Son 78 personas, en su mayoría mujeres, quienes se organizaron para exigir al Estado ayuda para cuidarlos y apoyo para ellas, que en su mayoría dejan de trabajar para convertirse en cuidadoras de tiempo completo.
Por fuera parece una casa más, pero lo que allí se vive cada día, remece hasta el más duro de los corazones. Es un punto de luz en esta ciudad, que ha permitido a decenas de personas, que vivían en la calle, volver a encaminar el rumbo e intentar sanar el alma.