Es justamente el alto consumo de alcohol y drogas en la juventud chilena lo que ha estado levantando reacciones, ya que no se trata de cifras relativamente altas, sino absolutamente elevadas, ocupando los primeros lugares de abuso de substancias en Latinoamérica.
La población urbana en nuestro país ha experimentado un cambio notable en las últimas décadas, de tal manera que actualmente el 87% de la población vive en ciudades, por sobre la media latinoamericana, 26% más baja que la de Chile.
En el escenario de la descentralización, este resultado es elocuente, los jóvenes, los futuros administradores de nuestro país, han descubierto que las regiones tienen lo que hace falta, que el prestigio de las instituciones es un indicador confiable.
Las cifras, como las de otros años, no se equivocan en lo esencial; hay niños que reciben educación de buena calidad y otros que no, los primeros tienen todas las puertas abiertas y los otros, con dificultad.
Si este delicado asunto es todavía polémico, es porque existe un vacío legal en materia de humedales. Últimos veredictos demuestran que la normativa está obsoleta y anquilosada, a pesar de que Chile es signatario de la Convención de Ramsar.
Se indica la necesidad de cambiar el sistema de transporte público, incluyendo la posibilidad de construir un metro digno de la capital regional, lo cual generaría un enorme atractivo adicional, para mejorar la calidad de vida de los 1,7 millones de habitantes del Gran Concepción.