Política

Mariana Aylwin y la Gratuidad: “Me temo que termine generando más desigualdad”

La ex ministra de Educación, de paso en Concepción, habló de los riesgos que corre la democracia en Chile, por la falta de confianza en las instituciones y hasta de su ex partido, la DC.

Por: Ángel Rogel 25 de Abril 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

“Lo que se ha deteriorado fuertemente en nuestro país y en el mundo, es la confianza en las instituciones y en los liderazgos. Cuando en Ucrania se elige a un humorista, sin ninguna experiencia política, con el 70% de apoyo, lo que se está diciendo es que no hay confianza en los políticos”, comentó la ex ministra de Educación, Mariana Aylwin.

La representante del movimiento “Progresismo con progreso” estuvo en Concepción, específicamente en la Universidad Andrés Bello (Unab), como parte del ciclo de diálogos “Democracia y Populismo”, organizado por la Fundación República en Marcha. Fue en ese contexto que habló de la falta de confianza en las instituciones, de la política internacional del Presidente Sebastián Piñera, de los efectos de la reforma educacional y el rol que está cumpliendo la DC, su ex partido, en el debate nacional.

“La corrupción es un fenómeno que atenta profundamente contra la democracia y lo que ha pasado, como el cuestionamiento al poder judicial, me parece tremendamente grave. Pero están cuestionados por malas prácticas y corrupción, las iglesias, la política, las empresas… Y los ciudadanos comunes y corrientes sienten lejanía y desconfianza, lo que es fatal para la democracia”, comentó.

– ¿Cree que estamos viviendo un momento complejo, como un caldo de cultivo para la aparición de liderazgos populistas?

– Hace poco participé en un seminario sobre América Latina y ahí se dijo que habían tres joyitas: Chile, Uruguay y Costa Rica. Somos países que estamos a tiempo de parar este deterioro, porque, además, tenemos una ventaja, pues la ciudadanía es muy consciente de los abusos, no las dejan pasar.

– A propósito, ¿cómo evalúa la política internacional del Presidente Piñera?

– Yo creo que el Presidente ha actuado de forma impulsiva. Ha tomado decisiones solo, que era mucho mejor hacerlo como en los últimos gobiernos, consultado a los ministros de Relaciones Exteriores, a los ex presidentes… Ha corrido con colores propios y creo que tiene una agenda más bien personal, de posicionarse como un líder de la democracia de América Latina._Creo que eso le juega en contra. Su participación en Cúcuta, por ejemplo, terminó siendo un revés para él.

– Cambiando de tema. En términos de gratuidad, hay un problema importante para las universidades, que podrían quedar desfinanciadas, por estudiantes que pierden el beneficio. ¿Qué opina?

– Fue una ley mal hecha y eso se está viendo hoy (…). Me temo que esta ley que fue construida para producir mayor igualdad, termine produciendo más desigualdad. Porque hay muchas universidades privadas que no se van a incorporar a la gratuidad y corremos el riesgo de que crear ghettos de universidades de elite y un deterioro de universidades privadas y públicas que se han incorporado a la gratuidad. En el caso de las públicas, hay menos problema, porque el Estado les pone recursos y, probablemente, les va a resolver el tema de los estudiantes que se atrasan. Yo no veo que sea posible que esa situación se mantenga sin resolver, pero se va a resolver sólo para las públicas.

– Por último, ya estando fuera de la DC; ¿Cómo observa lo que está ocurriendo en su relación con el resto de la oposición, a propósito de la diferencias legislativas?

– Creo que por primera vez, luego de muchos años, la DC está actuando con personalidad, sin complejos, ni mirando al lado a ver qué dicen sus socios. Eso debió haber hecho en el gobierno anterior, en vez de ser “arroz graneado”, como lo dijo el ministro del Interior DC (Jorge Burgos) de la Presidenta Bachelet. Bueno, ahora, con menos parlamentarios de los que tenía está ejerciendo menos influencia que la que ejerció antes. Ese, me parece, es un buen camino. La DC tiene que abrirse al diálogo, al bien común, no ser parte de una trinchera.

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