Política

El 11 de septiembre de Olimpia Riveros: “La muerte de Allende simbolizaba la muerte de los sueños del pueblo”

Por estos días está llena de actividades y reflexiones por la conmemoración de los 50 años. “Todo es una lucha, un trabajo permanente donde el respeto por la dignidad humana sea el centro de nuestro quehacer”, dice.

Por: Christopher Cortez 03 de Septiembre 2023
Fotografía: Raphael Sierra

Con 81 años, Olimpia Riveros detiene su ajetreada vida política y social para recordar lo sucedido durante la jornada del Golpe de Estado de 1973, cuando era directora de una radio penquista y militaba en el Partido Comunista.

“Llega a mi hogar, a eso del mediodía, alguien que no sabía quién era. Me dice ‘bombardearon La Moneda, mataron a Allende’. Este personaje desapareció, nunca más supe de él, nunca pude saber quién era”, rememora la actual concejala de Concepción.

Pero su siempre difícil historia con esta ciudad comienza años antes, específicamente en 1959, cuando se cambia de casa desde su natal San Fernando, a los 17 años de edad, para estudiar Pedagogía en Castellano en la Universidad de Concepción.

“No conocía absolutamente a nadie. Me desconoció el clima. Pasé frío el primer año. Mi familia me despidió en la estación de ferrocarriles de San Fernando a las 12 de la noche. Me deslumbró la madrugada en el Río Biobío (…) Vengo de una familia obrera. Me comunicaba con ellos por carta y nos poníamos de acuerdo a cierta hora para hablar por teléfono; se los prestaban en un lugar cerca de la población donde vivíamos”, sostiene.

La historia idealista de sus padres la marcó, pero fue acá donde desarrolló en plenitud su interés político y social. “Me dijeron te vas a Concepción, ‘La Roja’. Su tremendo universo de trabajadores, las industrias crecientes, las minas, las textiles, todo eso le daba connotación muy de izquierda a la ciudad”.

De esa forma, en 1969 decide ingresar al PC para “aportar al proceso de cambios que evidentemente se estaba forjando en el país. Se necesitaba un equipo sólido más que la pura persona, y entonces tomé la decisión”, a propósito de la efervescencia política que se vivía en ese tiempo.

El Golpe en carne propia

Así fue como la histórica militante comunista dividió su vida profesional entre lo radial y lo pedagógico. Por esos años trabajó en una radio de la Universidad de Concepción, además de Radio Bolívar, adquirida tiempo después por su partido, transformándose en directora por petición del profesor Marcos Ramírez del ahora bicentenario Liceo Enrique Molina.

“Fue una época donde no sé cómo lo hicimos. Tenía hijos, mi compañero me reclamaba, corría de la radio a la casa y a clases. Dábamos todo por la posibilidad de cambios”, manifiesta.

La tensión que vivía el país también la experimentó en su medio de comunicación, donde ella y su equipo recibieron amenazas de grupos derechistas tiempo antes de la ruptura de la democracia.

“Yo tenía la costumbre de despertarme y ver cómo estaba funcionando la radio. Ese día 11 despierto, enciendo el receptor y no se estaba transmitiendo con normalidad. Me contacto y me dicen que los militares se tomaron la radio. Me levanto cerca de las 7 y media de la mañana y salgo a la calle. Vivíamos en Pelantaro, entre Maipú y Carrera, y a una cuadra y media, donde vivía el ‘Pelao’ Fernando Álvarez, me encuentro a su compañera Adriana Ramírez y me dice que lo sacaron a medio vestir sin saber a dónde. Eso ya era grave, él era Intendente”, cuenta.

“Al ir a la radio paso por el local del partido, donde se estaba quemando documentación. En la radio, ubicada en Aníbal Pinto 343, hay militares armados que no me dejan entrar. Me acordé que, si voy a la planta, puedo impedir que la radio funcione. Tomé un taxibus que cruzó el puente Juan Pablo II, que todavía no estaba inaugurado, y en el recorrido rompí papelitos de adhesión a la Unidad Popular. Caminé y el funcionario a cargo de la planta me negó el tubo (de transmisión) que necesitaba. Fracasé en mi intento de boicotear la radio. Así fue como perdimos y empezó el poder de los militares”, detalla.

De vuelta en su casa y con una extraña visita, supo que efectivamente hubo un Golpe de Estado. “Vecinas se enteraban y lloraban.Era conmovedor, duro.La muerte de Allende simbolizaba la muerte de los sueños del pueblo, este pueblo que tenía más poder adquisitivo, donde se hacían políticas a favor de la mayoría.Eso se terminaba. Tomaban el poder otros que no gobernarían en función del pueblo. No lloré pero me llené de ira; pensé en qué podemos hacer”, analiza.

En los días siguientes, Olimpia Riveros vio partir a compañeros de militancia como los periodistas Silvia Barahona, su pareja Juan (del que no recuerda el apellido) de Radio El Sur o Jorge Antonio Bravo de Radio Bolívar, a quienes no volvió a ver entre desapariciones y exilios.

Y puntualiza en que “seis meses después seguían llamando a mi casa para preguntar ‘compañera, ¿llegaron las armas?’, y yo no sabía si era del Gobierno Militar o desde mis compañeros. Armas no llegaron ni iban a llegar”.

“Conmemorar es traer a la memoria”

Olimpia Riveros resume que estos 50 años, donde no fue detenida pese a ser una figura pública durante el Gobierno de Allende, han sido “un tiempo largo, complejo, doloroso. Necesariamente uno comienza a recordar a quienes no están y a sentir de nuevo la rabia de la injusticia (…) Tengo la prisión y el exilio de un hermano, otro hermano ejecutado político el ‘78. Estoy siempre ligada a la resistencia de alguna manera. Fui al estadio (Regional) a entregar cosas a detenidos. No bajé nunca la guardia. Ayudé en la vicaría y a familias afectadas”.

Sobre la conmemoración, la actual concejala concluye que “no porque tenga 81 años voy a dejar de luchar. En la medida de mi fuerza, seguiré peleando hasta el último día porque en algunos aspectos sí, pero en otros no se ha conseguido esta democracia por la que estamos luchando”.

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