Aunque no se trate de puestos de elección popular, la salida de ministros y autoridades en otras posiciones hace que la ciudadanía se cuestione su rol de servidores públicos.
El Estado no es un gerente de empresa, como tampoco un ciudadano puede ser concebido como una unidad de capital empresarial, que debe sólo perfeccionarse para mejorar su rendimiento productivo, como si esto lo pudiese hacer más libre.