Política

Políticos o ciudadanos: ¿Quién tiene la culpa de la abstención electoral?

Por: Diario Concepción 19 de Noviembre 2017
Fotografía: Diario Concepción

Académicos analizan el fenómeno que podría convertir a este proceso en el de más baja participación desde 1990. Cuatro millones de personas, de un total de 14 millones, podrían imponer su opinión. Aunque también hay opiniones contrarias y apuestan a un aumento en la concurrencia a las urnas, en particular, de los más jóvenes.

Por: Tania Merino / Ángel Rogel
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La participación ciudadana de la última elección presidencial registró los niveles más bajos de los últimos 50 años y alcanzó exactamente el mismo porcentaje de votación que tenía Chile en 1925, es decir, un 35%. Como en el dibujo de la cobra que se traga al elefante en El Principito, el gráfico de participación muestra una aguda depresión en los extremos y un punto más alto, registrado en 1990, con un 90% de adhesión al proceso eleccionario.

En datos duros, en la última elección presidencial, la de 2013, cinco millones 684 mil 681 personas concurrieron a las urnas. Es decir, 86 mil 691 electores menos que un año antes, para las municipales de 2012. La baja fue más evidente en los comicios del año pasado, donde solo 4 millones 927 mil 257 personas sufragaron.

Para estas elecciones hay quienes sostienen que la cifra seguirá cayendo. Los pronósticos más pesimistas calculan, incluso, una baja de cerca de 2 millones respecto del anterior proceso presidencial. Si se cumple este vaticinio, serían un poco menos de 4 millones de ciudadanos los que asistirían a las urnas y otros diez millones que forman parte del padrón electoral se quedarían en sus casas. Probablemente, muchos ni siquiera siguiendo las noticias y más bien haciendo la vida de un domingo normal.

Aunque también están los optimistas, los que sostienen que la cantidad de opciones que existen motivará al electorado más joven. Las opciones al interior de un mismo sector, igual se menciona como una variable que contribuiría a aumentar la participación.

¿Por qué no votan?

Los analistas políticos hablan de desapego, desmotivación, desencanto, desconexión. En el caso de la psicóloga de la Universidad Andrés Bello (Unab), Pamela Soto, la definición más cercana es “desidentificación”.

“Hay una distancia muy grande entre lo que sucede en política y lo que realmente ocurre en las prácticas sociales, los problemas de las personas y de las familias y sus objetivos están muy divorciados de lo que ocurre en la política y, por lo tanto, se produce una distancia cada vez mayor”, opinó.

En el análisis de la profesional, si bien los discursos políticos han mostrado una tendencia a ser más transversales, focalizándose menos en aspectos ideológicos y más en otros concretos, “de todas maneras no han logrado una conexión con la vida cotidiana de las personas. Lo que sucede es que la política se ha ensimismado, se ha vuelto sobre sí misma, y no se ha acercado realmente al electorado. Lo que hay es una suerte de técnica de la política que se ha perfeccionado en términos de poder ganar las elecciones, pero que no necesariamente a lo hace apelando a convocar a las personas”.

Para la socióloga, Stephanie Alenda, directora de la Escuela de Sociología Unab, la principal razón para no votar es por “desinterés con la política”, señala citando un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud). “Se percibe que las elites están muy alejadas de la ciudadanía y que las decisiones que se toman no son el fruto de un proceso deliberativo que asociaría efectivamente a los ciudadanos a esta toma de las decisiones. Falta sentir que la voz de la ciudadanía es tomada en cuenta y que la política no es sólo el fruto de acuerdos cupulares”, argumenta.

Para Alenda, el desapego hacia la política se puede también explicar por el tipo de democracia que se construyó en Chile desde la transición, “la cual tendió a reforzar el carácter elitista de los partidos y la desconexión con la ciudadanía, en pos de resguardar la gobernabilidad”.

Otra explicación, ligada a la anterior, es que las personas no se sienten representadas por el tipo de oferta política, que no les motiva para ir a sufragar. “Esto podría en parte cambiar en esta elección, con la aparición de fuerzas que renuevan en cierta medida la política”, aventuró.

Quienes sí marcan

No son todos, por supuesto, pero sí hay un grupo más duro de chilenos “que está politizado” que asiste a los locales de votación, “pero la gente común y corriente cada vez tiene menos sentido sobre la política y una desilusión de lo que la política puede hacer por ellos. Se nos ha transmitido que la vida no es política, pero yo no estoy de acuerdo con eso”, opinó Soto.

A esto se suman intereses de otro tipo, como quienes, por ejemplo, ven comprometidos aspectos económicos, como ocurre con los funcionarios públicos.

“Hay un fenómeno de clientelización, que está muy estudiado… que busca continuar con sus trabajos, que dependen de platas estatales para poder llevar adelante negocios, por ejemplo, y eso se ha desarrollado bastante en el último tiempo”, dijo la socióloga.

Alenda agregó que los partidos que conocieron recientemente un proceso de refichaje cuentan con un porcentaje -aunque mínimo- de miembros que son militantes, en el sentido sociológico de la palabra, vale decir quienes apoyan más o menos intensamente a un candidato o a un sector, de manera abnegada.

“Los militantes contribuyen fuertemente a la movilización electoral pues hacen proselitismo a nivel local. Es lo que permite a los partidos políticos activarse en tiempos de campaña y ganar una elección. Actualmente, una parte importante de estos militantes no trabaja de forma abnegada; son remunerados por los partidos para hacer campaña, otros son derechamente ‘voluntarios’ ad honorem. En ambos casos, independiente del dinero, suele existir fuerte compromiso con la causa que defienden”.

Formación ciudadana

Para el historiador y director del programa de Licenciatura en Historia en el campus Concepción de la Unab, Francisco Bulnes, hay un contexto internacional que dificulta tener pronósticos positivos en cuanto a participación.

“En los países donde el voto es voluntario, empezando por Estados Unidos, pasa lo mismo tanto con jóvenes y adultos; y las tazas de participación no llegan al 50%. No ayuda el mal desempeño que muestran gobierno, parlamento y partidos políticos. Las encuestas lo dicen todo al respecto”, aseguró. Para él la principal vía para incrementar las cifras es el retorno al voto obligatorio.

Sin embargo, Bulnes considera otro para apatía ciudadana: la formación. “Los padres y madres son los principales agentes de socialización y el interés por la política debiera ser promovido por los progenitores y familiares directos”, dijo. Por tanto, la desmotivación para votar podría ser heredada o contagiada desde el núcleo familiar.

El tema se ha relegado a las escuelas, “donde aprenden el himno nacional, la historia de Chile, normas, valores, costumbres y todo aquello que nos da una identidad como sociedad, cultura y país”, argumentó, sin embargo, no se logra empapar a los jóvenes de una real motivación por votar.

¿Una participación del 60 por ciento?

La amplia variedad de ofertas de candidatos en todos los frentes, no sólo el presidencial, es el argumento que más se repite entre quienes ven con optimismo el aumento de la participación ciudadana.

De hecho, el presidente regional del Partido Liberal (PL), Osmán Vásquez, cree que la participación alcanzará el 60%, aunque el apunta a otros motivos. “Hay una sensación bastante real de polarización. La verdad es que no me gusta, pero hay que ver que hay polos radicalizados”, comentó el dirigente.

El analista político Felipe Vergara también cree en un aumento de la concurrencia a las urnas. “Le tengo fe a esta elección”, dijo quien apunta a un 52% de participación en los comicios.

Explicó que “son muchos los candidatos, por tanto la posibilidad de conocer a uno de ellos crece y por ende la motivación de ir a votar. Si fuera solo la elección presidencial, creo que el porcentaje sería menor, pero también están las (elecciones) de diputados y de consejeros regionales, y ambas acarrean muchas más personas, pero la cercanía”.

Vergara argumentó que la campaña a través de los medios de comunicación tradicionales, por parte de la Ejecutivo, también ha sido fuerte y a eso hay que agregar la influencia de las redes sociales, sobre todo, en los más jóvenes.

Sostuvo, además, que su análisis también recoge algunas variables menos objetivos, como la observación y conversaciones con grupos de jóvenes que aseguran que “si uno no va a votar es de flojo”.

El abogado Andrés Cruz, académico UdeC y asesor de Corbiobío, dijo que podía “hablar de esperanzas no de certezas” y, en ese contexto, vislumbra que la participación podría llegar al 45%, incluso, un poco superior.

“Hay dos candidatos que podrían  arrastrar electores que no estaban interesados en otros procesos: Beatriz Sánchez y José Antonio Kast”, manifestó.

Dijo, además, que la oferta en las parlamentarias es mayor. “Es decir, hoy hay representantes de partidos que antes no aparecían en las papeletas”, opinó.

Dictadura y nuevas formas

En las últimas semanas el llamado de las autoridades para que la ciudadanía concurra a las urnas se ha intensificado, ya sea a través de propagandas u actividades en terreno.

No obstante, no han sido solo ellas las que han llamado a votar. Por ejemplo, desde el movimiento Ciudadanos por Guillier han ahondado en la importancia de concurrir a las urnas. Una integrante de esta instancia es Felicita Valenzuela, viuda del ex intendente del Bío Bío, Aldolfo Veloso.

“Votar no significa perpetuar la Constitución del ‘80 ni menos el gobierno militar. Cuando uno vive en sociedad deben existir normas, sino sería un caos. Y dentro de las normas el derecho a votar para elegir a nuestros representantes era un derecho centro, y el gobierno militar lo liquidó como sistema y además, ideológicamente. Ellos fueron desincentivando un interés por lo colectivo”, comentó.

Daniel Ibáñez, presidente de Fundación Participa, en tanto, dijo que la participación “debería bordear el 40%, lo que va en la misma tónica de las elecciones anteriores”.

En este sentido, sostuvo que “como Fundación Participa creemos que hay que avanzar a hacer una democracia más participativa con reformas como el voto electrónico, elección de intendentes, establecer plebiscitos para los temas país y referéndum revocatorio para las autoridades electas. Hay que devolverle a la ciudadanía el poder para que sea esta la que revalorice la democracia como forma de gobierno”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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