensar que las necesarias políticas sociales en un mundo de incertidumbre deben ir pasando de la coyuntura a políticas de Estado, así como la fijación por ejemplo del salario mínimo y otras políticas distributivas, para comenzar a dejar de ver candidaturas que surjan desde el debate en torno a las necesidades y urgencias de las personas y comenzar a hablar del Chile de las próximas generaciones. Vamos al encuentro de los demócratas!
La política no puede ser servil a quienes pretenden vaciarla de todo compromiso y de la responsabilidad de pedirlo todo sin ceder ni responder por nada.
Es tiempo de elevar el debate, cuidar la democracia y las instituciones republicanas, como único camino posible para afirmar un futuro común y una vía posible al desarrollo y el progreso.
La democracia requiere hoy de valentía, coraje, compromiso, y una disposición al dialogo que sea correcta en el respeto, pero jamás incompatible con la libertad de expresión, el pensamiento crítico y la razón.