La candidata validó el resultado y anunció un trabajo político propositivo y de resguardo para las reformas sociales impulsadas en los últimos años.
Con el balotaje presidencial ya definido y una diferencia de más de 16 puntos porcentuales a favor de José Antonio Kast —58,26% frente a 41,74%—, Jeannette Jara reconoció la noche de este domingo su derrota y dio por cerrado el ciclo electoral. En su discurso, la candidata optó por un tono institucional y de proyección política, asumiendo el resultado sin ambigüedades y delineando desde el inicio el rol que tendrá su sector en el nuevo escenario.
La definición política fue adelantada incluso antes de subir al escenario. Minutos antes, Jara tuiteó que “la democracia habló fuerte y claro” y confirmó que se había comunicado con el presidente electo (Kast) para desearle éxito. Ese mensaje previo selló el reconocimiento del resultado y anticipó un discurso centrado en la aceptación del desenlace y en la continuidad del proyecto político.
Ante sus adherentes y acompañada por dirigentes del mundo social y parte del oficialismo, aunque sin la presencia de varias figuras relevantes del Frente Amplio, Jeannette Jara habló con un tono sobrio y contenido, lejos de gestos épicos o confrontacionales. Desde el inicio reiteró que “la democracia habló fuerte y claro”, instalando el respeto al resultado como punto de partida y evitando cualquier cuestionamiento al proceso o a la magnitud de la derrota.
Uno de los ejes centrales del discurso fue la validación plena del triunfo del adversario. Jara relató que se comunicó con Kast “para desearle éxito por el bien de Chile”, afirmando que la democracia “se fortalece cuando respetamos la voluntad ciudadana, especialmente en los momentos difíciles”. La frase marcó el tono institucional del mensaje y dio por concluida la disputa electoral.
Con el resultado ya zanjado, la candidata definió sin rodeos el nuevo escenario político. “Nos va a tocar ahora ser oposición”, afirmó, subrayando que ese rol será “propositivo y exigente”. Junto con ello, comprometió una actuación estrictamente institucional y una condena explícita a la violencia “venga de donde venga”, fijando límites claros a la acción política futura.
Jara también estableció las líneas que, a su juicio, no deben retroceder con el cambio de gobierno. Mencionó el aumento de las pensiones, la gratuidad en la educación superior, las 40 horas, el copago cero y los derechos de las mujeres, enfatizando que se trata de conquistas sociales que “nos han costado mucho” y frente a las cuales “no podemos retroceder”.
El discurso incorporó además un llamado a la unidad y a la revisión interna. Jara sostuvo que el camino que sigue su sector requiere “mucha autocrítica y mucha reflexión”, planteando la necesidad de escuchar con “verdadera humildad” a quienes no se sintieron representados, incluidos votantes nulos, blancos y del ganador, como parte de una tarea política que se abre tras el cierre electoral.
En su vínculo con la futura administración, la exministra delineó una relación de cooperación condicionada. “En todo lo que sea bueno para Chile, encontrará mi apoyo”, señaló, para luego advertir que “en todo lo que pueda hacernos retroceder, encontrará una oposición firme, democrática y responsable”, delimitando con claridad los márgenes de apoyo y confrontación.
Más que una despedida, el mensaje buscó afirmar la vigencia del proyecto que encabezó. Jara sostuvo que los valores y propuestas de la campaña “son mucho más que promesas electorales”, interpretando el resultado como una derrota clara, pero no como un cierre político definitivo, y reforzando la idea de que existe una base social que sigue respaldando esas banderas.
El discurso concluyó con una señal de continuidad inmediata. “Mañana se vuelve a trabajar”, afirmó Jara, comprometiendo seguir actuando desde la oposición para responder a las urgencias del país. Con ello, la candidata cerró el proceso electoral y abrió una nueva etapa política, marcada por la aceptación del resultado y la proyección de su liderazgo hacia el futuro.